29.11.08

Catarsis (sust. c., fem., del griego catharsis)

Aplaudo de pie y con el bombo en la mano esta columna de Pedro Mairal acerca de Mc Donald's, el capitalismo, las ansiedades del padre con hijos a la ristra y, cuándo no, el rol de la escritura. Humille, maestro.

24.11.08

El vértigo, parte IX

Una nueva entrega de El vértigo, el folletín que la familia argentina ni espera ni conoce pero al que desde acá (cada tanto, tampoco escosa de que se convierta en hábito) hacemos algo así como difundir...

IX
César no vino al día siguiente, ni al otro. Algunos pibes se asomaban a la noche para saludar, pero yo apenas si les contestaba con un cabeceo. El nervioso ni se atrevía a mostrar la cara, pero lo descubrí varias veces hablando con el nuevo en la esquina. Desde la bodega escuché la voz de César, pero no lo vi entrar o salir: la paranoia o el trabajo lo habían encerrado en la piecita, y de cualquier manera no vendría a tomar hasta que pasara algo. Mauro había faltado al bar por dos meses antes de que lo expulsaran del partido, y si venía era para encontrarse con alguno de sus compañeros; Alfredo apenas si salía de la sede de la FORA antes de irse del movimiento. Como decía el Inglés, caer es un trabajo de tiempo completo.

(sigue acá)

29.10.08

Sueños y pesadillas

Ayer se entregó el Premio Clarí, que ganó alguien que puede o no merecerlo pero que perdió una amiga que estaba entre los finalistas, y que merece ese y todos los premios que la vida le pueda poner en el camino, así que ufa y repufa. En fin.

Pero pasó algo muy interesante en la ceremonia. Antes de anunciar el ganador, le dieron un reconocimiento al inmenso Menchi Sabat, en parte para compensar el mal trago que le hizo pasar la Excelentísima Señora desde la tribuna de Plaza de Mayo cuando lo trató de mafioso y en inmensísima mayoría de partes porque Sabat está entre las personas que más merecen un premio en este país, cosa que demostró con un maravilloso discurso (amén de su trabajo de las últimas décadas).

Subió a tocar Walter Malosetti, que hizo las maravillas que suele hacer, con Ezequiel Dutil en el contrabajo (la comunicación musical entre estos dos seres es milagrosa)... y después hubo una cosa muy rara. Al finalizar el primer tema lo invita a Sabat a subir al escenario. Ahí le dan a Menchi un clarinete desafinado y mal armado que tardan en poner a punto, y lo invita a tocar con el dúo.

Para un clarinetista aficionado amante del jazz tocar con Malosetti es tocar el cielo con las manos, no cabe duda. Pero el sueño se convierte en pesadilla si hay luces, un par de cientos de personas, cámaras de televisión, todo el mundo mirando con cara de "vamos a cumplirle el sueño al viejito". Cuando Julián Weich inventó el curro de cumplir los sueños televisados yo empecé a aburrir a todos los que tenía alrededor con mi teoría de que esa espectacularización del deseo era una forma despreciable de la prostitución, convertir algo puro en una cosa comercial y encima usarlo para blanquear la cara de un negocio apestoso.

Bueno, parece que Sabat opina lo mimo, porque si hay algo que no hizo fue disfrutar su tema. Estaba nervioso, soplaba mal, pero sobre todo era incapaz de concentrarse en lo que le estaba pasando. Es más, la pasó como el culo. Y lo que es peor, no caben dudas de que si Malosetti va a la casa de Sabat con su guitarra el tipo pasa la mejor tarde de su vida desafinando tranquilo, y que incluso tocaría bien, y que esa sí que no se la olvida.

Pero ahí tienen, la línea entre sueños y pesadillas. Así de finita, y así de clara.

17.10.08

Volvió el folletín

Lo prometido es deuda: en Villegas, Laura me pidió que volviera El Vértigo. Yo le intenté explicar que la versión folletinizada de El vértigo dejó de salir en este blog cuando yo comencé a releer lo que estaba publicando (y que escribí hará ya 10 años) y me di cuenta de que está mal, mal, mal y mal. Pero la "operación clamor" dio sus frutos, y aquí vamos otra vez con las entregas de los seis capítulos restantes. Como siempre, en la barra del costado está el link al texto de los demás capítulos, aquí pongo las primeras líneas y los interesados péguenle nomás al link.

Que conste en actas, entonces, que a) cumplo mis promesas, y b) yo avisé que los diálogos son malos y la historia es insostenible.

VIII

El nuevo golpe que preparaban los pibes, según lo que entendí de la explicación de César la noche siguiente, era más ambicioso que el anterior. Habían logrado, después de un día entero de trabajo, que en el pronóstico meteorológico el locutor dijera la frase “lloverán perros azules”. Desde la bodega habían entrado en las computadoras del canal de televisión y habían cambiado el texto de la pantalla que leen los conductores mientras salen al aire.

- Imagínese las posibilidades: de ahora en adelante todo lo que se diga o no se diga en los noticieros lo vamos a controlar nosotros. Si queremos, podemos hasta meternos en las computadoras de los políticos y cambiar el texto de los discursos. Esto es tan grande que todavía estamos pensando en cómo usarlo.
(continúa acá)

16.10.08

Dos breves

Me sacudo la modorra para dos comentarios breves:
  • Gracias totales, antes que nada, a toda la gente de Villegas, empezando por el equipo de la biblioteca (maravillosas todas y cada una) y llegando a todos los que tan atentamente me prestaron sus oídos un rato el viernes de la semana pasada. La hospitalidad fue legendaria, y la lección que aprendí acerca de literatura y contexto (material para un post que prometo pronto) fue irremplazable.
  • Esto va, sobre todo, para envidia de Carlos, que desde Eslovenia va a pegar la cabeza con el techo: ayer tuve otra de esas oportunidades maravillosas del periodismo, y conversé media hora por teléfono con Carlos Núñez. Sin palabras. Es, simplemente, un maestro - no en el sentido "chabón" de la palabra, sino que responde cada pregunta con un concepto, una idea, una calma que muestra años de reflexión y una seguridad absoluta en lo que hace. El 18 de noviembre voy a estar clavado en la platea escuchándolo, pero hablar con él fue un privilegio.

15.9.08

La porteñización del mundo

Estuve unos días en Colón, Entre Ríos, lugar que ya conocía y que es más que recomendable para unas pequeñas vacaciones de perfil bajo. Mi recuerdo de Colón era el de mi última visita en verano de 2005, un pueblo grande amable, modesto, sin pretenciones en el que el corso del pueblo y la Fiesta Nacional de la Artesanía eran acontecimientos cúlmines y donde se podía ver en una explanada del puerto un recital del crédito musical local, el cómico y cancionista "Gaucho Bataraz", mientras en el fondo montaban unas parrillas inmensas que despachaban choripanes.

Rsulta que en 3 años Colón se revolucionó - ahora está lleno de hoteles, otelitos, hoteluchos, cabañas, cabañitas y bungalitos, de edificios en construcción de 3 plantas o más, de carteles de "se alquila para turistas", de desarrollos turísticos en barrios que antes eran descampados. En los últimos años la población saltó a 30,000 habitantes, y ciertas cuestiones de infraestructura están por reventar (rutas, agua, cloacas, etc.).

Hablando con Susana, la mujer que nos había alojado ennuestras visitas anteriores, quedó claro que más que nada los cambios culturales llegaron con la epidemia de PBP (Porteños Boludos Ponecabañas).

Los PBP son una variante degradada del PBPB (Porteño Boludo Ponepousadas en Buzios), sólo que con el cambio como está el sueño de "me retiro en la isla y a la mierda con todo" se hace imposible.

Los PBP van en manadas, y tienen un patrón de conducta estacionario: en verano visitan un lugar, y se pasan toda la estadía pensando en que a) el pueblio este es una veta de oro, b) las cabañitas estas yo las podría tener mucho mejor, c) el negocio es seguro y con esto me planto para toda la cosecha. En el otoño revientan ahorros o consiguen plata de parientes, en invierno compran un terreno y reparten guita por el pueblo, el verano siguiente ya inauguran la primer versión del emprendimiento.

Porque los PBP tienen un plan, y es básicamente conquistar el mundo. No tienen idea del negocio, aprenden sobre la marcha, ven cómo la corriente se lleva los cadáveres de los que lo intentaron antes que ellos pero no, vamos para adelante, ellos no tenían la viveza que yo tengo, ésto es un golazo. Y ahí van, a poner negocios "sin saber el oficio y sin vocación", a decir de Serrat, olvidados de que ser entrepreneur está muy paquete pero que tener un hospedaje significa lidiar con clientes hinchapelotas y proveedores poco confiables y las 17 maneras de ahorrar en el desayuno o de pedalear a los cobradores de la lavandería.

Susana, que desde hace añares tiene un par de casitas en alquiler y que con mucho esfuerzo a lo largo de años construyó un pequeño hotelito, nos contaba que el hotel sin estrenar lo puso en alquiler, que ya como estaba el asunto no era negocio. "Hay demasiados lugares nuevos, y como no les cierran los números empiezan a bajar los precios a lo loco," nos contaba. "Vienen con la plata en la mano y construyen en un par de meses, después se dan cuenta de que en las vacaciones, en Semana Santa, en los fines de semana largos, esto se llena pero que el resto del año es difícil y los costos hay que pagarlos todos los meses."

