29.10.08

Sueños y pesadillas

Ayer se entregó el Premio Clarí, que ganó alguien que puede o no merecerlo pero que perdió una amiga que estaba entre los finalistas, y que merece ese y todos los premios que la vida le pueda poner en el camino, así que ufa y repufa. En fin.

Pero pasó algo muy interesante en la ceremonia. Antes de anunciar el ganador, le dieron un reconocimiento al inmenso Menchi Sabat, en parte para compensar el mal trago que le hizo pasar la Excelentísima Señora desde la tribuna de Plaza de Mayo cuando lo trató de mafioso y en inmensísima mayoría de partes porque Sabat está entre las personas que más merecen un premio en este país, cosa que demostró con un maravilloso discurso (amén de su trabajo de las últimas décadas).

Subió a tocar Walter Malosetti, que hizo las maravillas que suele hacer, con Ezequiel Dutil en el contrabajo (la comunicación musical entre estos dos seres es milagrosa)... y después hubo una cosa muy rara. Al finalizar el primer tema lo invita a Sabat a subir al escenario. Ahí le dan a Menchi un clarinete desafinado y mal armado que tardan en poner a punto, y lo invita a tocar con el dúo.

Para un clarinetista aficionado amante del jazz tocar con Malosetti es tocar el cielo con las manos, no cabe duda. Pero el sueño se convierte en pesadilla si hay luces, un par de cientos de personas, cámaras de televisión, todo el mundo mirando con cara de "vamos a cumplirle el sueño al viejito". Cuando Julián Weich inventó el curro de cumplir los sueños televisados yo empecé a aburrir a todos los que tenía alrededor con mi teoría de que esa espectacularización del deseo era una forma despreciable de la prostitución, convertir algo puro en una cosa comercial y encima usarlo para blanquear la cara de un negocio apestoso.

Bueno, parece que Sabat opina lo mimo, porque si hay algo que no hizo fue disfrutar su tema. Estaba nervioso, soplaba mal, pero sobre todo era incapaz de concentrarse en lo que le estaba pasando. Es más, la pasó como el culo. Y lo que es peor, no caben dudas de que si Malosetti va a la casa de Sabat con su guitarra el tipo pasa la mejor tarde de su vida desafinando tranquilo, y que incluso tocaría bien, y que esa sí que no se la olvida.

Pero ahí tienen, la línea entre sueños y pesadillas. Así de finita, y así de clara.

17.10.08

Volvió el folletín

Lo prometido es deuda: en Villegas, Laura me pidió que volviera El Vértigo. Yo le intenté explicar que la versión folletinizada de El vértigo dejó de salir en este blog cuando yo comencé a releer lo que estaba publicando (y que escribí hará ya 10 años) y me di cuenta de que está mal, mal, mal y mal. Pero la "operación clamor" dio sus frutos, y aquí vamos otra vez con las entregas de los seis capítulos restantes. Como siempre, en la barra del costado está el link al texto de los demás capítulos, aquí pongo las primeras líneas y los interesados péguenle nomás al link.

Que conste en actas, entonces, que a) cumplo mis promesas, y b) yo avisé que los diálogos son malos y la historia es insostenible.

VIII

El nuevo golpe que preparaban los pibes, según lo que entendí de la explicación de César la noche siguiente, era más ambicioso que el anterior. Habían logrado, después de un día entero de trabajo, que en el pronóstico meteorológico el locutor dijera la frase “lloverán perros azules”. Desde la bodega habían entrado en las computadoras del canal de televisión y habían cambiado el texto de la pantalla que leen los conductores mientras salen al aire.

- Imagínese las posibilidades: de ahora en adelante todo lo que se diga o no se diga en los noticieros lo vamos a controlar nosotros. Si queremos, podemos hasta meternos en las computadoras de los políticos y cambiar el texto de los discursos. Esto es tan grande que todavía estamos pensando en cómo usarlo.
(continúa acá)

16.10.08

Dos breves

Me sacudo la modorra para dos comentarios breves:
  • Gracias totales, antes que nada, a toda la gente de Villegas, empezando por el equipo de la biblioteca (maravillosas todas y cada una) y llegando a todos los que tan atentamente me prestaron sus oídos un rato el viernes de la semana pasada. La hospitalidad fue legendaria, y la lección que aprendí acerca de literatura y contexto (material para un post que prometo pronto) fue irremplazable.
  • Esto va, sobre todo, para envidia de Carlos, que desde Eslovenia va a pegar la cabeza con el techo: ayer tuve otra de esas oportunidades maravillosas del periodismo, y conversé media hora por teléfono con Carlos Núñez. Sin palabras. Es, simplemente, un maestro - no en el sentido "chabón" de la palabra, sino que responde cada pregunta con un concepto, una idea, una calma que muestra años de reflexión y una seguridad absoluta en lo que hace. El 18 de noviembre voy a estar clavado en la platea escuchándolo, pero hablar con él fue un privilegio.