24.11.06

Reseñéitor ataca de nuevo

Una nueva reseña de libros (en inglés), esta vez sobre la reedición por Interzona de Cosa de negros de Washington Cucurto.

Y, para dar crédito a quien le corresponde, el título (que en castellano sería algo así como Medio chic, medio kitsch, medio cumbiero, medio decepcionante) es un toque maestro de Martín Gambarotta, editor del suplemento (además de eximísimo poeta).

20.11.06

Agreguemos

Los blogs se volvieron locos con el escandalete del Premio Planeta de novela (el premio generalmente reservado para autores y amigos de la casa al que los incautos son convocados como extras para la coronación del delfín de turno), y los diarios informaron del premio mas no del escandalete. En pocas palabras, le dieron el premio a Andahazi más o menos de la misma manera que, hará unos 10 años, le dieron el premio a Piglia (con un contrato previo, para levantar las ventas flojas de los últimos libros con la promoción que trae un premio, etc.), y pasándole por encima a una "primera mención" que vendría a ser algo así como el auténtico premiado hastra que Schavelzon levantó el teléfono para hablar con la gente de Planeta.

Pues bien, lo que no se menciona es quién era esa primera mención que se sacaron de la manga y que anunciaron tan mal el día de la entrega del premio. Pues bien, esa mención fue para Cristina Feijóo con la novela La casa operativa, que sale por Planeta en diciembre. Cristina, además de ser amiga de la casa, ganó el Premio Clarín en el 2001. Quedan todos notificados.

Algunas reflexiones claramente sectarias

Perfil publica hoy una entrevista de Magdalena Ruiz Guiñazú a Horacio Sanguinetti. Comentarios de un hermano en el aula y en la vida:
  • A los muchachos de Perfil: gente, guarda con la parrilla y los cierres de los suplementos. Ponen en tapa, en el copete de la nota y en la nota misma que Sanguinetti desterró la vuelta olímpica. Pero el viernes la alegre purretada de Bolívar 263 se despachó todo el día en plena calle en una vuelta olímpica que lo único que no tuvo de tal fue el recorrido por los claustros. Está bien que los suplementos cierren antes que el diario, pero un poco de actualización (y algún editor despierto) no están de más...
  • Sanguinetti, antes de hacerte el procer desatornillate del asiento de rector, vos y la caterva shuberoffista que está instalada en todos los cargos docentes y no docentes de la prestigiosa casa que desprestigiás con tu acomodaticia gestión que ya se va estirando a límites que sólo se pueden catalogar como de monarquía absoluta por derecho divino. Y ni sueñes con que el espacio vacío frente al busto de Jacques en las escaleras de entrada, o que rincón alguno del Colegio, sean alguna vez profanados por tu grosera efigie. Rechiflados en nuestra tristeza, te evocaremos para ver que habrás sido en nuestra pobre vida paria sólo un mal tipo.
  • El mito que intentás imponer sobre el origen antisemita de la bacanal estudiantina mejor conocida como vuelta olímpica es tan falso como verdadero es el imborrable recuerdo de tu padre corriendo un chancho por los claustros, y de allí el mote de Chancho Sanguinetti. Lo tuyo es vendetta familiar. Cuando tu hijo te suceda en el cargo, quién sabe qué otra culpa ancestral obsederá su vida institucional. Sorpréndannos, Sanguinettis.
  • Si la vuelta olímpica se desbanda en violencia, Foucault diría, es sólo porque en un día los egresantes te vomitan en la cara 5 años de violencia institucional. Construí un espacio más vivible y va a poder haber fiesta sin desbandes. Pero la fiesta ocurre igual, con o sin tu anuencia, con o sin sanciones, con o sin tus impagables adjetivaciones (exemplae gratia aquello de "desbordes polinésicos": cagate en la corrección política, embajador de la Micronesia).
  • Cuando estaba en primer año, una de las primeras cosas que hice fue ir a entrevistarte para la revista del taller de periodismo. Era después de la séptima hora del turno tarde, en tu despacho. Las preguntas giraban sobre la disciplina, los programas, temas variados. Al final, tu saludo fue "hace demasiadas preguntas, vamos a tener que hacer algo al respecto más adelante". No me olvido, Sanguinetti, no me olvido.