Hay una variante del PBP, que es el PBP radicado: se puso las cabañas para irse a vivir, para criar a sus hijos en "un lugar más sano" (en el que ellos estén más cerca de la punta de la pirámide que lo que estaban en su Belgrano/Barrio Norte natal), para "salir de la locura". Y ahí los ves, negreando a un par de laburantes del pueblo, controlando que no falten mermeladas regionales en el desayuno. Los que no se radican siempre tienen un pariente pobretón de confianza para mandar a vivir a las cabañas para manejar el negocio en el invierno.

Tienen una ventaja natural por sobre los locales: los PBP entienden a los PTH (Porteños Turistas Histéricos), una especie que paga 2 pesos pero exige 200, que enloquece ante las huevadas más sutiles, que espera ser tratado como los ingleses en las colonias africanas. Los locales son demasiado relajados para esa caterva de rompebolas, gente dispuesta a hacer escándalos por cada sabana, por los 5 minutos de más que tuvieron que esperar por una parrilla, por la marca de papel higiénico, por el té que les sirven con el desayuno. Saben qé piripipíes en una página web impresionan más a los turistas porteños, y son los únicos que comprenden por qué alguien que está de vacaciones podría necesitar y querer conexión wi-fi en el medio de la nada.

Colón muestra, ahora, los síntomas más claros de la infección de PBPs. Lo bueno es que se cura con el tiempo: a medida que van quebrando, juntan la plata para poner parripollos, una cancha de paddle, un plazo fijo. Quedan los restos, las cabañas vacías o convertidas en alojamientos baratos, alquiladas a los locales, okupadas, derruidas. El viento soplando sobre las ruinas.

10.9.08

V, sus libros y la lectura

Cada vez que me cruzo con V, le comento cuánto me gustó su novela SA. Él, invariablemente, me responde "Pero tenés que leer GAS, que es mucho mejor".

Leí GAS.

SA es un policial negro ambientado en la dictadura, que leí de un tirón en una tarde. El personaje es genérico pero cierra, la historia tiene todas las vueltas que tener, etc. Digamos, algo así como "El quinteto de Buenos Aires" de Vázquez Montalbán, con la que de hecho comparte algunos puntos de la trama (y comparar a un libro con Vázquez Montalbán no es moco de pavo).

GAS tiene una historia más tenue, quiere dejar todo en el aire, busca una "contemporaneidad" haciendo referencias a Internet que pasaron de moda 6 meses antes de ser escritas (y que ponen en evidencia que V no es de la generación Internet, y que tratar al chat y el Word como Asimov describiría a un tetraclorificador de oxorobotimetilclorhidreno venusino es tan ridículo como insostenible). Tiene, por llamarlo de alguna manera, más "aspiraciones", un tono más "singular", un intento por hacer algo "diferente". Escuché a varias personas coincidir con el diagnóstico del autor, "GAS es una novela mejor".

Pero qué quieren que les diga, me quedo con SA.

Pero entiendo perfectamente por qué V dice que el otro libro "es mejor", por qué lo defiende. Y quizás yo diga lo mismo de mis textos, defiendo los que dan un perfil más defendible, los que son más digeribles para un cierto lector que no traga las novelas policiales que empiezan y terminan y cierran y funcionan y ya. Defiendo lo que parece defendible, en definitiva, y pongo al costado cosas menos "elaboradas" que, dicen algunos, se leen mejor.

¿Uno se enamora de la técnica? ¿Quiere lo que supone que los otros quieren? ¿Confunde "raro" con "mejor"? ¿Cree que más trabajado da mejor resultado? ¿Estamos todos locos? No sé, pero lo que me queda claro es que el criterio del autor no es el mismo que el criterio de quien lee: del autor al lector hay un camino como de acá a la China.

3.9.08

Obsesión ataca de nuevo

La obsesión persiste, y ahora caí en el lugar común: cansado de leer comentarios en foros y sitios de fanáticos que la señalaban como la "mejor lapicera jamás fabricada", y mientras espero la oportunidad de hacerme de una Lamy 2000 (ya va a venir, pero por ahora me gasté parte el presupuesto estilográfico en la compra que acabo de hacer), me hice de una Parker 51. Más específicamente, de una Parker 51 de fabricación argentina de la década del 60, sin capuchón de oro ni piripipíes de ninguna especie. Una lapicera para usar, para meter en el bolsillo y escribir y ya.

Se ve así:
Las Parker 51 fueron el modelo más vendido de Parker, y la primera reacción de la gente a la que se la mostré hasta ahora es "mi viejo/tío/abuelo tenía una igual". Carga tinta de botella con la famosa bomba "apriete 4 veces" (hasta ahora no terminé la carga con la que me la dio el vendedor: una ventaja de estas lapiceras es que cargan mucha más tinta que un cartucho promedio), que para los interesados se llama "sistema aerométrico".

Párrafo aparte para el vendedor: la compré por un sitio de remates en Internet a un fanático de las lapiceras, coleccionista de Parker 51 en particular, y pasar a buscar la lapicera fue la excusa para una charla en la que aprendí toneladas de cosas. Los fanas de las lapiceras son gente interesante.

¿Veredicto? Una maravilla. Es como escribir con nada: flota sobre el papel, el peso y el balance en la mano son perfectos (ni demasiado liviana ni demasiado pesada, no tira para la pluma o para el capuchón, no cansa la mano), la tinta no falla. Dan ganas de escribir - cuando llegué a casa me puse a probarla en el cuaderno donde esoy escribiendo una novela, y escribí cinco carillas de un tirón (después taché dos, pero no es culpa de la lapicera).

Y la mejor parte es que es una lapicera "vivida": tiene un par de marcas de uso en el capuchón, tiene 40 y pico de años de carrera (y tira 40 más por lo menos), tiene una historia atrás. Tiene mística - boludeces, dirán los desocupados lectores, pero en algún lugar remoto de la cabeza esas boludeces hacen que escribir con esa lapicera tenga un ritual, una carga, algo distinto.

Y conste que yo era de los que decían que esas cosas eran todas boludeces.

21.8.08

¿Lo qué?

La Feria del Lbro de Frankfurt va a tener en 2010 como invitado de honor a la Argentina. La Feria de Frankfurt, a diferencia de la de Buenos Aires (y como la de Guadalajara), no es una feria para el público sino para la industria: ahí se hacen las compras y ventas de derechos de traducción y edición más importantes del año, se hacen los anuncios importantes y se transan las trenzas más gruesas.

O sea: que a la patética representación que lleva todos los años la Cámara del Libro le agreguen el espacio de mayor prestigio es la plataforma perfecta para que la literatura argentina pegue el batacazo y se haga ver, o por lo menos para que las editoriales aprovechen la oportunidad y ganen espacios.

Pero el gobierno decidió que no. Ni libros ni alpargatas: unas patéticas ojotas que ya vieron varias temporadas, alrededor de los "íconos" Eva, el Che, Maradona y Gardel. "Che, alguien que haya escrito algo no tienen?," dijeron desde la Cámara del Libro. "Un Borges, aunque sea." Cristina, nacional y popular carajo, cantó el retruco: "OK Borges, pero también Cortázar."

Por un lado me alegra que le hayan cagado la fiesta a Piglia y Fogwill que ya estaban planchando las camisas, y también a todos los gansos que andan boqueando por ahí que "ahora la pelea es para ver quiénes quedan dentro de la Generación Literaria del Bicentenario".

Pero, por otra parte... qué sarta de brutos, qué manga de bestias, qué imbéciles, qué ignorantes. En vez de armar el mismo estúpido laberinto que vienen armando cada vez que se menciona la palabra "Borges", entiendan de qué se trata Frankfurt y NO SEAN TARADOS. Es el PABELLÓN CENTRAL de una feria DE LA INDUSTRIA, no es el hall de entrada del Centro Cultural Los Chingolos, ni de la Feria del Libro de Buenos Aires. Es la oportunidad de mostrar que la literatura argentina es más que los mismos nombres de siempre, y que la cultura del país no se agota en esas cuatro figuras de remera for export. Es la oportunidad de que, para variar, algunos títulos, sean de autores vivos o muertos, jóvenes o viejos, nuevos o clásicos, se traduzcan y se lean en otros lados.

Es una vidriera importante, y es para estarle a la altura. No alcanza con una foto de Aldo Sessa y un cocktail con vino mendocino y empanadas, y mucho menos con discurso nac&pop. Está bien, la Cámara del Libro no tiene idea de un carancho y todo lo que quieran, pero igual... Recapaciten, muchachos, miren que si hacen ese papelón la próxima invitación no va a llegar ni en el 2110, y después a llorar sobre la leche derramada.

Y, en todo caso, si les importa tan poco, por lo menos que no se note. Si no saben o no quieren, al menos disimulen.

12.8.08

Los de al lado, argentinos

Fue preso un tipo que hizo bajar a los golpes a un pibe de 15 años de un colectivo por ser judío. Que te pudras ahí adentro, hijo de una gran puta, pero pregunto: el colectivo iba lleno de otra gente que no hizo nada mientras este energúmeno golpeaba al pibe hasta romperle los anteojos. ¿Esos no tendrían que ir a la celda de al lado por cómplices?

26.6.08

Mi nueva obsesión del mes

Vale, que en estos años juntos aprendió entre otras cosas a sacarme la ficha en cinco minutos, le puso el cascabel al gato apenas empecé con el tema: "cada tanto vos te obsesionás con un asunto, te dura unos meses y después chau".

Y es cierto, tengo un patrón de engancharme con un tema-buscar info-pertrecharme-salir del asunto, o en todo caso de ver cómo viven los que están obsesionados de verdad-hacer como si lo estuviera-pasar a otra cosa. La cuestión es que ahora, por fin, me agarró con algo medianamente práctico: me pasé a las lapiceras. Empecé a escribir a mano en cuaderno, y abandoné las biromes y sus sucedáneos en favor de las viejas "plumas fuente". Hay miles de argumentos snob, pero la verdad del asunto es que escribir con birome es más trabajoso (hay que hacer más fuerza con la mano, o sea que lamano se cansa rápido), el trazo es más feo e irregular y no da ningún placer, mientras que una pluma en el papel hace un ruidito simpático y se desliza con mucha más gracia.

