29.6.06

"Afrancesado", en porteño, se dice "sorete"

Telerman y la concha de tu madre.

Después de empezar como un extended play de Televisión Abierta que fue muy aplaudido por cierta crítica de medios pero que era insoportable pasados los cinco minutos de novedad (dos horas de cámaras clavadas en una esquina de Boedo y otros hits), Ciudad Abierta se había convertido en el mejor canal del cable, o por lo menos en el más interesante. Uno puede sintonizar a cualquier hora y encontrarse con algún programa bueno, malo, aburrido, fascinante, bizarro, extraño, tonto, hiperculto, musical, charlado, entrevistado, lo que sea pero siempre distinto y 100% estimulante. La Caldera, Buenos Aires Rayos X, 13 Tribus, el mes de los 30 años del golpe, los recitales, Remato Misterios de la Materia, Changüí, las reposiciones de El Otro Lado... junto con bodrios inmirables, convengamos, pero por lo menos distintos al Nestum regurgitado que inunda los otros 83 canales públicos y privados de la tele.

Pero se ve que todo esto olía demasiado a Ibarra. Mejor tener un ATC porteño, o un canal de tango para turistas, o La Trastienda TV, o el primer canal del mundo dedicado a explicar la condición del afrancesamiento, o cualquier otra variante del Kanal K que quepa en el sistema de un aprendiz de peronista. Dale que va. Gobierno de calidad, televisión de calidad.

Esta carta, de los directores del canal que acaban de ser despedidos, se reprodujo en varios otros blogs, pero lo que abunda no daña.


Buenos Aires, 26 de junio de 2006

Estimados Amigos:
El generoso y oportuno apoyo brindado a la experiencia de televisión pública que tuvimos la suerte de integrar, impidió en el mes de marzo de2006 la liquidación del proyecto que llevaba adelante Ciudad Abierta.
Durante estos dos años condujimos el canal con espíritu independiente, no gubernamental, lo que permitió producir una televisión pública abierta a nuevas miradas, otras estéticas, y a discursos sobre la Ciudad de poca o nula circulación en los grandes medios.
Tuvimos la vocación de representar un amplio arco cultural, artístico y sociopolítico, conscientes de que una ciudad compleja como Buenos Aires, solo puede ser representada de modo complejo. Con cierta ingenuidad, llegamos a imaginar que el actual gobierno de la Ciudad, podría valorar semejante respaldo a la experiencia Ciudad Abierta, como una forma de abrir, al fin, una discusión social sobre las políticas de comunicación pública en Buenos Aires.
Ocurrió todo lo contrario. Pasaron cuatro meses en los que no fuimos atendidos siquiera una vez por alguna autoridad del área de comunicación, en los que ni siquiera recibimos la más mínima opinión sobre el perfil de la programación o sobre la política de comunicación del nuevo gobierno, si éste la tuviera.
Durante esos meses fuimos objeto del maltrato oficial, de toda clase de recortes de recursos, de banales conspiraciones cotidianas, de falta de financiamiento, hasta el punto de tener que detener la producción de los programas. El gobierno pareció visiblemente más interesado en hacer fracasar estaexperiencia apoyada por todos ustedes, que en mejorarla.
Sobre el canal parece haberse abatido una ley de la vieja política: en cuanto una gestión funciona bien, se le hace la vida imposible. Finalmente, la semana pasada nos solicitaron la renuncia sin apelar a otro argumento que “la voluntad del Jefe de Gobierno”. No podemos, entonces, conocer las razones que sustentan actitudes y decisiones tomadas. Quizás los responsables puedan explicarlas oportunamente.
En Argentina no existe una tradición sostenida de televisión pública de calidad, inteligente e independiente. Ciudad Abierta quiso hacer su aporte en esa dirección. ¿Resulta esto una imperdonable osadía? Desde marzo (fecha en que comenzó la hostilidad del gobierno), y gracias a la continuidad que obtuvimos debido al apoyo de ustedes, hemos podido llevar a cabo una serie de proyectos, que profundizaron lo realizado durante el 2005.
-La puesta en pantalla de nuestro sistema de columnistas: David Viñas, Liliana Herrero, Tomás Abraham, Eugenio Zaffaroni, Cristian Alarcón, Julián Gorodischer, Pablo Marchetti, Rafael Cippolini.
-La producción de cuatro telefilms de ficción, dirigidos por Julia Solomonoff, Gustavo Postiglione, Lucía Cedrón y Rocío Fernández, a los que hubieran continuado Octavio Gettino, Sergio Bellotti, Ricardo Bartis y Fito Páez.
-El documental ya finalizado y listo para su estreno de Martín Rejtman, sobre la comunidad boliviana en el Bajo Flores. Lo mismo en cuanto a lostrabajos en curso de Lucrecia Martel, Lisandro Alonso, Luis Ortega, SergioBizzio.
-El ciclo especial sobre los 30 años del golpe, que incluyó documentales y entrevistas, con un nivel de repercusión extraño para un pequeño canal decable.
-La emisión de la señal latinoamericana Telesur, que se incluye en el espacio que el canal brinda a las televisoras públicas latinoamericanas.
Al interrumpirse la gestión de manera intempestiva, nos vamos sin poderestrenar nuevos programas y experiencias. Fabio Alberti y su programa sobre cultura popular, el Dr. Elías Neumann y su mirada progresista sobrelel delito, Albertina Carri y sus deseos de producir televisión conchicos de barrios populares, Alejandro Kaufman y su particular visión sobre la seguridad. Lamentablemente no pudimos garantizar la realización de estos proyectos. Todo lo hecho fue conseguido con el apoyo de ustedes y de muchos otros como ustedes. Es decir: con el apoyo de artistas, escritores, militantes, trabajadores sociales, intelectuales, videastas, realizadores, urbanistas, músicos, profesores universitarios, periodistas, diseñadores gráficos, actores.
Y sobre todo, con el apoyo de los vecinos de la ciudad. Lo hemos conseguido con un equipo de trabajo joven, dinámico, creativo. Con una audiencia cada día más numerosa, que superaba con creces a la de otros canales de perfil cultural. Una ciudad como Buenos Aires pierde mucho cuando un gobierno decide arbitrariamente abortar de un modo tan violento una experiencia original.
Lo ocurrido deja una enseñanza: la necesidad de una urgente discusión social sobre qué significa una política pública en temas culturales y de comunicación. Esperemos que más allá de nuestro obligado alejamiento, el gobierno entienda que Ciudad Abierta es un canal de todos. Que tiene un lugar ganado entre los espectadores a base de trabajo, honestidad, creatividad, pluralismo, y una mirada que intentó ser crítica y aguda, sobre nuestro tiempo.
Para nosotros, más allá del final, Ciudad Abierta fue una experiencia estimulante y exitosa. Muchas gracias por el apoyo recibido a lo largo deestos años.