16.11.06

Más vale Solas

Apéndice al post original sobre música irlandesa, siguiendo recomendaciones de Carlos y de Xandru, mi nuevo profesor de guitarra. Sostengo todo lo dicho sobre Bothy Band y Lúnasa, y todavía no le pesqué la vuelta a los Chieftains o a Planxty, pero agrego un nuevo auto de fe: la guitarra de John Doyle es la voz del profeta encarnada en 6 enfermantes cuerdas.

Los discos de Solas, la banda con la que se hizo famoso Doyle (dentro de los límites acotados de la fama para una banda de música tradicional irlandesa), tienen un poco de todo, desde los temas más gloriosos hasta pelotazos seudo-pop-seudo-newage (sobre todo los últimos discos, con Deirdre Scanlan, la cantante posterior a Karan Casey... aunque A miner's life es quizás la versión más hermosa y elevada de música irlandesa cantada que escuché hasta ahora). Pero dejando de lado esos temas para consumo del público yanqui no afecto a la música más tradicional, Solas hace cosas que dan miedo. La guitarra rítmica de Doyle es una máquina, con todos los matices del universo y una habilidad para generar climas y llevar la canción que dan ganas de arrancarse los dedos y las orejas: es capaz de tocar reels de 6 minutos mezclando 5 tunes diferentes sin repetir dos malditos compases (y eso que el reel puede ser cuadrado, tanto en el ritmo como en la armonía...), y después hace la canción más sutil del planeta. Y no es que Doyle se cargue la banda al hombro porque los demás sean mancos espásticos - los demás músicos son monstruos en lo suyo y le dan con gusto, amor y talento, pero lo que hace estallar a Solas es la guitarra de Doyle.

Y para terminar de demostrarlo, basta con escuchar tres segundos de cualquiera de los temas que toca a dúo con la tremebunda violinista Liz Carroll. Violín + guitarra + música irlandesa puede ser la gloria o el sopor, y en este caso es la gloria absoluta. Carroll le saca humo al violín, pero mientras la chica pela lo suyo Doyle está machacando atrás como si fuera la avanzada del ejército de Irlanda con Cuchulain a la cabeza. No sólo toca a 200 mil pulsaciones por minuto, sino que le pone swing, onda, precisión, y se nota nomás de escucharlo que el tipo tiene una sonrisa de oreja a oreja. No es humano.

Encima es zurdo (como otros grandes guitarristas...), y para sacar le el sonido justo a la guitarra tiene un encordado especial en el que la sexta cuerda es una cuerda de bajo eléctrico (más o menos el cuádruple de grosor de una cuerda normal de guitarra), o sea que para que suene hay que darle de a dos manos con un palo de amasar pero que cuando suena se enteran hasta en el pueblo de al lado.

Seguiremos reportando a medida que la exploración de Irlanda continúe. Esto es todo para este boletín.

12.11.06

La fábula de los chicos y la torta de chocolate

En la salita de la maestra Edy Torial, cada semana se entregaba un premio al chico que cumpliera mejor con una consigna determinada. El premio era una torta de chocolate que los chicos se podían llevar a su casa al terminar la semana.

A todos los chicos les gustaba el chocolate, pero también había muchos que decían que aceptar la torta de la maestra Edy era un acto servil y humillante. Para ellos, la maestra representaba muchas cosas feas y malas a las que ellos se oponían, y se divertían mucho hablando mal de los chicos que ganaban la torta. Ganar la torta era motivo suficiente para que esos chicos no fueran considerados dignos de pertenecer al grupo de los chicos piolas de la salita.

