26.7.06

Los números mágicos

Habilitaron un número para denunciar delitos que están ocurriendo en los trenes, para que la policía pueda detener a los chorros en la siguiente estación de tren. Preguntas:

- ¿Alguien supone, de verdad, que si yo llamo a mitad de camino entre dos estaciones la bonaerense (nada menos) va a estar en el andén en dos minutos?

- ¿Los celulares no son una de las cosas más pungueadas? ¿Con qué se supone que llamo, con el zapatófono? No, me olvidaba, zapatos y zapatillas también afanan...

- ¿Alguien supone, de verdad, que puedo llamar y decir en voz bien alta para que se me escuche por sopbre el ruido del tren "Señores, hay un flaco de buzo azul y pantalón gris que se está choreando una billetera al lado mío, si quieren les paso con él así le preguntan el nombre y la dirección así lo pasan a buscar con un patrullero esta noche"?

- ¿A qué cráneo se le ocurrió que el número fuera *31416? ¿Qué sigue? ¿El número de Fibonacci para denunciar a los que tiran basura en las calles? ¿e para pedir que vengan a podar el árbol de la esquina? ¿La raíz cuadrada de 2 para pedir pizza de Güerrín? Si contaban con que algún alumno de las escuelas provinciales de Buenos Aires post-Ley Federal de Educación reconozca el número van más que fritos...

18.7.06

Libros pochocleros

Alguien tuvo una idea brillante, de esas que sólo se le ocurren a los que pasan de la venta de sachets de leche al departamento de marketing de una editorial. Llegaron las colas de los libros. Algunas ideas:
- Un hombre, un sueño, un rocín flaco y galgo corredor. En un lugar de La Mancha, dos amigos entrañables descubren el significado de la caballería... ¡peleando contra molinos de viento!

- Gregorio Samsza no imaginaba que ese día no iba a ser un día más. Del escritor de "El proceso", una historia que nos enseña que los cambios más inesperados pueden estar... a la vuelta de la esquina.

- Escapa de la ley, del ejército, de los patrones. Un rebelde. Un soñador. Un renegado. Un poeta. Los versos que cambiaron la historia, la historia que cambió a una nación. La primera parte del libro que nos enseñó la ley primera de la hermandad.

Se escuchan más sugerencias: abrimos una agencia y nos llenamos de plata...

13.7.06

L'esprit de l'escalier

Los franceses usan la expresión "l'esprit de l'escalier" (el ingenio de la escalera) para esas situaciones en las que uno se da cuenta en la escalera de lo que debería haber dicho en la sala. Bueno, aquí va mi ingenio de la escalera de la semana.
Ayer por la noche hablé en el MALBA en la presentación de Nuevas Narrativas - Historias Breves II, la última antología de cuentos de alumknos del taller de Diego Paszkowski del que formo parte hace bastante tiempo. Estuve una semana pensando qué decir, dije esas cosas que se me ocurrieron en esa semana que tenía que decir, y sin embargo aquí hay cosas que debería haber dicho:
  • Un síntoma, o quizás un problema, de la "condición de la literatura joven", es que ser escritor no es ninguno de los 25 destinos cool de las voluntades literarias jóvenes. Ser joven y creativo es ser diseñador de lo que sea, músico, DJ, inaugurador de instalaciones, modelo, estudiante de una universidad de cine, realizador de cortometrajes alternativos, poeta pop, artista web, artista electrónico, performer, drag queen o todas estas opciones a la vez, pero difícilmente pase por escribir cuentos y novelas. Escribir historias es lo que hacen todos esos tipos cuando están aburridos, pero elegir "sólo eso" como expresión está visto como algo limitado. Entonces, el joven escritor es por definición un loser.
  • La misma etiqueta es un problema, o en todo caso el síntoma de un problema: nadie sabe qué pitos hacer con todos estos pibes que no escriben de ninguna de las formas en las que se supone que hay que escribir. Y eso no es culpa de ellos, primero porque no se escribe para caer en una de las 15 etiquetas que están de moda ese año. Segundo, porque la literatura que circula editorialmente atrasa tanto a la hora de representar el mundo en el que vive la gente que tiene menos de 50 años que hay un hueco enorme entre cualquier posibilidad de producción honesta y los nombres (al menos los nombres reconocibles) que entrarían en un universo de comparaciones. Sí, hay influencias; sí, hay autores "en actividad" que hacen cosas valiosas, pero falta un sustrato de "disconformes y enojados con la vida" que intenten destronar a esos "viejos chotos", y falta la tensión que representan esos disconformes como forma de generar una representación de lo nuevo.
  • La circulación de la literatura es fundamentla, seguro, pero decir que un momento en el que se escribe mucho pero se publica poco es un momento culturalmente pobre... ¿es un problema de los que escriben o de los que publican? ¿quiénes tendrían que hacer algo al respecto? Si "la base está" y la escritura de calidad existe, que los que hacen su negocio de hacer circular esa producción se pongan las botas y dejen de llorar, y sobre todo que dejen de llorarnos la carta a los que escribimos.
  • Y, en todo caso, es cierto que no todos escriben, que muy pocos escriben bien y que casi nadie escribe realmente bien, para no mencionar a esos elegidos que lo hacen de forma realmente excepcional. Pero no reproduzcamos el clásico error del deporte: si 50 millones de personas miran a 22 tipos corriendo una pelota, los que jugaron al fútbol fueron los 22 y no los 50 millones. Como política cultural, me parece más noble intentar que los 50 millones puedan codificar su propia vida como productores de cultura: eso no se puede hacer sin haber visto, leído, escuchado, pensado con otra gente... pero creer que el fin último de la cosa es publicar/editar (libros de 50 pesos en un país con provincias en las que hay una sola librería) es como pensar que el problema de la comida en el mundo se resuelve poniendo más supermercados que tengan más góndolas.