Alejandro Montalbán
Gabriel Reches
Damián Tabarovsky

25.6.06

El vértigo, parte 1

¡Volvieron las novelas serializadas! Antes de que se inventaran las telenovelas, las sitcoms y The West Wing las novelas se publicaban en folletines mensuales. Ya se le ocurrió a unos cuantos (y a algunos les fue muy bien) usar los blogs para serializar una historia, así que por qué no probar...

A partir de esta semana, todos los domingos voy a publicar un capítulo de una nouvelle que escribí hace ya unos años.
El título completo de la historia es El vértigo que todos sentimos cuando algo está a punto de suceder, y son 13 capítulos. Aquí pueden encontrar el primero:

20.6.06

Decíamos ayer...

Aquí, el extracto de algunas opiniones mías sobre editoriales y demás en un cable de la agencia ANSA, con motivo del lanzamiento de un libro de cuentos.

Por si alguien quiere más de lo mismo, y para complementar la selección del periodista con mis opiniones completas, aquí está mi respuesta original.

18.6.06

Derrames

Acá, la reseña que escribí para el Buenos Aires Herald sobre 'Abril Rojo', el último premio Alfaguara (que está más o menos).

Acá, la de 'La Patria', el último libro de Federico Jeanmaire (que me pareció execrable).

Y acá, la de 'Cuatro cortes', la última recopilación de ensayos y entrevistas de Daniel Link (hace bien lo suyo, si a uno le gusta lo suyo).
"

14.6.06

Qué es qué

Sandi Thom es una cantante inglesa que saltó de la nada al estrellato haciendo conciertos transmitidos por su webcam: el típico cuento de hadas de la chica desconocida que vive en un sótano inmundo con los músicos de su banda y que, desde ese mismo sótano, se conecta a Internet para hacerse ver, la gente descubre lo maravillosa que es, las disqueras caen en la cuenta, sacan sus discos, contrato por un millón de libras pero seguimos siendo "del palo".