Pero lo que nadie decía era que, en secreto, varios de ellos intentaban hacer la tarea que cada semana planteaba la maestra Torial, tentados por el chocolate. Tampoco les hubiera molestado que su nombre figurara durante una semana en el mural de la clase en el que la maestra mostraba los nombres de los chicos que lo habían ganado, y estaban seguros de que, si su nombre aparecía en esa lista, quedaría claro que el caso de ellos sería diferente, y que sólo los chicos rebeldes y brillantes como ellos tenían derecho a llevarse a su casa las tortas de chocolate. De hecho, con lo que soñaban era con, algún día, adueñarse de la cocina en que la señorita Torial preparaba sus tortas, para repartir el chocolate entre sus amigos y decidir qué recetas se servirían en el comedor del jardín.

Una semana, uno de los chicos piolas compitió para conseguir la torta. Le gustaba mucho el chocolate, y esa semana tenía más ganas de comerlo que nunca. Su trabajo fue muy bueno, pero para la señorita Torial su trabajo no fue el mejor de todos. Pero como era realmente bueno, dijo a toda la clase que ese chico había hecho algo excepcional, no tan bueno (a su criterio) como el del chico que se llevaría la torta de chocolate, pero con suficiente mérito como para ser mencionado frente a la clase. El chico, que se acababa de despertar de la siesta cuando la maestra dijo su nombre, pensó que había ganado la torta y agradeció a la maestra la distinción que le estaba dando.

¡Imagínense la cara del chico cuando se dio cuenta de que la torta de chocolate no era para él! ¡Y cuando vio las caras de sus amiguitos, que ahora se reirían de él por haber buscado la torta de chocolate! ¿Lo seguirían invitando a tomar la leche? ¿Se burlarían de él en los recreos?

A la salida del colegio, el chico les contó a todos que en realidad era todo una confusión, pero sobre todo que él no era uno de los chicos sumisos y mediocres que buscaban las tortas de chocolate de la señorita Torial: él quería el chocolate, sí, pero su caso era diferente porque él era un chico piola y especial, tan piola y tan especial que podía conseguir una torta de chocolate sin parecerse a los demás. Tan piola y tan especial que podía reírse de los chicos que se reían de él por la forma en la que había quedado expuesta su ambición chocolatera y la contradicción entre lo que decía y lo que elegía hacer. Tan piola y tan especial que tenía que decir, con gritos cada vez más altos, lo piola y especial que era. Y gritó tanto, pero tanto tanto, que todos se dieron vuelta para mirarlo, y cuando algunos de los chicos se rieron del ridículo que estaba pasando se puso a hablar mal de esos chicos.

Y siguió gritando y gritando hasta que su mamá se lo llevó a la casa, y algunos dicen que todavía seguía gritando a la hora de la cena, y que en toda la semana siguiente evitó mirar a la pared de los chicos destacados, donde su nombre aparecía por debajo del de la chica que se había llevado a su casa la preciada torta de chocolate.


Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

Moraleja: Si criticas a las tortas de chocolate, pelear por ellas es un disparate. Y si te agarran con las manos en la masa, mejor es callarse y volver a casa.

Limerick II

Un célebre artista porteño
se ufanaba de no tener dueño,
pero para financiarse
no dudaba en conchabarse
aunque después lo negara tan risueño.

Limerick

Había una vez un artista
que posaba de rebelde y polemista,
pero por plata suficiente
no tenía inconveniente
en bailar en cualquier circo de tres pistas.

Risposta

Chabón, sos un ganso. Seguí editando en tu suplemento notas alabadoras a Jorge Lafauci (escritas por su hija), Sofovich, los figurones de turno y cuanto "revolucionario" ande dando vueltas, que tu lugar renovador de la cultura está garantizado y no necesita de detalles tales como la coherencia para sostenerse. Seguí dando cátedra de cómo predicar pureza superior mientras vadeás el mismo barro que los demás. Seguí pontificando con tu clave del mundo. Seguí tapando tus cagadas con aserrín. Seguí tomando, que tan bien te hace.