Tengo una letra ilegible, por lo que escribir a mano es prácticamente un método de encriptación. Pero más allá de esa ventaja criptográfica, escribir a mano me obliga a tipear los textos, o sea que me obliga a reescribirlos y leerlos con distancia. Y además, entre un cuaderno escolar y una lapicera o una notebook nueva y más chiquita que pueda llevar en el bolsillo de la campera no hay que hacer demasiado análisis de costos o de practicidad.

Cuestión que, al momento, tengo dos lapiceras muy baratas (para lo que cuestan las lapiceras - comparadas con una Bic son astronómicamente caras, pero son cosas hechas para durar muchos años y las recargas de tinta son baratas) con las que estoy más que contento:

- la primera compra, por impulso y asesorado por un librero, fue una Inoxcrom Pure. Es de metal, lo que la hace más bien pesada (escribir con el capuchón montado en el cuerpo es casi imposible), y tiene un trazo más bien grueso, o sea que los que tienen letra chica perdieron - igual, eso depende del calibre de la pluma y no de la lapicera. La tengo con tinta negra de cartucho, aunque estoy buscando adaptadores. Es la que estoy usando para escribir "literariamente", y mayormente se queda en el escritorio.
La lapicera se ve así, solo que de acero en vez de ese dorado berretón del modelo de la foto:


-Mi segunda compra es una Lamy Safari, igualita a la de la foto que está debajo. Le puse un convertidor de cartucho a émbolo, por lo que carga tinta verde de un tintero Lamy que también es de lo más monono (foto debajo del modelo azul, el papelito que se ve es un toque Bauhaus: se usa para limpiar la pluma después de sumergirla en la tinta, y evita usar servilletas o papel secante). Tanto la lapicera como el tintero son obra de un diseñador alemán de la Bauhaus, y es de los modelos más modernos, prácticos y funcionales de lapiceras que existen (o sea, una lapicera Bauhaus).
Está hecha para uso y abuso, el cuerpo es de un plástico antibalas y pesa poquísimo, la pluma es bastante dura también, no es para escribir 500 páginas de un tirón ni para hacerse el canchero delante de coleccionistas de plumas Mont Blanc pero es hiper práctica y funciona siempre. Altamente recomendable, y sobre todo con la opción adaptador/tintero: una botellita de tinta sale lo mismo que 15 cartuchos y tiene la misma cantidad de tinta que 50 o más, o sea que ni punto de comparación.
Es la lapicera que viaja en la mochila o en el bolsillo, la de tomar notas y subrayar libros. Además, la elección de la tinta verde es "estratégica": en el cuaderno de notas, es la lapicera que uso para escribir en inglés borradores de notas para el diario (era eso o llenarme de cuadernos diferentes).



Por el momento, van un par de meses de lapicerismo y sigo contento. Tiren las biromes, gente, que la papa está en la pluma.

23.6.08

Tanta historia para esta historia

El link a Wordle lo vi en 15 lugares diferentes, pero la idea es bonita, divertida y en algunos casos hasta útil. Básicamente, hace nubes de tags de cualquier texto que uno le tire, y da algunas herramientas para "embellecerlas" (disposición de las palabras, tipografía, colores, etc.).

Esto vendría a ser Se esconde tras los ojos:


Clickeen para verla más grande. Y sí, como entender la historia no se entiende una pepa, pero para hacer una tapa de libro (de hecho, para hacer toda la serie de tapas de una colección de libros de género en las que las palabras frecuentes marquen elementos de la historia, nombres de personajes y demás, afinando la presentación para sacar las palabras innecesarias y superfrecuentes como "del" en mi ejemplo de arriba) es maravilloso. Es más: hasta está bueno para hacer el sumario de una revista, una página entera con una lista de títulos de notas y números de página como epígrafes a estos dibujillos redibujados con un poco más de arte por un diseñador o (mejor todavía) un calígrafo.

Y si ven esta idea aplicada, no digan que no les avisé...

18.6.08

Soy tu fan

Todos los trabajos tienen sus beneficios: ayer me dí el gusto de entrevistar a Dolores Solá, la cantante de La Chicana, y de decirle de viva voz "soy tu fan".

Conocí a La Chicana con el primer disco, Ayer, hoy era mañana, cuando (dixit Dolores) no le habían encontrado la vuelta de tuerca "chicanesca" al asunto. Eso se entiende escuchando los discos que sacaron después (Un giro extraño, Tango agazapado, Lejos), pero la verdad que si ese es un disco en el que no le pescaron el yeite ya quisieran muchos que andan dando vueltas no pescarle el yeite a las cosas. Básicamente, es tango con aguante - en un disco grabado hace 10 años, cuando todavía de esas cosas no había. Los discos que vinieron después, cierto, ya son otra cosa: vuelven, básicamente, a la idea del tango como música de puerto, donde hay músicas de todas partes y una cabeza bien abierta, con percusiones africanas y instrumentos chinos y chamamé con Chango Spasiuk y guitarras eléctricas y versiones de Tom Waits y de Kurtz Weil y Liliana Herrero haciendo destrozos (¡hasta un recitado de Fontova que queda de perillas!) y cuerdas de tambores y cumbia y milongas y milongones y de todo eso pero mucho más. Para rescatar al tango antes del "tango for export" y el "tango conservador", vuelven a las raíces y se saltan décadas de pedorrada para hacer eso, tango con garra, con aguante, con "actitud".

Acho Estol, "director musical", guitarrista y compositor, la manya de acá a la Luna ida y vuelta, y le pescó la vuelta a esto de escribir tangos que suenen a tangos, que suenen a que están escritos hoy y que suenen a otra cosa, todo a la vez. El tipo tiene una idea potentísima, en sus letras, en su música, en la grabación, en la instrumentación... y en un género lleno de acartonados como es el tango, con tantos que cada noche le echan un vasito más de formol al frasco, la gente así no abunda. Las letras tienen momentos inspiradísimos, y como guitarrista pela basta con decir que se le atreve al tango, le mete un toque personal y sale más que bien parado, cosa que no muchos pueden decir.

De Dolores Solá se pueden decir muchas cosas, pero baste con esto: en La patota, uno de los temas de Acho Estol del primer disco, hay un verso que dice "el gordo se hizo cana, la puta que lo parió". En Viaje astral, el DVD que sacaron este año, hay una grabación de ellos en el Tasso tocando ese tema: nunca nadie mandó a alguien a la puta que lo parió con tanta autoridad, eficacia y savoir faire como Dolores Solá desde arriba de ese escenario. Y que cuando canta milongazos con tambores dan ganas de saltar arriba de los sillones, y que cuando hace tangos chiquitos y melancólicos dan ganas de balearse en un balcón. Y que en ese DVD espero que al escenario del ND/Ateneo le hayan puesto aceite y vinagre, porque se lo morfó crudo: todo bien los músicos, muy linda la ambientación, simpática la sala, muy rico todo, pero a nadie le importa un soto porque cuando ella está cantando no hay otra cosa que importe.

Así que nada: ayer pude charlar con ella, y verlo de refilón a Acho, y además de todo tiene buena onda y me regaló el DVD y por poco me tiro al piso cual Wayne y Garth en Wayne's World al grito de "I'm not worthy, I'm not worthy". ¿Cholulo yo?

10.6.08

El saber ocupa lugar, y pesa, y junta polvo

Después de un par de años de no darle demasiada pelota, mi sistema almacenador de libros (tm) colapsó. O sea, ya tenía libros cayéndose de todos los estantes y no podía encontrar nada entre capas y capas geológicas de "después lo ordeno" y "algún día me pongo las pilas y organizo un poco".
Soy una person bastante desorganizada, pero libros y CDs me gustan en orden. Antes separaba por estantes temáticos, por idiomas, etc. Ahora tengo un sistema parecido pero que se complica entre cuatro bibliotecas repartidas en tres ambientes: en el comedor hay un par de estantes con comics, libros de arte y cosas relacionadas con edición (manuales, historias de la edición, etc.), en una biblioteca arranca la sección "narrativa" alfabetizada por autor y (en la medida en que el orden lo permite) cronológicamente dentro de cada autor, sigue en otra biblioteca de RapiEstant y termina en un estante de otra biblioteca que funciona a medias como almacenamiento de papeles viejos y estante de porquerías del Dremel y herramientas para trabajar madera (una obsesión casi abandonada que cada tanto vuelve).

En la biblioteca de RapiEstant tengo un estante con la colección Peuser (lecturas de infancia heredadas de mis viejos, una especie de colección Robin Hood pero en libros celestes ASÍ de grandes con tapa dura, hermosas ilustraciones y textos más íntegros que los Robin), otra con libros de Capítulo (las colecciones argentina y universal casi completas, más algunas ediciones de EUdeBA y Centro Editor de esas épocas que heredé de mis viejos y que desde la adolescencia leí a pasto), dos estantes de poesía/teatro/novela clásica inglesa que se mezclan con los de crítica literaria (sobre todo de literatura inglesa, los libros que usaba y consultaba más para las clases).

La parte más molesta es que los estantes están reventando, por lo que poner un libro significa mover todo hacia adelante en muuuuuuuchos estantes - de ahí que deje la tarea para momentos en los que, a decir del cretino de Macri, "el tránsito está por colapsar" y las dobles filas de libros hacen que ya no se encuentre nada.