Pero resulta que (o eso supone la gente del Times, que es mala y desconfía) hay tanto marketing en esto como en el último lanzamiento de Robbie Williams. La madre de la chica tiene una consultora, la chica admite que algo "se le pegó", y resulta que para la promoción de sus famosos conciertos online hubo sponsors y campañas masivas de email, y a las pocas semanas, cuando salió el contrato, ya la chica se maneja como una estrella y cuida todos los detalles - no es el lanzamiento de Bandana, pero tampoco es el chico que va a tocar con su guitarrita al subte.

Preguntas:
- ¿seguimos suponiendo que todo lo que sale "desde abajo" sale necesariamente "desde abajo", o nos hacemos cargo de que salir de abajo es una estrategia más disponible al marketing? Un conocido trabajó para la productora de un Gran reality show, y parte de su trabajo era inventar páginas web de fanáticos del programa. Sus instrucciones eran que las páginas parecieran amateurs y que estuvieran en sitios gratuitos.

- ¿está necesariamente mal? Digo, si esta chica no inventó las reglas del juego y hoy la música (el arte, la cultura, la vida) es un negocio, ¿podemos seguir mirando torcido a los que prestan atención a cómo se mueven en el negocio? ¿O los seguimos mirando como los comerciantes del templo cuando ya no hay templo y los comerciantes aprendieron a disfrazarse de sacerdotes?

- Si los "puros artistas del hambre" aprenden a hacer negocios, y los que hacen los negocios aprenden cómo hacer negocios con los "puros artistas del hambre" o aquellos que saben imitarlos... ¿cultura y mercado? ¿cultura de mercado? ¿mercado cultural? La imagen de artista puro y despreocupado es lo que más paga en ciertos ámbitos, entonces la mejor forma de hacer negocios y ocuparse de construir una carrera es hacerse el puro y despreocupado. Es más, fingirlo bien resulta en una pose más convincente que los que realmente lo son (la pose responde exactamente al estereotipo, mientras que la realidad es mezclada y caótica)... ¿Andy Warhol tenía razón?

Quilosá...

12.6.06

Lado B II

En 1985, Diego Maradona viaja a la Argentina para jugar un partido de las eliminatorias del mundial de México: en pleno auge de su carrera napolitana, jugador estrella de una selección nacional con fuertes chances de redimirse tras un deslucido mundial en España, cerca del casamiento con su novia de siempre, pero ante todo líder de una corte de lacayos y bufones dedicada a satisfacer cada una de sus necesidades, deseos y caprichos, decide, dos días antes del partido, escapar de la concentración para ir a comer un asado.

Como esta historia trata de Diego Maradona, y la corte no tiene límites cuando se trata de ejecutar sus órdenes, el asado se improvisa en un campo a ciento cincuenta kilómetros del campo de entrenamiento de la selección. No hacen falta más de cinco minutos para que una caravana de autos importados juegue carreras por la ruta mientras uno de ellos hace escalas para comprar o encargar todo lo que satisfará los múltiples apetitos que se despierten durante una fiesta capaz de continuar, con o sin Maradona, varios días.

En el campo los reciben el fuego ya encendido y las primeras copas de vino. “El campo” es en realidad lo que quedó de una estancia luego de que se vendieran casi todas sus tierras: un pequeño casco, algún rancho para los peones, el galpón de herramientas, corrales, algunas aves, vacas y terneros. Aun no se ha puesto de moda el turismo de estancias, pero el dueño del campo maneja algunos clubes nocturnos y tiene conexiones con personas dispuestas a pagar bastante dinero por un lugar en el que divertirse lejos de miradas indiscretas y sin tener que limpiar o recoger los platos rotos del final de la fiesta. En los cuentos de las Mil y una noches, estos lugares eran atendidos por eunucos a quienes se les había cortado la lengua; en la versión pampeana del mito, los peones nacen y viven a pocos kilómetros del campo, el mismo que han debido trabajar sus padres y sus abuelos, y son leales a la única fuente de trabajo accesible para ellos.

Mientras aguardan al auto que trae las provisiones, Maradona y su corte visitan los corrales. Detrás de uno de los galpones se encuentran con un grupo de peones concentrados en un chico que no llega a los dieciocho años y que hace destrezas con una pelota. Ya perdieron la cuenta de las veces que la hizo rebotar en alguna parte de su cuerpo o las formas en las que guió su vuelo, y se limitan a marcar los minutos en los que no la dejó caer. Nadie se da cuenta de la presencia del ídolo hasta que aplaude la misma habilidad que ellos admiran. Creen al principio que es una broma o una condescendencia, pero Maradona está en verdad impresionado. Tras el forzoso ritual de vivas y devociones, alguien sugiere que armen un picado para matar el tiempo. Desde la corte recuerdan que están ahí para escapar de los entrenamientos, pero el mismo Maradona insiste en que queda tiempo antes de que esté lista la comida.