Y para pulir tus bronces hacé como los porteros, usá Venus, que viene en botellas de medio litro y es más barato.

chick lit à la gaucho

Gran alboroto en pasillos editoriales y los suplementos culturales STOP Descubrimos pólvora STOP Libros de chicas lindas que den bien en tapa se buscan STOP


Pues bien, la chick lit llegó a la Argentina. Digamos que las sugerencias de que a nivel internacional el asunto paga no tenían ningún grado de sutileza: si no entró por el lado de los libros y sus traducciones, por lo menos las películas de Bridget Jones y Sex and the City tendrían que haber avivado a alguien. Hasta ahora, los universos femeninos eran trajinados por esa profunda y conmovedora literatura de mujeres latinoamericanas despeinadas por la vida, o la variante folletinesca del best seller o la novela romántica, pero el target pre-menopáusico quedaba a manos de las colecciones para madres modernas y amas de casa desaprensivas.

Aparentemente, nuestras escritoras jóvenes mujeres creían (con gran tino de su parte) que es más interesante escribir para alguien más que para las mujeres jóvenes sobre algo más que las mujeres jóvenes, o en todo caso que se puede escribir sobre mujeres jóvenes más variopintas que chicas Cosmo à la Elle Woods en un ataque hiperestrogénico o versiones universitarias de Carrie Bradshaw que cambiaran los Manolo Blahniks por un mate. Y lo bien que hacen, y lo bien que les sale.

Pero ahora una editorial hizo el dosmásdossoncuatro (si funciona afuera intentémoslo acá, generemos la literatura cool para los palermitanos con ADD que no ven el mundo más allá de sí mismos, la prensa va a ser más fácil con gente que dé bien en cámara y no con esa colección de carcamanes mal peinados y pasados de kilos con los que solemos lidiar), y comenzaron "tímidamente" con las confesiones de una anoréxica para pasar ahora a lo que sólo puede ser, pavorosamente, el primero de una chorrera de libros blogueriles de niñas cool. A decir de Maxi Tomas, lo más probable es que esta nueva apuesta por convertir a bloggers en autores se deba a una moda, o al desoncierto actual de los editores (no es casualidad que, salvo en el caso de Casciari, que es muy anterior y viene acompañado de un premio internacional, no se trate de hombres-con-blog sino de chicas-lindas-con-blog; de hecho, el mandato interno que más se escucha por estos días en los pasillos de las editoriales es "queremos libros escritos por mujeres jóvenes sobre mujeres jóvenes").

Una advertencia y una sugerencia, entonces:
- advertencia: tengan en cuenta que las capitales mundiales del género son Londres y Nueva York, donde ya existe el affair Bucay del Chick Lit. Se llama Kaavya Viswanathan, chica de 19 años pega contrato supermillones con editorial firma adaptación a película antes de lanzamiento boom prensa hit pesos dólares yenes BANG, resulta que chica milagrosa en realidad era ladrona prodigiosa y le había robado no sólo a otras chicklitters sino al mismísimo Salman Rushdie (que está casado con una supermodelo y se afeita prolijo, pero es lo menos parecido a una niña cool que hay). En un par de años, cuando descubran que el libro de Celeste Cid o de Chiquita Bananera la Bloggera de Turdera es un afano de las obras selectas de Silvina Bullrich, recuerden que yo les había avisado.

- sugerencia: si lo van a hacer, háganlo bien. No se conflictúen con la búsqueda. Consigan a la modelo menos conocida de Pancho Dotto o a la chica más producida de la UBA, hagan una sesión de fotos y endílguenle el trabajo de algun ghost writer. El guión perfecto para esa puesta en escena es, por supuesto, el insuperable La pequeña vendedora de prosa, el tercer libro de la saga de Belleville del maestro Daniel Pennac: a Benjamin Malaussènne lo contratan para representar a JLB, el megaproducto hiperexitoso superguachiautor de los recontrarequetebestsellers que hace de sus lanzamientos manifestaciones masivas (como todos los libros de Belleville, -La felicidad de los ogros, El hada carabina, etc.- , lectura obligatoria). Digo, para qué gastarse buscando chicas lindas que además escriban cancheras y cool si tenemos las dos cosas por separado y las podemos juntar sin que nadie se dé demasiada cuenta, ¿no? (para el caso, hay tanto libro escrito por ghost writers dando vuelta que ni siquiera sería un escándalo el tema...).