Hay un estante suelto en el mueble de la computadora con libros de referencia (diccionarios, gramáticas, etc.) y un par de lugares más con libros de Valeria, la pila eterna de la mesa de luz, etc.

Puestos en doble fila sobre distintos estantes tengo los libros que hacen cola para la lectura, que voy leyendo por partes, que leí y dejé por la mitad, que no pienso leer, que en un mundo perfecto hubiera leído pero así es la vida, etc. Los pongo en su lugar correspondiente en las bibliotecas cuando ya los "doy de baja" de las prioridades - cuando los abandono al azar de verlos más adelante y decir "oia, nunca lo leí, ahora lo agarro". Ese mecanismo me hizo redescubrir libros que me habían llegado en el momento equivocado y que esperaron pacientemente que llegara su hora. En cada estante hay uno o dos de esos, mezclados con el purgatorio de libros abandonados que no pienso agarrar ni muerto pero que, como los rasgos de la conducta anal abarcan tanto la obsesión como la incapacidad de desprenderse, no vendo en puestos de segunda mano ni tiro por la ventana ni desparramo por el mundo.

¿Soy el único obsesivo que anda por ahí, o hay otra gente que tenga sus libros ordenados por criterios tan inoperantes, molestos y sintomáticos como los míos?

26.5.08

Aprovechen que se acaba

Este post va para los que están en Buenos Aires y adyacencias.


Estuve en las últimas semanas con un arranque comprador de libros que empezó en la Feria del Libro, siguió en Walrus y quién sabe cuándo/dónde termina. Algunas adquisiciones:

- The Purple Decade: una antología de artículos periodísticos de Tom Wolfe del 60/70 que es, básicamente, lo que todos los "aspirantes a cronistas" que ahora parece que salen de abajo de las piedras quieren reproducir pero hecho antes y mucho mejor. El tipo te pinta en 3 páginas un personaje, una época, un mundo. Y no vence: Bob & Spike, por ejemplo, sobre un pareja de coleccionistas de arte pop que empezaron como pobretones y ganaron guita con una empresa de taxis, es la biografía no autorizada de Constantini y un tratado sobre la década del 90 al mismo tiempo.

- A Multitude of Sins: un libro de cuentos de Richard Ford, influido por la entrevista que le hizo Juana Libedinsky para ADN.

- del stand del Fondo de Cultura Económica en la Feria: El corral de la infancia, un libro de Graciela Montes sobre literatura infantil; Editores y políticas editoriales en la Argentina, como su nombre lo indica una historia de la edición argentina que pinta más metódica que el (de todas formas notable) clásico y agotadísimo libro de Sagastizábal para EUdeBA; un r de libros de historia argentina; Limbo de Martín Kovensky, un libro de fotografías tomadas durante 2002 mezclados con textos propios y ajenos (las fotos muy buenas, los textos generalmente más o menos; igualmente un buen retrato de época)

- del stand de De La Flor: no tenían El traductor, que era la novela que fui a buscar, pero me llevé de la mesa de 3 x $10 El agua de Wernicke, Historias de monstruos de Bajarlía y Cartas al presidente (una recopilación de ídems de los archivos de Casa Rosada).

- de una librería de saldos: El hombre demolido de Bester, La república de los sabios de Arno Schmidt (los dos en ediciones viejísimas de esas colecciones míticas de Minotauro, las de las tapas de colores planos con el dibujo chiquito en el centro como las primeras ediciones del Señor de los anillos), La bestia debe morir de Nicholas Blake (de la reedición de La Nación de la colección Séptimo Círculo)

La última parada de la fiebre de compras, sin embargo, es la que recomiendo: los supermercados. La última parada clase F del saldo editorial es la góndola del supermercado. Básicamente, los supermercados compran libros por kilo a las editoriales, los exhiben sin arte ni gracia ni ganas y después se dedican a saldarlos por 4 pesos. En todos los híper hay mesas perdidas en las que se mezcla la bazofia menos digerible (horóscopos y predicciones para 2005, el libro de memorias de Chiche Gelblung, lo que sobró de alguna novela de Massimo Manfredi) con sorpresas de lo más simpáticas. En un Coto compré por 5 pesos La ciudad de Mario Levrero (en esa edición que él después despreció, en una colección española de novelas de ciencia ficción), por ejemplo.

Bueno, resulta que el sábado, comprando cosas para la fiesta de cumpleaños de Maite, sobrevolé en 5 segundos la mesa de saldos de Wal Mart y levanté dos libros: una antología de Historias verdaderas de Tomás Eloy Martínez (una idea interesante y notable: toma un episodio histórico y pega una crónica histórica de la época con algún texto literario que haya contado esa misma historia o tema, por ejemplo las crónicas de Hollinshed y Hamlet, o una descripción de época de las burguesas francesas decimonónicas con un fragmento de Mme Bovary) a 12 pesos, y El templo etrusco de J. Rodolfo Wilcock a 6 pesos con 50.

De Wilcock no conocía más que el nombre y cierto eco de reputación. Leí el primer capítulo y la contratapa del libro de Wilcock: aprovechen que se acaba, muchachos. Corran, vuelen, naden, gateen, vayan en bicicleta o haciendo piruetas en skate, pero arrímense al Wal Mart más cercano y cómprense un ejemplar antes de que se acaben y no lo reediten hasta la próxima vez que a Chitarroni le den pelota en Sudamericana. El primer capítulo solo vale mil veces los míseros 6 pesos con 50, y promete un libro de aquellos, de esos que no se leen todos los días - de hecho, de esos que no leí en la puta vida y que querría leer todos los días de la ídem. Sátira, absurdo, buena narración, 50 ideas por página, un concepto que ya desde el principio se va dibujando clarísimo... indescriptible, sobre todo después de unas 20 páginas, pero con eso me entusiasmó como hace tiempo que no me entusiasmaba con un inicio de novela.

Básicamente, y hasta ahora: en un pueblo hay una plazoleta en el centro de una rotonda. Para ordenar el tránsito y agregar atracciones turísticas (los otros puntos de interés al visitante son un "pozo antiguo" que se hizo hace diez años cuando reventó una fábrica de petardos y una "prisión medieval" subterránea construida hace 30 años que nunca funcionó como prisión), el secretario de turismo propone que construyan un templo etrusco. Nadie sabe (mucho menos el secretario de turismo) qué son los etruscos. En una sesión delirante del consejo municipal se termina aprobando la idea, pero con el agregado de ue "lo construyan los etruscos, es problema de ellos". El problema, en realidad, es que hace unas decenas de siglos que no queda un fucking etrusco en el planeta. Eso en las primeras 20 páginas, así que apostar a que las 200 que faltan vana a estar mucho más que muy bien no es demasiado arriesgado...

Y, por si no quedó claro... ¡¡¡SEIS PESOS CON CINCUENTA!!! ¡¡¡CINCO VECES MENOS QUE ABZURDAH!!!

Ya están avisados.

19.5.08

Narratología I

Ayer llevamos a Maite a una obra infantil de títeres por primera vez (más allá del retablo que montan los fines de semana en el Parque Lezama).

La obra tenía una estructura interesante: la titiritera salía al principio de la obra al frente del retablo a contar que se le había perdido su amigo Pikiyí, y les mostraba a los chicos fotos con cosas que ella había hecho con él. A cada foto le seguía, ya con ella detrás del retablo, la escena que correspondía a la foto. Al tal Pikiyí (lo lamento, pero les tengo que contar el final) lo había atrapado en una cueva la malvada Rata Cruel, pero sus amigos (el dragón Verdelino y Mimí la gata que amasa pan, por si se lo estaban preguntando) lo rescatan al levantar la piedra con la que estaba sellada la entrada de la cueva.

Y hete aquí la lección de narratología: con 3 años por cumplir, Maite dijo, cuando levantaron la piedra y Pikiyí salió de su trágico encierro, "Terminó". O sea, hay una estructura de arco narrativo que ya tiene incorporada - hay un conflicto, se levanta tensión, el conflicto se resuelve, final del asunto. Simple, efectivo, implacable.

La obra tenía una coda (una escena de reencuentro feliz, una moraleja obviable), pero evidentemente era prescindente. El asunto ya estaba finiquitado - sin embargo, tiene que haber algo después del clímax de la historia para cerrar. La película policial no se acaba cuando matan al malo, se acaba cuando la noche siguiente los dos detectives buenos están chupándose un whisky y reflexionando sobre la vida.

La estructura es simple, y es la de un acto sexual: hay tensión, se demora la resolución, se libera la tensión, se relaja el asunto. Shakespeare, en las tragedias, lo dividía en cinco actos matemáticamente: el primero presenta el conflicto, el segundo lo desarrolla, el tercero lo tensiona al extremo, en el cuarto hace la plancha, en el quinto lo hace explotar y en la última escena aparece un personaje que junta los pedazos.

Pero lo importante de todo esto es (aparte del hecho de que mi hija es brillante, cosa que dábamos por descontada) que esa estructura se absorbe desde las primeras historias, los primeros cuentos leídos a la noche, las primeras historias en la tele, las primeras películas.

No voy a ir tan lejos como para decir que esté "cableada" en el cerebro, pero definitivamente se tatúa ahí adentro. Y es por eso que cuesta tanto hacer y leer cosas que vayan en contra de esa estructura.

Aguante Pikiyí.

16.5.08

Seis más y seis menos de Buenos Aires

Ya que la amiga Chili me pasa un meme, aprovecho para salir de mi modorra de posts.

Básicamente, seis cosas que me gustan de Buenos Aires y seis cosas que no me gustan.