Desde el principio queda claro que en la cancha hay sólo dos jugadores: Maradona y el chico se enfrentan, se miden, se adivinan, se disputan, se corren y gambetean y eluden entre sí en una danza que no necesita siquiera de cómplices, sólo de testigos. Con idénticas sonrisas en el rostro, el héroe de la liga italiana y el chico que no llegó siquiera a participar en campeonatos regionales saben por primera vez lo que es enfrentarse a un igual. Pero esa situación dura apenas unos minutos. Maradona ve con sorpresa y luego con desesperación cómo, una y otra vez, la pelota se aleja de su pie izquierdo sin que él pueda hacer nada por recuperarla. Cada uno de sus intentos se choca con una respuesta insuperable y una resolución elegante que lo hace patear el aire, girar en el vacío, correr en la dirección equivocada, mirar con la boca abierta el gol de su adversario. El partido, que comenzó entre bromas, ahora se juega en silencio, y cuando la frustración termina por superarlo Maradona intenta derribar al chico con una de las barridas que siempre le dedican a él, pero hasta en eso falla. La campana del asador anuncia que la comida está lista. En silencio, Maradona se retira de la cancha y tras él los demás jugadores. El chico, con la pelota firme bajo el pie derecho, los mira desde el área vencedora.

Nadie se atreve a quebrar el silencio en la mesa, y menos a contradecir a Maradona cuando ordena el regreso antes de que termine el desfile de bandejas con carne. Con un pie en el auto, le dice al dueño de la estancia “felicitalo de mi parte al pibe”, y a los cortesanos “vamos, acá no pasó nada”. Llegan a la concentración de la selección nacional a tiempo para la conferencia de prensa de las seis de la tarde.

7.6.06

La otra Copa del Mundo

Por fin algo que exprese los sentimientos de la minoría acerca del Mundial de Alemania: el MeoGol.

La mejor parte es que hay una historia detrás: en el aeropuerto de Shiphol (Amsterdam) los pisos de los baños de hombres se ensuciaban demasiado. Mandaron un equipo de observadores, y se dieron cuenta de que los hombres regaban los pisos con su meada pero que si había una mosca o cualquier otro bicho en la taza del mingitorio, apuntaban el meo hacia el animal. ¿Propuesta? Mingitorios con el dibujito de una mosca en el fondo. ¿Resultado? Los gastos de limpieza bajaron un 40%. Creer o reventar: los gallegos de los bares porteños saben lo que hacen cuando ponen bolitas de naftalina, y no necesitaron equipo de nada.

Ahora bien: ¿para cuando una versión para inodoros del Pee Goal, así de una buena vez me puedo cagar en el futbol literalmente?

5.6.06

Por eso los argentinos tomamos mate

En este artículo del Times, las propiedades ocultas del café. Lo que no se entiende es cómo los ingleses, a fuerza de té, construyeron un imperio, y como los argentinos, verdes de mate, ons dejamos convencer de tantas cosas.

4.6.06

No hay bombo como el autobombo

En Argentina tiene tradición el bombo pampeano del malambo, el bombo legüero de la baguala, el bombo y platillo de la murga, el bombo golpeado con manguera de los actos peronistas, pero al parecer el bombo con más arraigo en la intelligentsia culturosa es el autobombo. Y el suplemento de Cultura del diario Perfil nos regaló, en el último mes y pico, dos perlas que son casi gemelas.

Hace unas semanas, la nota de tapa era la vigencia de Shakespeare. La nota alusiva iba acompañada de un par de columnas "de opinión personal" de personajes relacionados con el teatro, entre ellos el inefable y multicelebrado Rafael Spregelbrud (¿o Spregelburd?). En un comentario de 20 centímetros de texto, dedicaba 2 a declararse ignorante (por no saber, por no interesarse) sobre la obra del Bardo inglés, y los otros 18 a cantar una oda a sí mismo en la que explicaba el por qué de su ignorancia bifaz: en su casa de la infancia, un tío había dejado libros de Beckett, Ionesco & co. y para él "el teatro se escribía raro". 18 centímetros convirtiendo su desconocimiento shakespereano en la virtud de su modernidad teatral, y una oportunidad desperdiciada para decir algo sobre Shakespeare (o, por parte del responsable de la página, para poner alguna opinión de alguien que efectivamente tuviera algo que decir al respecto).