6.7.06

Literatos y excéntricos

Aquí, la crítica que escribí para el Buenos Aires Herald de Literatos y excéntricos, un libro raro sobre los antecesores ingleses de Borges.

3.7.06

Quién quiere "memoria activa" si existe la "memoria creativa"...

La historia argentina es un embole: hasta las partes divertidas son lentas. Toda una semana preparándose para llegar al 25 de mayo de 1810, y despues 6 años de aburrimiento hasta el 9 de julio de 1816 (por suerte en el medio hay campañas militares, intrigas políticas, algún golpecito de estado y el asesinato de Moreno, que si no nos quedábamos todos dormidos).

¿Y las invasiones inglesas? Hasta eso está mal pensado: tener dos invasiones es redundante, que la segunda haya sido tan mal organizada es anticlimático, lo menos que hay que hacer es juntar las dos y ver si entre todo es o sacamos aunque sea una escena interesante... lo que hacen falta no son historiadores, son guionistas. En Ensenada pensaron lo mismo, y se tomaron algunas "licencias poéticas" para la representación que hacen todos los años de las Invasiones.

Por un lado, son unos sátrapas que venden a la madre por un puñado de pochoclo y que se cavan sus propias tumbas, porque no se puede ser a la vez una reconstrucción histórica y un espectáculo que haga cualquier cosa por ser entretenido. Disneylandia puede ser muchas cosas, pero nunca va a ser una biblioteca escolar.

Pero por otra parte en Ensenada son posmodernos: la historia es un relato, un relato más, y los académicos hacen lo mismo que los novelistas pero peor escrito. Palabras son palabras son palabras, y no hay nada en las palabras que indique si son verdaderas o no, si ocurrieron o no. El cuentito que nos contó Mitre es en esencia el mismo que el cuentito que nos contó Pigna: no importa el contenido del cuentito, sino el hecho de que son (valga la redundancia) dos cuentitos. En Ensenada la tienen clara.

El presidente de la Comisión de Reconstrucción Histórica se despachó con una frase que, si la decía Derrida o Foucault, le armaban un congreso: La perfección en los datos y citas es una manía de los académicos. Con menos que esto se han hecho tesis universitarias.

Julian Barnes lo dijo mejor en England, England, pero los muchachos de Ensenada tienen su encanto.

El vértigo, parte II

La segunda entrega de la historia serializada que mantiene en vilo a la nación.

En el capítulo anterior... un grupo de jóvenes llega a un bar con una propuesta extraña. El dueño del bar desconfía pero acepta... ¿habrá hecho bien? ¿o debería hacerle caso a los que le aconsejan que los eche? ¿estarán todos en peligro?