26.2.09

Los jóvenes chavales

Resulta que La joven guardia se publicó en España, y (otros) tres de los autores de la antología se fueron para la Madre Patria a chupar frío y hablar bondades de los 19 giles que nos quedamos a tomar mate en el Cono Sur derretidos de calor. Bueno, que en este artículo de El País hablan del tema, y que esperamos que además de algún ejemplar de la edición española traigan souvenirs de El Corte Inglés, y que, como decía Jaime Roos, "No te olvides de nosotros y que seas muy feliz".

Pero digo yo, para todos los que miraban de cotelete y no nos daban pelota y nos trataban como bichos raros incultos que no leen miran tele sólo saben de Internet y se nos reían en la cara: in your face, pelafustanes.

Kazuo

Los amigos de Eterna Cadencia me pidieron para su blog una recomendación de libro, y en un acto de fe escribí unas líneas acerca del libro que estaba leyendo en ese momento, Never Let Me Go de Kazuo Ishiguro. Bueno, un par de días después terminé de leerlo y ratifico todo lo que puse allí: el libro es extraordinario, Ishiguro es extraordinario, y que (para repetir una frase que en el 2000 dije delante de una periodista acerca de Juan José Saer y que varios se encargaron de recordarme después) le comería los sesos con una cucharita a ver si se me pega algo. Never Let Me Go está ahí arriba entre sus libros, junto con The Remains of the Day y An Artist of the Floating World, que eran hasta ahora los que más me habían llegado. Eso, léanlen si le tienen la chance.

12.2.09

¿Quién levantó estas cuatro paredes de mierda?

La frase del título, para los que no recuerden, es de Guevarita en Campeones, y hablaba del gimnasio en el que trabajaba. Pues bien, el Herald se muda de edificio tras un nuevo pasamanos empresarial, lo que significa dejar el lugar en el que estuvimos los últimos 30 años (8 en mi caso, pero varios de los que están en la redacción pasaron casi todo ese tiempo laburando).

Es extraño: la mudanza moviliza por más que no se trate de la casa de ninguno de nosotros (en definitiva, los dueños siempre fueron los patrones...). Aparecen cosas enterradas en cajones hace años, fotos de archivo, discos viejos, anotadores de hace siglos, casettes usados para entrevistas, papeles, libros, revistas, los cachivaches que nadie tira pero tampoco usa.

El edificio, aclaremos, es feote, un monumento a la arquitectura horrible y deprimente de los 70 mal mantenido y sin actualizar. Pero igual, con el tiempo, hasta con eso uno se encariña, y hasta de eso uno se siente parte - mal o bien, quién puede decirlo, pero parte al fin. Adios Azopardo 455, entonces, y a los tiempos inciertos que se vienen les pondremos el pecho desde otro lado. Y antes de irme ya se me ocurrirá algún lugar del edificio en el que estampar una firma o algún souvenir por el estilo, para seguir rondando los pasillos como de costumbre.

7.2.09

¿Y el chiste?

En algún momento, a alguin se le va a prender la lamparita y se va a dar cuenta de que las historias sobre escritores no le interesan a nadie más que a los escritores, y que por má que la mona se vista de seda no hay más de cuatro tipos que justifiquen un E! True Hollywood Story, y que 605 páginas de Los detectives salvajes son un abuso a la paciencia y la buena fe. A menos que esto sea un torneo para ver de cuántas formas diferentes se puede explorar el propio ombligo.