Hoy, otra dosis de lo mismo. Nota sobre el primer aniversario de la muerte de la publicación de Trabajos, el libro que reúne los artículos que Juan José Saer publicó en diarios y periódicos diversos. Conviene aclarar que quien escribe estas líneas cree fervientemente que cualquier palabra escrita por Saer es una emanación misma de la divinidad y que sus libros merecen el tratamiento que se le reserva al Corán o a la Torah. Hecha esta aclaración, me siento en libertad de decir que la nota de Juan Terranova es despreciable, sus comentarios tienen la agudeza de un cuchillo para untar paté, sus argumentos son más inverosímiles que la Gorda Matosas liderando cartel en una revista de la calle Corrientes, sus supuestas revelaciones sobre la literatura son falsas como un billete de tres pesos con diecisiete centavos, y que en términos generales el artículo no pasa de ser un opúsculo (un opus que salió para el culo). "La negación de la vulgaridad como un elemento literario y la condena de los instintos narrativos más básicos hacen de Saer un escritor antidemocrático": si existe un museo universal de la estupidez literaria, esta frase la pueden grabar en los mármoles de la entrada para que todos sepan de qué la va la colección estable.

Pero el segundo ejemplo no está en el cuerpo de la nota, si no en un elemento (si cabe) incluso más inexplicable. Hernán Arias hace un comentario del libro bastante más criterioso y aceptable que el exabrupto inane de Terranova, y Florencia Abbate hace comentarios que no pecan de originales pero ponen los puntos sobre las íes. Lo que se entiende aún menos que el artículo principal es la irrupción de otro autobombo de calaña incluso más cuestionable que el de Spregelbrud: Washington Cucurto se despacha con un texto que comienza diciendo "De Juan José Saer leí inicios de novelas y nunca pude continuarlas". A confesión de parte, relevo de pruebas. El resto del ¿comentario? es, oh coincidencia, otra oda a "un lector disparatado y sexual como soy yo" en la que Cucurto por lo menos hace alguna alusión de carambola a Saer diciendo que su obra le llegó por las referencias en otros escritores, y reconoce por lo menos que "el tipo la debe dibujar", que "le tiene gran cariño (...) como a mi tío de Tucumán" por haber apoyado un pedido por la libertad de Paco Urondo, y desea que "ojalá la vida me acerque a él". Qué banana, qué pibe banana este Cucurto, disparatado, sexual, que sólo se deja atraer por "cosas delirantes en las que el sexo chorrea por todos lados" y que tiene amigos que le contaron de qué se trata, incluso con la ventaja de que en alguna de las novelas hay un negro llamado Washington. Qué genial, qué sexual, qué banana, Cucurto. Otro autobombo, aunque por lo menos éste gira alrededor del tema y efectivamente ofrece un comentario (asaz innecesario, pero comentario al fin) sobre el tema en cuestión: un soneto al lado del canto general de la oda a mí mismo de Spregelbrud, pero la diferencia está más en el grado que en la calidad del acto.

La pregunta, puntualmente, es la siguiente: ¿era necesario? Digo, el suplemento de Perfil es de los más legibles en oferta... ¿pero hacía falta dejar que dos papanatas opinaran sobre temas que evidentemente les quedaban grandes y aprovecharan la excusa para hacerse los piolas? ¿Será esa la forma de hacerse ver, considerando que los que escribieron esos comentarios son dos personajes reconocidos en ciertos arrabales de sus respectivos mundillos? ¿Intuirán estos dos muchachos una verdad del autobombismo que no se revela a quien suscribe?
¿Habrá que imitarlos, nomás? Quilosá...

1.6.06

Así no se puede

Supongamos varias cosas:
- que tenés 19 años
- que vivís en Inglaterra
- que tu laptop dejó de funcionar

Supongamos que tenés una gota de sangre argentina en la sangre, o que merecés tenerla, y pensás "Le vendo la computadora a algún gil y con la plata que me pague me compro otra".

Supongamos que la publicás en ebay, que conseguís un comprador, que te hacés el otario dos meses antes de enviársela pero el muy molesto insiste tanto que al final sacás toda la memoria de la máquina y se la mandás como está.

Supongamos que esa noche salis con tus amigos a tomar una cerveza en el pub de la esquina para festejar la plata que te hiciste por ese pedazo de plástico inservible.

Pero te olvidaste de dos cosas:
1) Siempre, SIEMPRE, limpiá los discos rígidos de tus computadoras viejas antes de venderlas
2) Internet da revancha