Me gusta:

- que todo el tiempo, en todas partes, estén pasando cosas. Todo el tiempo. En todas partes. En las calles, en teatros, en casas, en rincones, en centros culturales clandestinos armados abajo de una baldosa.

- las librerías. Las de saldos, las de viejo, las de la calle Corrientes, las de libros en inglés (aguante Walrus), las del Parque Rivadavia, las nuevas que están poniendo en San Telmo, las que todavía no conozco, las que abren a las tres de la mañana.

- que todavía haya barrios, que queden lugares de casas bajas y árboles así de altos.

- la atmósfera. Hay algo en las calles de Buenos Aires que vibra de una manera que me gusta. París me embola, Londres me mata, Mar del Plata me enferma, Córdoba me gusta, Nueva York me acelera, pero hay algo en Buenos Aires que me pega bien.

- que haya, dentro de la ciudad, las ruinas de otra ciudad con pretenciones: palacetes, edificios demasiado armados, avenidas monumentales venidas abajo, proyectos señoriales venidos a menos, monumentos y parques, fotocopias de París o de Londres transplantadas sin ninguna consideración, y arriba de eso barrios obreros de la utopía peronista devenidos en zonas caras, y encima barrios de inmigrantes reciclados, y nuevos barrios de nuevos inmigrantes, y las 25 variaciones de Palermo, y Puerto Madero, y las capas geológicas de siglos de mediopelismo. Y eso me gusta, ese gran museo de la parte más decadente del "porteñismo" me gusta mucho.

- que tenga un tamaño abarcable: ni tan chica como para que no queden lugares por descubrir ni tan grande como para vivir desubicado.

No me gusta:
- que a nadie le importe demasiado de nadie más que sí mismo y que eso se note en la manera en la que viven las calles, en la que miran en las esquinas, en la que manejan sus autos, en la que nadie cuida nada.

- que el transporte público sea una basura, el tránsito un desastre y que a los que andamos en bicicleta nos traten como si fuéramos invisibles, indeseables e indestructibles.

- que la ciudad esté llena de imbéciles que votan a imbéciles como Macri, que discriminan (por sexo, por religión, por nacionalidad, por color de pelo, por marca de zapatillas, por si cargan a la izquierda o la derecha, etc.), que viven para sus ombligos. Está bueno las pelotas.

- que para ver un pedazo de río haya que subirse a un globo aerostático, comprarse un piso 2 en Libertadores o peregrinar 5 kilómetros. Lo mismo para ver un pedazo de pasto con dos árboles arriba.

- que no haya una ley, código, criterio, ordenanza o sugerencia que se respete - no las respetan ni los que las escriben ni los que deberían cumplirlas, ni los que las defienden ni los que las atacan ni los que se quejan ni los que putean a los que no las respetan.

- que esté cada vez más partida en subciudades que van dejando gente afuera: Palermo para los que tienen algo de plata y son modernosos, San Telmo para los turistas y los que tienen algo menos de plata que los de Palermo, el Sur y el Oeste para los que no les alcanza la plata, el Norte para los que les sobra. Tengo una hija de 3 años: todos (TODOS) los lugares que ofrecen cosas copadas para chicos están en Palermo y Barrio Norte. De mi lado de la ciudad no hay nada que hacer salvo tomarse un colectivo. Y así todo. Y cada vez más.

30.4.08

Para los que no pasaron por la Feria el sábado

En Hablando del Asunto están desgrabando el panel del que participé el sábado en la Feria del Libro: en el link, la primer entrega con la respuesta del rol de la política en la "joven literatura", la no generacionalidad de la "generación Joven Guardia", el rol de las preposiciones en las relaciones interpersonales y de cómo se puede responder a una misma pregunta hablando de las Catilinarias, del Cabernet, del peronismo, de Marechal y de los guanacos en el zoológico. O sea, lo de siempre.

29.4.08

Yo sé por quién, yo sé por qué

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ
.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández

24.4.08

Desocupado lector...

Para los que este sábado no tengan nada mejor que dejarse amasijar en los pasillos de la Rural, voy a participar de una actividad en la Feria del Libro:

Fecha y hora Detalle
26/04/2008 |
21:30
SEA. Panel: “La joven narrativa argentina. La nueva narrativa argentina, a través de sus protagonistas: los escritores nacidos alrededor de 1975”. Participan: Oliverio Coelho, Washington Cucurto (a/c), Samanta Schweblin (a/c), Juan Terranova y Pablo Toledo. Coordina: Silvina Friera. (V.O.)

Es en la Sala Victoria Ocampo. Si quieren entrar con un vaso de Fernet, vayan media hora antes porque la cola es larga.

18.4.08

Nueva filosofía

Otra declaración de principios extraída de Raro, el último (de 2006, pero acá salió hace poco y yo lo escuché entero recién esta semana así que para mí es nuevo) disco del Cuarteto de Nos:

Sea con dinero o no
Siempre se paga un favor
Y si veo que algo es facil
Yo dudo enseguida

Pague antes o despues
La cuenta va a aparecer

Y esta claro de que nada es gratis en la vida

Tiempos cortazarianos

En El examen, la primera, pretenciosa y bastante mala novela de Julio Cortázar que se publicó recién después de su muerte (su primera novela publicada, Los premios, tampoco está como para tirar petardos), el centro de Buenos Aires está cubierto por una niebla amarilla densa que no deja ver nada y se mete en todos los rincones.

Si mañana los diarios se acuerdan de esta referencia, recuerden que acá lo leyeron primero.

14.4.08

Releyendo

Hace unos años había una propaganda en la que una adolescente tribulada dudaba frente al armario al grito de "¿qué me pongo?": a mí me agarró un ataque de "¿Y ahora qué carajo leo?" (como el Cuarteto de Nos en Ya no sé qué hacer conmigo, uno de mis nuevos temas de cabecera)... y me puse a releer libros que en su momento me habían cambiado la cabeza pero que nunca había agarrado para relecturas. O sea, cuando no hay ideas nuevas saco un greatest hits.

Cuestión que llevo dos libros y voy empatado. Agarré El mal menor, de Charlie Feiling, y me gustó menos que la primera vez, cuando lo había devorado en dos días corridos - sigo comprando, y más que antes, el proyecto de hacer novelas de género, de hacer una novela de terror en Buenos Aires, en San Telmo, y que, leída a las 2 de la mañana con las luces de la casa apagadas, dé miedo. No me gusta tanto la ejecución - tiene frases poco felices, párrafos y hasta capítulos desprolijos, tiende al chiste malo, tiene referencias tópicas de esas que pasan de moda en seis meses. La sigo recomendando y me sigue pareciendo un momento muy original de la novela argentina, sobre todo en el contexto del "plan Feiling" de ir agotando géneros junto con El agua electrizada y Un poeta nacional (no leí en el "obras completas" que se publicó el año pasado el fragmento de La tierra púrpura, una novela de fantasía que quedó inconclusa cuando murió Feiling y que seguramente me hubiera fascinado si hubiera estado completa, porque me resisto a comprar tres libros que ya tengo para leer uno que va a quedar para siempre en el borrador de un par de capítulos) un guante que hasta ahora nadie levantó.

Ahora estoy reincidiendo con los 9 Stories de Salinger, y ahí es al revés: hace 10 años hubo algo ahí que me atrajo pero que no terminé de apreciar; ahora lo leo y no puedo creer lo bien que están esos cuentos. Hay algunos mejores que otros, pero la manera en la que arma conclusiones desde lo que la historia no cuenta es el patrón de los cuentos norteamericanos que vinieron después, y es milagroso ver como pone una manzana, un melón, dos sandías y una rueda de auxilio y logra que sumen una heladera con palanca al piso - parece que se saca los finales de la galera, pero son finales perfectos para cuentos perfectos. Es de esos que se bancan la tercera, décima y quincuagésima lecturas y siguen brillando, los que cada vez cantan mejor.

Y, ya que lo mencioné, acá pego el video del Cuarteto de Nos:

3.4.08

Lo mejor de lo mejor

Hay revistas que en Argentina, por más garra, plata y buena voluntad que le pongan, no salen: una de ellas, quizás la más difícil, es MAD.

O sea: acá hubo Humor y hay Barcelona, pero algo como MAD, guarro y sofisticado a la vez, con política y pop y calidad de contenido comparables con los más de 40 años de MAD... no.

Una de las secciones más geniales de la revista son los fold-in: un dibujo con una pregunta que se responde plegando la hoja en dos puntos determinados, con lo que se forma un nuevo cibujo y un texto con las letras del epígrafe. Además de que técnicamente son difíciles y de que como forma de lectura son fascinantes, lo mejor de los fold-ins es que son comentarios lapidarios, en el mejor estilo del humor político yanki en el que en un dibujo y 3 palabras clavan un concepto en el ángulo.

Para los que nunca lo vieron en vivo y en directo, en el New York Times pusieron una recopilación de algunos de los mejores ejemplos con un formato interactivo de lo más simpático. Altamente recomendado.

17.3.08

El lado ossssssssscuro

El martes pasado me tocó por primera vez ir a cubrir un evento sanguchero como periodista. Hasta ahora venía zafando de ese costado: hice más o menos de todo menos ir a esos eventos organizados por agentes de prensa con personajones y mucha plata de por medio. Pero estoy trabajando en la sección de cultura y espectáculos, o sea que vivo atacado por una andanada de gacetillas y una ametralladora de llamados de agentes de prensa que promocionan desde el espectáculo más excelso hasta el bofe más bizarro e intragable.

