19.3.07

George Orwell también dijo ESO primero

No hace falta aclarar que George Orwell fue el que inventó el original Big Brother, la figura omnipresente del Estado en la ucronía antistalinista 1984. También escribió, entre tantas otras cosas, y nada menos que en 1946 cuando las cenizas de Hiroshima estaban tan tibias como los cadáveres de Mussolini y de Hitler (y Stalin estaba recalentando las cosas por el otro frente), un maravilloso artículo titulado Politics and the English Language, que encontré gracias a digg.

Y fíjense en esta parte:

A man may take to drink because he feels himself to be a failure, and then fail all the more completely because he drinks. It is rather the same thing that is happening to the English language. It becomes ugly and inaccurate because our thoughts are foolish, but the slovenliness of our language makes it easier for us to have foolish thoughts. The point is that the process is reversible. Modern English, especially written English, is full of bad habits which spread by imitation and which can be avoided if one is willing to take the necessary trouble. If one gets rid of these habits one can think more clearly, and to think clearly is a necessary first step toward political regeneration: so that the fight against bad English is not frivolous and is not the exclusive concern of professional writers.
No se puede pensar bien con un idioma banal, hay un idioma banal porque no se piensa bien, y sin pensar bien no hay posibilidad de una transformación (el habla de "regeneración") política. La lucha contra el mal inglés (contra el mal idioma, el idioma pobre, el impreciso, el bastardeado) no esfrívola, y no es sólo preocupación de los escritores profesionales.
Chupate esa mandarina.
En Se esconde tras los ojos, lo que casi nadie entendió de Se esconde, es que el lenguaje grandilocuente y el tono exagerado necesariamente tienen que fracasar, y que en algún punto están diciendo lo que dice Orwell. El tono, la escala, todo es deliberado: un lenguaje grande para hablar de la nada, una historia que exagera lo que no existe. La figura que tuve en la cabeza era la de la espuma: una estructura brillante, suntuosa, que lo llena todo pero que en realidad está hecha de aire, que es una forma del vacío. Un vacío escondido, expuesto, desnudado. Eso hacía Jonathan Swift, eso hacía a su manera Jane Austen, eso hacía Pope en Rape of the Lock. Lo que escribió Orwell lo podría haber dicho Ezra Pound, lo podría habner dicho T. S. Eliot. Lo querría haber dicho yo más claramente, pero para algo ellos fueron quienes fueron y yo hago lo que puedo para, a duras penas, ser quien soy.
De los que mencioné antes, el ejemplo más claro y el más cercano a lo que intenté es el de Pope: Rape of the Lock es un poema épico con todas las de la ley que cuenta una historia menos que estúpida. Imita a la Ilíada para contar como un pendorcho le corta un rulo a otra pendorcha, y lo que pasa gracias a eso. El tono y el lenguaje están en el registro enorme de la épica, la historia es pequeña de por sí pero la distancia entre lenguaje y acontecimiento hacen que todo sea más pequeño. Una cosa es ser petiso en un 2 ambientes con techo de 2 metros 60, otra mucho más extrema es ser petiso adentro de una catedral. El lenguaje exacto de los antiguos deja pagando la estupidez de lo moderno. A eso apuntaba, eso se desprende de Orwell, y eso sigue siendo cierto hoy. Despojar al lenguaje es despojar a la realidad que se crea, se narra o se quiere transformar.
Despojarlo no es hacerlo menos culto sino despojarlo de las herramientas para decir algo: palabras "vulgares" o "educadas", muchas o pocas, pero precisas, y que no hagan una virtud de su propia falencia. Que sean una buena herramienta. Una frase demoledora de Orwell, sacada del mismo artículo: What is above all needed is to let the meaning choose the word, and not the other way around. In prose, the worst thing one can do with words is surrender to them. Orwell está criticando el lenguaje innecesariamente pomposo, la metáfora gastada, el circunloquio. Que el lenguaje sea una expresión de algo y no un fin en sí mismo (por cerrado sobre sí mismo y su propia belleza) o una limitación (por pobre, por insuficiente, por impreciso).
Curiosamente, el mejor ejemplo es el vocabulario de 35 palabras de los imbéciles de Gran Hermano (ahora sí, el programa de televisión), caterva de borregos que no pueden siquiera articular una reflexión coherente sobre el absurdo en el que voluntariamente se involucraron. O algunos escritores contemporáneos, celebrados incluso, de cuyo nombre prefiero no acordarme.

3.3.07

Estoy herido

El martes entré por primera vez a un quirófano. La cirugía fue absolutamente menor (sacar un quiste en la espalda y otro en la pierna), duró 25 minutos y no tuvo ningún tipo de complicación. Salí caminando, volví a casa, me tomé una aspirina y ahora me cambio cada tanto las gasas de las heridas.

Pero hubo, igual, toda la parafernalia de la cirugía: habitación estéril, aparatos de todo tipo, camilla, camisolín, instrumentadores, "bisturí, nylon 4, separador", etc. Entraba Luka Kovac y estábamos todos.

Todo está pensado para el médico: la camilla es incómoda, estrecha, demasiado alta, pero así es mejor para el que opera. La situación es despersonalizada y, en algún punto, humillante, y más allá del buen trato y la cortesía del personal no hay nada puesto para que el paciente se asuste menos o la pase mejor.

Profesión rara la cirugía, pero sobre todo cosa rara ser el paciente. No me durmieron para la operación, pero sí tuve anestesia local en dos partes. Me abrieron, me revolvieron, me recortaron, me cauterizaron y me cosieron. Era como si se lo estuvieran haciendo a la mesa. Mientras tanto charlaba con el cirujano, que me decía que sí, es cierto que tratan quistes y no pacientes, pero que sí piensan en la persona a la que van pegados esos quistes. "Igual prefiero que si me tienen que cortar una pierna estén pensando en cómo hacerlo bien y no en qué mal la va a pasar este tipo con muletas". Cosa rara ser paciente.

Pero lo más fuerte de todo es que en realidad es todo una representación. Foucault diría, uy tendría razón, que es un teatro del poder y del control. Pero más que nada es el divorcio absoluto del cuerpo y la persona. Lo que se estaba tratando era mi cuerpo, yo estaba de convidado de piedra. Si me pudiera haber arrancado la pierna, dejarla en el mostrador para que la operaran y pasarla a buscar a las 5 de la tarde, a ellos les daba igual. A mí me daba igual también. La anestesia separa una parte del cuerpo de la sensación: es como si no estuviera más. La anestesia total duerme a la persona, temporalmente la anula. Se va al médico como se va al mecánico.

Estamos todos locos. Locos estamos.