9.11.06

La delgadísima línea roja

Uno cree que es todas esas cosas maravillosas que uno cree que es hasta que el más leve de los raspones borra por completo la brevísima capa de civilización que disimula el animal que seguimos llevando dentro...

Cuando leo una noticia como ésta, pienso lo mismo que piensa cada padre (sobre todo cada padre de mujeres): a esta chica la siguieron desde su clase de gimnasia, la llevaron a punta de pistola hasta una estación de subte, la hicieron viajar de terminal a terminal de una línea de subte, la bajaron en Plaza de Mayo (en PLAZA DE MAYO), la subieron a un taxi, la metieron en una obra en construcción abandonada a 5 minutos de viaje, la violaron, escapó por suerte y voluntad de una segunda violación. En el recorrido entre la salida del lugar donde hacía gimnasia (del lugar al que los violadores se habían metido antes varias veces y en donde habían guarreado a todas las chicas de la división) a la estación Plaza de los Virreyes, en la estación, en el subte, en la estación Bolívar, en la Plaza de Mayo, en el taxi, bajando del taxi para entrar en el lugar donde la violaron, a las 7 de la tarde de un día de semana, se debe haber cruzado por lo menos con unas 150 personas. Algunas de esas personas pasaban por la calle, otras los vieron de lejos, algunas compartieron un andén (el subte E tiene una frecuencia muy baja), un viaje de al menos 20 minutos, no nos olvidemos de los policías y los guardas del subte y las cámaras, un taxista vio a una chica evidentemente desesperada a la que estaban encañonando y lo único que hizo fue cobrar el viaje e irse.

Y uno quisiera pensar que cree en las condenas justas y en el imperio de la ley y en el estado de derecho y en que todos tienen una oportunidad de rehabilitarse. Y uno nunca marchó con Blumberg (casualmente, la primer noticia en la página a la que linkeé antes), sino que más bien puteó contra su idea retrógrada de la seguridad y los castigos. Y uno tiene un cierto interés teórico en el tema de la anonimidad de las grandes ciudades, de cómo uno marcha entre millones de personas rodeado de un halo de invisibilidad y anonimia.

Pero miro a mi hija y pienso que en trece años y medio va a tener la edad de esta chica.

Y a todos y cada uno, desde los hijos de remil puta que la secuestraron y violaron hasta el sorete del taxista hasta los "guardianes del orden público" que no vieron nada (a 150 metros de la casa de gobierno, en pleno centro de la ciudad, en hora pico) hasta cada uno de los imbéciles que se cruzaron con ellos y no les resultó extraña la situación, a todos ellos los mataría. No los metería presos, los mataría muy lentamente. A todos. Los vería sufrir. Y me sentiría mejor después de hacerlo.


La línea roja no es delgada, es inexistente. Y cualquiera, si se le aprieta el botón adecuado, la cruza en una millonésima de segundo.

5.11.06

El embarazo sorpresa ataca de nuevo

Un par de semanas atrás, la sorpresa era un embarazo en España que "se le había pasado por alto" a la madre y a sus médicos. Parece que es una epidemia: en Estados Unidos, una mujer "no se dio cuenta" de que estaba embarazada - en una vuelta de tuerca interesante, dice que "el bebé se estaba escondiendo" (si mi madre fuera así, yo también me escondería).

Más allá del freak factor, la pregunta es si se llega a esto por la desconexión con el cuerpo qie tiene nuestra era, por la "sobredoctorización" que delega todo lo fisiológico a la ciencia médica o porque las cosas siempre fueron así. OK, son dos casos aisladísimos, pero es interesante como ocurren en un momento en el que el cuerpo se convirtió en un espacio cada vez más remoto y disociado. Para conectarse con el cuerpo hoy las fórmulas son marciales y de choque: dietas, ejercicios, disciplinas, exámenes invasivos, operaciones que lo plantean como materia rebelde a la que domar, moldear, castigar, "arreglar". Es siempre un tercero, un otro. En este contexto, donde se perdió el registro, me llama mucho más la atención la repetición de la noticia de mujeres que no se dan cuenta del hecho de estar embarazadas.