De entre esa marejada, elegimos lo más potable y buscamos lo más deseable (los mejores artistas/shows son los que menos prensa hacen: si viene Dylan se vende solo, y en lugar de pedir desesperadamente que venga alguien a darle 5 centímetros de nota se dedican a rechazar pedidos de periodistas desesperados).

Una de las tantas cosas parecía interesante, y allí me dirigí: era la presentación de Epitafios 2, la serie de HBO, e iba a estar todo el elenco, directores, pirulines y pirulones. El randevú era en un hotel 27 estrellas ambientado de lounge, o sea que tres cuartos de la gente estaba parada, y los que no, estaban en unos puffs bajitos incomodísimos.

La fauna era de los más variopinta: noteros/columnistas "estrella" de la tele (llegaron tarde y fueron recibidos con más alharaca que los actores), millones de fotógrafos y cámaras de video que armaron un scrum delante de la tarima todo el fucking tiempo (los que estábamos atrás era como si escucháramos el asunto por radio), gente de gráfica con grabadores digitales modernosos, gente de gráfica con anotado y birome que miraban a los que tenían grabadores digitales modernosos como si fueran retrasados mentales (los periodistas de verdad toman notas, así después se equivocan al citar al entrevistado), algún nostálgico del grabador a casette, gente con cara de pub palermitano que cubría para "amigosdelasestrellas.com", gente que no tenía nada que hacer y tenái un amigo que los puso en la lista por los sanguchitos. Había una enorme proliferación de viejas gordas, de esas que empezaron entrevistando a Zully Moreno y hoy tienen una columna de chimentos en el diario regional de San Nicolás de los Palotes pero se dan aires de decanas del periodismo del especáculo. Había un montón de chicos Merrell con cara de amigos del sonidista, dilettantes cool o estudiantes cholulos de la FUC.

Pero todos tenían algo en común: a nadie le importaba un carajo lo que estaba pasando.

A los periodistas no les importaba la noticia, les importaba que después iban a poder apiñarse con las tres estrellotas del elenco a ver si les hacían una pregunta. A los fotógrafos les interesaba sacar su foto para colocarla en algún medio. A los actores les chupaba un huevo de todo, ellos querían cobrar e irse a casa. A la gente del hotel esa manga de garroneros le rompía soberanamente las pelotas. A los organizadores, les importaba el día siguiente y sacarse de encima a los garroneros, las estrellotas y los chorros del hotel para seguir haciendo guita desde sus oficinas de Miami. Pero en ese día, en ese momento, lo que estaba pasando no le importaba un soto a nadie. Los productores no hablaron de números, los actores no dijeron que habían estado 4 meses negociando cada peso y cada letra del contrato, los directores no dijeron que lo hacen por la guita, los secundarios del elenco no dijeron que a esas estrellitas de pacotilla las querrían asesinar mientras duermen. Todos estaban contentos, muy contentos, fascinados. Hasta los que no les importaba un soto (los actores independientes que se cagan en todo esto de la fama y el dinero pero que igual les llueve algo de fama y dinero) estaban actuando una desidia cool, simpática pero no ofensiva, me quejo pero gracias por llamarme.

Yo puse mi parte: comí un sanguchito, enarbolé mi grabador y mi anotador, escuché pavadas y cosas interesantes, dí de baja mi lugar en la cola para hablar con las estrellotas y me fui a entrevistar a los guionistas del programa, hermanos, copadísimos y dos personajes increíbles.

A la salida daban cotillón: una carpeta con toda la info necesaria para escribir una nota sin saber de qué pitos se hablaba, un CD con eso mismo en Word (para copypastear) y unas fotos, y un pendrive como regalo. El regalo ya era como demasiado: sabemos que esto es una cagada, sabemos que nadie quiere estar acá, sabemos que el corazón del acontecimiento está en otra parte, así que les pagamos para que vengan y hagamos como que esto importa.

Y, si les preguntás a los que fueron, te dicen que son periodistas.

21.2.08

Tengo una foto de la Reina Victoria en bolas.... ah, no, era mi tía Chola

Lawrence Nicastro, gentil vejete de 73 años, pensó que se había sacado la grande. Revolviendo cajas llenas de porquerías encontró una foto blanco y negro de una rubia desnuda haciendo dedo en la ruta, y posta posta que era Marilyn Monroe. Pasó cuatro meses "verificando" la foto, y llegó a la conclusión de que se la habían dejado olvidada en un auto allá por los 60, cuando tenía un taller mecánico. Contrató a un "experto marilinólogo", que le dijo "vos tranquilo, que la foto es posta posta: llamemos a los diarios".

Llaman a una conferencia de prensa. Un día antes, dos cronistas de Associated Press van a la casa para tener la exclusiva anticipada de la foto perdida de Marilyn, que para más datos habían datado durante la filmación de "Misfits", la última película que hizo Marilyn.

- ... y ahora que ya nos tomamos unos cafecitos, les mostramos la foto. Lawrence, sacale la colcha apolillada que le pusiste encima así la ven los señores. Taraaaaaaaan ¿Qué les parece?


- Esteeeeeeee...

- Sí, yo cuando la vi tampoco lo podía creer.

- Sí, lo que pasa es que...

- Tenemos pensado subastarla por...

- Che, boludo, es una foto de Madonna de un libro que vendió un par de millones de copias, la vio todo el mundo.

Y así fue como el vejete, que encima vive en Las Vegas, se fue a tomar unos cocteletes al casino y después pidió hora con el oftalmólogo. En la radio AM de su camioneta modelo 52 pasaron Material Girl.

PD: la foto de Madonna es esta - y no jodan, que a Marylin no se parece ni a palos.

14.2.08

Entrevista con Julian Barnes completa

Como prometí ayer, pego debajo toda la desgrabación de la conferencia de prensa que dio Julian Barnes en Buenos Aires el 6 de febrero. Las preguntas son de todos los periodistas que había en la sala - gente de Clarín, Ñ, La Nación, Veintitrés, Inrockuptibles, Perfil, Brando, La Voz del Interior, BBC, La Prensa y algún otro medio que seguro me olvido (además de quien suscribe para el Buenos Aires Herald). La versión editada se publicó en tres partes en el Buenos Aires Herald el 12, 13 y 14 de febrero, con algunas fotos propias (una de ellas accidentalmente salió movida y fuera de foco, y la usamos a propósito) y otras prestadas por el British Council, responsable de toda la movida "Barnes en Buenos Aires". Disfruten, gente.

In Arthur & George, George is an immigrant suffering from that condition. Is the situation of immigrants in the UK worse than it was a century ago?

I didn’t live a century ago. When I first came across this story, which is a real-life story in which Arthur Conan Doyle, who of course invented Sherlock Holmes, solved a real-life crime in which the son of an Indian Farsi priest and a Scottish mother was wrongly accused of mutilating horses and cows, I thought reading it and seeing how police and the justice system and the official bureaucracy of the country reacted that it could have happened today. I didn’t think it was a historical story. And when I thought of turning it to fiction initially I thought I would try and tell two stories: the story from 100 years ago and then a contemporary story which paralleled it. But the more I thought about it the more I realized that this 100-year-old story was telling contemporary truths anyway, and therefore I don’t think of it as a historical novel: I think of it as a contemporary novel which just happened to happen 100 years ago. It’s very difficult to compare the situation of immigrants and people of different races up to 100 years ago today. I think one of the problems for George in the novel is that he was surrounded by white people and society and that he wanted to become white, whereas the situation wouldn’t happen like that nowadays: nowadays there is certainly a moderate amount of racial prejudice in my country, but the those who suffer it have a choice of cultures in a way that the character in my novel didn’t. So nowadays someone like George would say “if the old white British don’t like me then I will be Indian, I will be Farsi”. Of course that doesn’t mean that prejudices don’t continue to exist.

Is this the English Dreyfuss case?

Well, in some ways yes, and indeed I came across this story not when I was reading about Arthur Conan Doyle, on whom I never had any particular interest until this came along: I was reading a short account of the Dreyfuss case by an English historian, called Douglas Johnson, who died two or three years ago and was a wonderful explainer of France to the English, and he was a professor of Birmingham university, which was quite close to where the events of Arthur & George took place. And he said in the preface that almost three years after the Dreyfuss case a parallel case happened in England in which a ratial element (Dreyfuss being a Jew and George being half Farsi), a miscarriage of justice, a sentence to hard labour, handwriting evidence being very important to the case (one of the handwriting experts in the case of George had been used in the case of dreyfuss) and finally the famous writer coming to the rescue. Johnson being a very witty and wise critic said “why has the English case been forgotten while the French case continues to resound after a century?” He said you could answer that the French case was about high treason whereas the English case was about the mutilation of animals, but, he said, in fact the British are probably more shocked by the mutilation of animals than they are about high treason. This is very true: Anthony Blunt was a famous British traitor of the immediate postwar era. There were three or four traitors who were selling secrets to Russia for 30 or 40 years. What was interesting about Anthony Blunt was that he was also an extremely distinguished art historian who was an expert on Poussin, and his official job was called Surveyor of the Queen’s Pictures – so while he was selling secrets to the Russian he was also looking after the Queen’s art collection. At a certain point the Secret Service discovered that he was a spy, and they went to him and said “Look, this is very bad, but carry on looking after the Queen’s pictures”. If this man had been found using a knife and cutting the Queen’s little dogs he would have been out of the door! So I think we do take treason less seriously than animal mutilation.

In both the Dreyfuss case and the case of George Edalji intellectuals played a key role. What was the role of intellectuals back then and what similarities do you find with the role of intellectuals nowadays?

