6.9.06

De subsidios superpoderosos y oraculistas

Hace tiempo que Sábato no era noticia, pero el escritor bienpensante que prefieren las masas lo ha hecho de nuevo (y esta vez va por nuestros impuestos).

Convengamos que un palo y medio es bastante plata para sacarse una foto con Sábato, pero mirémoslo por el lado amable: para ésto era que querían los superpoderes, che, no están financiando la interna peronista, le están dando plata a Sábato que es un buen tipo (y, después de desautorizarle el prólogo al informe de la Conadep, le debían una).


La otra maravilla de esto es que, en una columna del suplemento de Cultura del diario Perfil del domingo pasado, 72 horas antes de este photo-op, el soberbio de Tabarovsky había escrito que las acciones de Sábato como consagrador de bondades políticas y lavadas de cara buscado por todo candidato o funcionario de turno se habían agotado varios años atrás: si no fuera por la visión preclara de esta esperanza blanca de la literatura de izquierda, no sé dónde estaríamos.

4.9.06

Lado A, Lado B

Hace ya varios meses escribí un Lado B que todavía no había subido al blog. Pero hoy es el día perfecto: primero, lean el Lado A en los diarios. Después, pasen al Lado B.

3.9.06

Los piratas, parte II

Hay un comentario al post anterior que empecé a responder como comentario, pero en el camino se me aclararon algunas ideas que estaban sueltas en el post anterior y se convirtió en un post nuevo (en el camino, también, Blogger se lo comió cuando lo publiqué, así que ahora lo reconstruyo de memoria).

Empiezo por el final: el comentario terminaba diciendo que mi novela es cara e inconseguible, como los CDs de música irlandesa que bajo. Pues bien, Se esconde tras los ojos se vende a nueve pesos. Uno más que ocho y uno menos que nueve. No sé en qué definición de exhorbitancia cabe ese precio. La disponibilidad es otra cosa, los libros duran cada vez menosen los estantes y conseguir un libro con 6 años de publicado puede ser complicado pero es posible (conmozco gente que lo compró en este año, así que existir existe).

Pero el tema de fondo es otro. El tema de fondo es que el derecho de un autor sobre su obra tiene dos partes, y hay una que se bastardea y otra que se ignora olímpicamente.

Primero, está el derecho de explotación económica, que aparentemente se tiene que vivir con culpa. El comentarista seudonimado (mala costumbre, pero casi una regla del juego en Internet) dice que me tengo que dar por bien pagado porque recibí un anticipo. Bueno, para empezar ese anticipo (generoso, convengamos) fue un premio ganado en buena ley y con bastante orgullo por sobre otras 936 novelas.

Para continuar, en nada afecta el tema de fondo: cada copia descargada es una mano metida en el bolsillo del escritor. Los escritores no damos recitales en vivo, no vendemos remeras, no pintamos murales en patios de Palermo, no cobramos por hacer apariciones en los shoppings ni por animar bar mitzvahs tocando Hava Nagila. La única forma de sacarle algo de dinero (no para vivir de la escritura, algo virtualmente imposible, sino para pagar alguna cuenta y aunque sea tomarse un vino a la salud de todo el laburo puesto en cada cosa que uno escribe) es el famoso 10 por ciento sobre el precio de tapa - cuando las editoriales lo liquidan correctamente y todo eso, cosa que no siempre sucede. Que un músico diga que los discos son promoción de sus shows, o que las copias truchas de Mickey Mouse sirvan para que Disney venda más muñequitos, no son modelos que sirvan para la literatura. Y no hay por qué defender moralmente la postura: cada uno es dueño de su trabajo y de los frutos de su trabajo, sea el trabajo que sea.

Pero el otro derecho del autor, al que directamente ni se le presta atención pero que existe (en los códiglos legales y tratados internacionales), es el derecho moral sobre la obra. El autor es dueño también de qué se hace con la obra. Si a alguna delirante agrupación neonazi se le ocurre usar un texto mío para una campaña, yo tengo derecho a negarme por más que me paguen. Si no quiero que circulen copias electrónicas en Internet, o quiero que circulen de una forma y no de otras (por ejemplo, a través d este blog y no en edonkey) tengo derecho a que no ocurra. Como dice Mabelita Gldstein, profesora de la carrera de Edición, el derecho de autor, antes que un derecho económico, es un derecho humano, y eso se viola completamente si algún pelotudo agarra el scanner y se despacha con una "edición electrónica".

Por otra parte, hay un elemento ad hominem en el comentario que es todavía más inaceptable: vos nop te quejes porque cobraste, porque ganaste un premio. Que se queje tu editor, que es al que le sacan la plata. Primero, la plata se la sacan a los dos, y aunque no lo parezca (aunque las editoriales no lo entiendan y no actúen en consecuencia la mayor parte de las veces) la edición de un libro es un emprendimiento conjunto entre un autor y un editor. A ninguno de los dos le va bien si no le va bien al otro, y en todo caso que me muestren un beneficio para el autor en que circulen copias truchas en Internet de su novela. Por otra parte, supongamos que "Toledo que se joda porque cobró el premio" - ¿qué hacemos con las obras de otros escritores argentinos que circulan pirateadas en el mismo formato? Hay de casi todos, desde los obvios (Borges, Bioy Casares, Cortázar, etc.) hasta los más nuevos como Aira, Gamerro, Mairal y un larguísimo etcétera. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Qué le inventamos a cada uno para que, cada uno por separado, se jodan por igual?