BONUS TRACK: pensando en esto me acordé de una ilustración magistral de Frato (Francesco Tonucci), en la que mostraba a un chico yendo a la escuela por primera vez y como, con el paso de los cuadritos y de la educación "cerebral", salía hecho una cabeza caminante. Frato escribió mucho y muy bien sobre el tema de creatividad y educación, y además era un gran ilustrador de ideas en unas tiras muy simpáticas y contundentes. Esas tiras están compiladas en un libro llamado Con ojos de niño, y en este sitio pueden ver muchas de ellas (aunque no la que yo buscaba, cachendié...).

2.11.06

7 clases de inutilidad

Acaban de publicar en la Argentina la primer traducción al español de 7 Kinds of Ambiguity, un libro de William Empson que revolucionó la crítica literaria inglesa y definió a generaciones enteras de lectores y autores... de 1930 en adelante. Digamos que a 76 años el interés es más antropológico que literario, porque cualquier lector interesado o lo había leído en inglés (es un clásico absoluto del New Criticism, padre intelectual del estructuralismo británico y de autores como David Lodge, tanto en su obra de ficción como en su trabajo teórico) o había descifrado el contenido por las referencias en los trabajos de la gente que lo citaba.

Pues bien, en Gawker publicaron un post sobre las 7 clases de inutilidad de los encargados de prensa de las editoriales. Mal de muchos consuelo de tontos, dicen por ahí, pero de todas formas es reconfortante saber que no sólo en Argentina el área de prensa es una de las más descuidadas o peor atendidas de las editoriales (no en calidad de recurso humano invertido, porque son gente amabilísima y bastante querible, pero sí en resultados). La prensa o no que obtenga un libro a menudo depende más de los contactos del autor en los medios que de lo que la editorial haga o deje de hacer, y muchas veces la respuesta a los reclamos es "nosotros le enviamos el libro a X, Y, Z y Q": cierto, es una batalla perdida con el ego herido del autor que no puede creer que el sol siga saliendo por el este tras la publicación de su opus, pero también es cierto que la definición de lo que significa difundir una obra literaria con la que trabaja la mayoría de la gente involucrada en el área es estrecha y bastante pasada de moda (Internet es un misteio, las lecturas en público, charlas y demás -elementos indispensables, por ejemplo, de la promoción en otros países, de ahí el book tour del que tanto reniegan los autores sajones- recién ahora entraron medio de costado al mapa sólo a veces sólo para algunos autores, etc.).

Lo que las editoriales no terminan de entender es que, en la era de Internet, el trabajo que una editorial le puede ofrecer a un autor y que al autor le costaría mucho hacer por sí mismo es:

a) edición en sí (si no el auytor tendría que contratar un corrector)
b) distribución (a ningún autor es le abren las puertas de la distribución comercial)
c) promoción
d) gestión comercial (los escritores tienden a ser malos contadores)

Si a es delegable fácilmente, y b y d se pueden resolver trabajando en cooperativas (o publicando en Internet, donde las opciones son cada vez más numerosas y más simples) o pateando la dura calle hasta lograrlo, resulta que, si yo tuviera una editorial, me pondría las pilas con c, porque sin eso resulta que mi negocio se achica bastante...

Y en eso pecan tanto las editoriales grandes como las pequeñas, aunque en las pequeñas suelken tener un manejo mejor de la promoción y bastante peor de la distribución. El resultado son esos libros que aplauden de pie en los suplementos culturales pero que sólo se consiguen de 3 a 4 de la tarde en una librería perdida de Palermo Hollywood, y que nunca llegarán a los estantes de las cadenas o librerías "no especializadas en cosas difíciles".

Media pila, gente.