I a mvery slow to make generalizations, and I’m particularly slow to make generalizations about what the duty of the writer is. I think it depends obviouslty on the condition of the society and the temperament of the writer. There are many ways to protest. One of my favourite stories about protests is when the surrealists were forming a group in Paris. The great Spanish painter Miró joined the group, and one of the rules who were told by André Breton is that they all had to go out and do something which would undermine society. So some of them went out and would insult a priest in the street, or try and kiss a nun. One day Miró came to a meeting and they asked him what he had done to undermine society, and he said that he had got up to people in the street and said in a veru quiet voice “Down with the Mediterranean!”, by which of course he meant tradition and Latin and Greek and the Renaissance and everything that they had been taught was culture. From that story I always concluded that it depends on the individual artist as well as it depends on the condition of society.

Could you tell us something about your upcoming book and its provocative first line?

The first paragraph is “I don’t believe in God, but I miss Him. That’s what I say when the question is put. I once asked my brother, who has taught philosophy at Oxford, Geneva, and the Sorbonne, what he thought of such a statement, without revealing that it was my own. He replied with a single word: ‘Soppy.’” So it’s a book which is part memoir and part essay, it goes from one mode to the other and back again. It’s partly a family memoir, it’s partly an argument with my brother, it’s partly an argument with and against God, it’s about Death, in fact there’s a lot about Death in it, it’s a celebration of art and I hope it’s got a few jokes in it.

In your columns for the New Yorker you wrote of politics and the transition from Margaret Thatcher on to John Major and then Tony Blair, who is the subject of the last piece. In it you wrote that you couldn’t get anyone to give you a prognosis of his government and you yourself showed a mixture of hope, fear and uncertainty. Now that the Blair years are behind us, how do you look back on them and on the portrait that you wrote before they started?

I haven’t reread it, but my memory of it is that I thought he would be more hones than the previous administration but that I thought he would be just as conservative, and I think that that has=certainly proved the case. Mrs. Thatcher, who is not my favourite politician, said at one point about Tony Blair something like “He’s my boy.” It is one of the most remarkable and for me unpredictable happenings in British politics in my lifetime that when Mrs. Thatcher arrived into power she seemed to me and to other people an eccentric, a one-off with a very hard-line, right-wing, pro-market agenda, and I misjudged her. I thought this would be a little move to the right and then things would go back to the centre, but it is as if she’s hung the clock permanently at a different angle. She didn’t think of John Major as very much of a successor because he wasn’t as hard-line as her. In fact, I think none of the fundamental reforms that she introduced have been turned back by Tony Blair, nor indeed by Gordon Brown. I think I misjudged how essentially conservative my country was: when I was growing up and things moved from a vaguely left-wing Conservative to a vaguely right-wing Labour again this was actually a sort of narrow period, a small passage of British politics, and now we are going back to the sort of politics that we had more in the 19th century. The extreme gap between rich and poor is now well in line with Victorian levels if not worse, and people don’t seem to mind this.

You’ve written about quintessentially British things: does it surprise you when you come to Argentina and find that people unveil plaques and name parrots in your honour?

I went to visit the “Miguel Cané” Borges library this morning and I was astonished to see this plaque that said that I had visited the library that day. I thought that it must be an ironic argentine joke, and that as soon as I turned my back they’d put another one that said Ian Mc Ewan visited the library on that day. So I took out my handkerchief and I pretended to wipe my tears but in fact I was extremely moved by it. But it does mean I should come back to Buenos Aires at regular intervals without warning anyone to check that it is still there. In England I am sometimes thought of as a rather suspiciously Continental, foreign writer, but of course when I go somewhere like France they say “No, you’re not Continental or French, you are very British.” The fact is it’s always a surprise how your books travel: I wrote two novels before Flaubert’s Parrot, both of which sold very small amounts of copies and just about appeared in paperback, and then I wrote Flaubert’s Parrot, which when I described it to people, including my publisher, I thought would sell even less than my first two books. When it started being translated and read and understood in other countries it was one of the most wonderful moments of my writing life. And the sort of surprises like I had this morning are the purest form of reward that you get as a writer. Apart from anything else, it encourages you and strengthens your belief that art not only travels but also tells more truth than anything else.

The protagonist of Flaubert’s Parrot is obsessed with Flaubert. Do you share that obsession with Flaubert or any other writer?

I’ve written two books which feature a writer, but Flaubert’s Parrot came of a long obsession with Flaubert which is absolutely mine. He is, not just for me but for Milan Kundera, Vargas Llosa and Philip Roth too, the writer’s writer par excellence. He’s a great writer that I reread constantly and constantly find new things in: the last thing I did before leaving England was write a long article about the fifth volume of the Pléiade’s Correspondence, so he’s remained with me all my life and will continue to do so, whereas I couldn’t be less interested in Arthur Conan Doyle. It was just that when I came across this extraordinary case which no writer had touched in 100 years I thought “This is my story, I’m going to tell this story” and Conan Doyle was there, I couldn’t chase him out of the story, but I would have been just as happy or probably happier if it had been a lawyer or a dentist or a car mechanic because you can have too much of a writer writing about a writer.

The narrator of Flaubert’s Parrot establishes a Decalogue of things that a novel should never be about (God, Oxford and Cambridge, etc.). Do you agree with this decalogue and would you add to it?

You’re being very tactful because you know and I know that one of the areas of literature on which the narrator says there should be a temporary ban is magic realism from South American writers. At the end he says “I propose there should be a special branch for novels taking place in Antarctica and the Artic.” This was written at a time when it seemed that any novel that was written in Latin America and had a magic realism element to it was automatically a work of genius, so it’s part a satirical protest because there are always orthodoxies and schools that come and go. The character has my obsession with Flaubert but I tried to give him a different character, and the section in which he details his preferences for reading overlaps 40 to 50 per cent with mine so I tried to draw him differently. I am surprised when I see reader’s copies of Flaubert’s Parrot and each of those 10 forbidden areas have written in for a particular book have written in a particular book that Flaubert’s Parrot is meant to be attacking, but it wasn’t intended like that at all. It was meant to characterize the author, but it is also a playful novel in the sense that the narrator and I occasionally overlap.

Why do you think that the stories of ordinary people with their small treasons, small fantasies and small unfulfilled dreams still interest readers?

I think the best literature isn’t snobbish, and the best literature acknowledges that regardless of money and social position people love and are happy and suffer in roughly the same way. The writer finds his or her stories wherever he or she can, and they are the stories that speak to you. To quite a large extent, it’s not you who choose the stories but the stories choose you. I said before that I recognized Arthur & George and said “that’s my story”, but you could equally say that the story was saying to me “you’re mine.”

What is the place of your collections of short stories in your work?

I’ve written 10 novels and two collections of short stories, but I didn’t write my first collection of short stories until I was more than 50. I think short stories are harder to write than novels because they are closer to poetry, in that you can imagine a perfect short story as there are perfect poems but there’s no such thing as a perfect novel: every novel has something wrong with it. The US novelist Randall Jarrell defines the novel as “a long piece of prose with something wrong with it.” I always felt apprehensive towards the short story, and the ideas that came to me when I started writing always seemed to come for long pieces of prose with something wrong with them. At a certain point in my life I began to find stories coming to me which said they were short stories, that they could tell just as much in a much shorter space. Publishers certainly believe that short stories are not as important but it’s very unpredictable: the book of mine that’s sold the most in Germany by a long way was a book of short stories, The Lemon Table. This was partly because it was shown and discussed on a television programme, but even so. I suppose that short stories sort of help build up reputations without building up sales: Ian Mc Ewan, who is a great friend of mine, started by writing short stories, and they did make an impact at the time but it was more an impact of reputation rather than sales.

You visited Borges’s library and also one of Neruda’s houses in Chile: what is your interest in writers’ homes?

When I was in Chile I was partly being looked after by the Argentine writer Gonzalo Garcés, and when I told him “we’re going to Neruda’s house today” he was rather puzzled because he said he had absolutely no interest in writers’ houses, writers’ shrines. I always found them fascinating, I even go to writers’ houses when I don’t like the writer. At one point I had a contract to write a book about the houses of French artists, writers and composers. I can’t really identify it: it’s something sentimental, about looking for things that somehow put you in touch with the dead writer. In Neruda’s house it was the wonderful collection of bars that he had, he bought a bar from a bar in Marseille and it was fully stocked, it’s a wonderful object, and then you turn around and there’s a lineup of toby jugs: Neruda, who I think had never been to England, had a collection of about six of them, he collected them for what they looked like, and just at that moment you have a moment of touch, of contact. At the Victoria Ocampo house it was slightly different because I didn’t know that much about her but I knew about the people that she knew. Just to see a piano sitting there at a room and to know that Stravinski had sat at that piano and had played just has a certain effect on me. Maybe when Gonzalo Garcés is a bit older he will learn that this fetishism has room to develop in him.

Do you go to the houses of all the writers that you admire or have read about in Europe?

I often do, if possible. Also composers' houses and painters' houses. It's partly to see i they made more money than me. I particularly like to go to the houses of writers that I admire. I greatly admire Kipling, who is very unfashionable to admire at the moment, especially the short stories, and his house is in Sussex. I didn't know much about it when I went there, and there in the garage was the most magnificent Rolls Royce convertible car from about 1911 or 1912: writers have status symbols as well as other forms of success. Victoria Ocampo liked driving cars, there are photos of her at the wheel - I would have liked to see her car as well.

Your generation managed to make a collective presence for themselves in the international literary world: why hasn't that happened with the following generation of British writers?

I think there was something about my generation... I sometimes think that writers are a bit like restaurants: there are some towns that have one restaurant that not many people go to, but then the town gets two, three, four, five, six restaurants and all of a sudden everyone is going out to dinner. Sometimes when four, five or six writers come out at the same time it creates some kind of acceleration. Those generations when there’s just one or two, or when they can't quite seem to be together, I don't know... It's also got to do with the great Spanish publisher Jorge Herralde. At a certain point Jorge, whom I love dearly, created the phrase "the dream team of British writers" (Amis, Barnes, Mc Ewan, Ishiguro, Rushdie, Swift and so on). This label was successful - what Jorge didn't say was that all of them were published by Jorge Herralde. Many years later people still ask me about the "British dream team of writers". It's a mixture of luck and talent and publicity and chance: there are very good British writers of subsequent generations.

Do you like any US writers?

British writers tend to divide into those who are pulled towards North America and those who are pulled towards Europe, and I think that because we share a common language it's more dangerous to be pulled towards North America. I like to say that because I happen to be pulled towards Europe, that's where my area of influence is. I think that my roots are partly in France and then Russia. To me North American literature, because it's written in English, is much more exotic in some ways than European literature of the 19th century, but I certainly admire many contemporary US writers - Salinger, Lorrie Moore. I revere John Updike: I'm glad I'm not an American novelist because Updike has written the greatest US novel in the Rabbit quintet. He can describe things, the ordinary, sensuous aspect of life (the colours, the touch of things) in a way that I know I can't. If I was a US writer I'd be more depressed than I am because I am an English writer.

There is a story that you took back 10 years later (Talking it Over and Love, etc). What made you revisit?

When I finished Talking It Over I thought the story was finished, and I didn't think about it much because once my books are over I think about them not as dead things but as finished things. And then people started asking me what happened next, and I would say "What do you think?" and they would say different things. Talking It Over ends with a scene which is being organized by the wife to make her first husband think that the second marriage is a disaster. I noticed the difference when I'd go to France: they would answer "She's not gonna stay with that dreadful fellow." I don't know about that! And we started arguing about what would happen, and I'd say "It's very unusual for English people to divorce twice, once is getting a bit normal but twice is very rare", and they said "No, but she's gonna divorce him." The readers were keeping the story alive for me. The problem with giving interviews is that they always come back to haunt you: about six or seven years after Talking It Over was published I did one of those Q&As on the literary pages and one of the questions "Which books should have a sequel?" I just gave what I then believed, which is "No book should have a sequel." I'd forgotten that I'd answered that question and eighteen months later I started writing a sequel, "Love, etc.". When the interviews started everybody said "You said no book should have a sequel!", so I started saying "No, this book is the book, the other one was a prequel."

In what ways have you used France to explore England or Englishness?

France is my second country. I sometimes find myself astonished by how far and how often children of the current generation travel. I was at the literary festival in Parati, Brazil, and the son of Hanif Kureishi was there too (he's about this high). He said "Do you prefer San Francisco or Hong Kong?" and I almost just slapped him around... I thought of how much things had changed since I was that high, because it was perfectly normal not to go anywhere, to stay in your own country, and I didn't go abroad until I was 13 and I didn't go to another country apart from France until I was 18 or 19. And so the first country that you went to made a much bigger impact than it would on a child today who woukld have seen lots of countries on television and would be used to going to airports and things like that. So I think that from an early age I learned from France that there were places where people did things differently, sand that different didn't necessarily mean worse, in fact it could mean better. I don't think it's as straightforward as I'd go to France and I'd look at my own country and see it differently, but I do think it's important to know it possible for people to know one other culture, one other language very well because the danger for English-speaking people is to be lazy especially about languages. Just to speak another language is to discover that there are different ways of expressing truth, and you begin to compare truth as you compare languages. And also you discover that you say different things in another language: I give interviews in England in English and in France in French, and often I don't give the same answers! It's not because I'm lying and it's not because I'm bored, it's just that the culture and the language take you like a river in a different direction. And I'm very depressed by one thing that's happened recently in myt country, and it's that the study of foreign languages is in serious decline. It was norm that every child had to learn a foreign language to a certain level, and now with a sort of false idea of democracy children are being offered to choose their subjects. I was allowed to choose in my time between Greek or German, which were both perhaps difficult, but if you are allowed to choose between foreign languages and Media Studies most children are gonna choose Media Studies. The knock-on effect is that fewer children are studying foreign languages in British schools, and therefore in the universities: university posts in Spanish, French and other languages are declining, and it's an awful paradox of the modern world, that the more we are intertwined the less some of us speak the others' languages.
You have described literature as ambiguity: do you think literature has to lie in order to find the truth?

You often get asked the question "What does literature do? What do books do?", and I tend to answer it tells beautiful, ordered lies in order to tell hard, exact truths. Of course I've said it so many times that I no longer believe it! Of course I believe fundamentally that all art, and especially the one that I practice, lies, that painters paint things that never existed, in theatre you see characters that don't exist, and in books you think for the hours that you read the novel that Madame Bovary is a real woman who takes poison and betrays her husband, and yet within these things are the truths that we shouldn't leave behind as a civilization. Of course art tells more truths than the opposing truths of politics or religion or the day-to-day truths of journalism (I've worked as a journalist myself so I'm allowed to insult myself), but that's what it's about and that's why it lasts.

If in 100 years your house is open to the public, do you think it will be a true reflection of yourself?
I was very surprised to see the cover of an Argentine newspaper a big photograph of me standing in my own studio. I looked at it rather as if it wasn't mine: I saw a wastepaper basket which was very full of things, and a word processor and a typewriter, and there's a little sign at the back which I couldn't quite read, and I began looking at my study as someone else might who walked into it or were it to be preserved in some way. I'm not very interested in what happens to me when I'm dead, it would be nice to think that people will carry on reading my books but it's certainly possible that someone will buy my house and knock it down. Flaubert quite liked the idea that when people dies, instead of their houses being preserved they were knocked down - during his oriental travels he discovered a tradition that when a chief died his house was knocked down rather than preserve it, now we do the opposite thing and preserve everything. I quite like the idea of chance, of the haphazard having an effect. The houses that often have moved me are in fact the houses that by chance have survived exactly as they were: the house of Georges Sand in the middle of France is the most wonderful example of it because. She died in 1876, and her family carried on living in the house and her granddaughter died after the Second World War, so the house has been kept exactly as it was but also used. And then it was given to the local authorities and it was preserved, and all the stuff from her time is there but you feel it has an extra life. I find it rather strange nowadays the idea that a painting goes straight from an artist's studio into a museum, it strikes me as odd because it used to be that it ought to have a life in between, that it ought to hang in people's walls and people ought to look at it as a domestic object and then at a certain time it goes to the museum or a rubbish heap. I don't like the idea of the instant mummification of things.

Is there in English writers today a parasitism of sorts towards certain writers of the traditional canon, such as Kipling?

I don't think it's parasitism, it's more a celebration, a way of keeping them alive. Sometimes you have a very direct relationship with writers of the past, you read them for a while, you stop reading them or continue, some of them are great writers when you are 20 but not great when you are 40, and the greatest writers last all through your life and they change as you change. And then there's a more complicated relationship with writers. I am embarrassed to admit that I read the Quixote for the first time in the last 10 years, that I never read it while I was reading the other classics. The Quixote was one of the great books for Flaubert: he read it very young and he constantly reread it. Because I know Flaubert quite well I had read everything Flaubert had ever written about Quixote before I read it, and so when I finally read Quixote I thought "This explains Bouvard et Pécuchet" or "This aspect has something of Madame Bovary." You often see a great work through a filter of subsequent writers. It's interesting that the English writers who Borges admired in particular (Stevenson, H. G. Wells, Chesterton) are now deeply out of fashion in England. I think I read one book by Stevenson, one by Chesterton and one by H. G. Wells and I'm not unusual in this. I would reread them because of Borges, and so you then reread them through the filter that Borges defined in them, they would become more Borgesian than they were when they were written. That's how I regard writers of the past.

You were talking about reconstructing a tradition: how does that relate to England being rebuilt as a theme park in England, England?

It may be significant that I wrote most of that book and had most of the ideas for it when I was living in the United States, I needed distance from my country in order to think about it. What came out of seeing 200 about to arise and thinking "This will be a time to reflect, not on the state of Britain, but on the idea of Britain, and by extension the idea of the old nation states." And it seemed to me that what was happening quite fast was that the individuality of countries was being gradually eroded, and it seemed to be happening more quickly in Europe than perhaps anywhere else. And it was a mixture of Americanization, globalization, bureaucratization, Europeanization, idleness, the way the market works nowadays, so that you could pick someone up and put them down in a street in many different cities of Europe and they wouldn't be able to tell where they were. And I thought that what was happening was that in response to this countries like mine would say "Well, that may be happening but we are still as really as English as we ever were, as French as we ever were, as German as we ever were." What then happens is that the country erects certain totems, certain symbols, and says "Look, we are just as British as we ever were because we have the Royal Family, we have Manchester United, we have the Beatles, we have cream teas, we have policemen with helmets, we have red postboxes." So I said "Let's take that to the logical conclusion, let's put all that stuff together on one island and call it England." And that's what I did: it's obviously satirical and farcical but it seemed to me that more and more this is what was happening. It's also about the way in which the replica has come to be as authentic and as valued as the real. You go to Florence, you see Michelangelo's statue of David in the Piazza and you admire it, and maybe someone comes up to you and says "It's not the real one, the real one is in the Academia." At that point, do you then say "Oh, I'll go to the Academia" or do you say "I've seen it"? And I'm no different from anyone else, I'll probably say "Well, that's it." I read somewhere that in the last 12 months more visitors have gone to see the replica version of Venice in Las Vegas that went to Venice itself. Part of me says that his is a jolly good idea because if they don't go to Venice then I can go to Venice, but I think this is the way that we are heading.