18.3.13

No al feriado de Francisco


Traducción del comentario publicado en el Buenos Aires Herald el 18/3/13 sobre la decisión del gobierno porteño de suspender las clases en todas las escuelas de la ciudad el día de la entronización del papa



El viernes por la tarde, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decretó que todas las escuelas porteñas cierren mañana por la mañana por la ceremonia que consagrará a Jorge Bergoglio como Papa Francisco. Cita como razones que “la Ciudad considera que la elección del papa Francisco es uno de los acontecimientos más importantes que se han producido a lo largo de toda la historia argentina y que excede, largamente, el fenómeno religioso”. Agrega que “se han sumado a esta alegría todos los argentinos de buena voluntad en un arco que integran con igual fuerza y valores los católicos y los no católicos, los creyentes de cualquier credo o religión y los que no profesan ninguna”.

No se mencionan autoridades responsables de la decisión, pero el intendente Macri usó la frase “acontecimiento más importante de la historia argentina” para referirse a la elección de Bergoglio, y nadie en su sano juicio tacharía el nombre del ministro de educación Esteban Bullrich, que tiene lazos activos con grupos católicos, de la lista (no por su filiación religiosa, sino principalmente porque fue con su firma que escuelas públicas y privadas recibieron la orden de cerrar el martes por la mañana).

La decisión revierte definitiva e innegablemente uno de los tres principios fundamentales sobre los que se construyó la educación argentina. En 1884, la Ley 1420 estableció sin lugar alguno a dudas el deber del Estado de garantizar una educación gratuita, universal y laica. Eso resolvió un acalorado debate sobre el rol de la religión en las escuelas, dándole la victoria al bando de Domingo Faustino Sarmiento.

En un brevísimo resumen, un Congreso Pedagógico en 1882 había afirmado que “la educación universal es en esencia católica”. Sarmiento contraatacó recordándoles que, por más que la constitución nacional sancionada un año más tarde decía que el Estado argentino financiaba y sostenía el culto católico, “las escuelas no son el culto; luego las Escuelas no son católicas, aunque sean cristianas, como que la Constitución actual no se ha dictado para católicos solamente. (…) La declaración propuesta por los demagogos ultramontanos, es pues una violación flagrante de la Constitución y de las leyes, un retroceso a los tiempos anteriores a la Constitución, un robo en provecho propio de las rentas pagadas por todos para el beneficio y provecho de todos, y un acto de tiranía disimulado con las formas de la religión”

En el Herald, un diario que nació gracias al llamado a la migración y la integración que Sarmiento concretó durante su presidencia, no es necesario explicar qué tan importante es este principio. A un lector angloparlante no es necesario recordarle que no toda persona es cristiana, y que no todo cristiano es católico. Quienes conocen principios como la separación absoluta de Iglesia y Estado no necesitan que les digan qué tan importantes son para la existencia de una sociedad abierta, inclusiva, libre.

El intendente Macri y todo su gobierno, en cambio, acaban de prenderle fuego a este pilar de nuestra democracia, y de paso desandaron 141 años de progreso en ese sentido. Mañana, cuando escuelas estatales que deberían ser 100% libres de toda religión y escuelas religiosas de cultos no católicos (protestantes, judías, musulmanas, hay muchas para elegir) no puedan abrir sus puertas por orden del ministerio, Buenos Aires será una ciudad menos libre, menos inclusiva, menos democrática.

Y el argumento de que es un “acontecimiento histórico” y de que “se han sumado a esta alegría todos los argentinos de buena voluntad” empeora las cosas aún más. Sí, un porteño fue elegido para uno de los cargos más importantes del mundo y tendrá (al menos en teoría) poder absoluto e incuestionable sobre miles de milloens de católicos a lo largo y ancho del plantea... ¿pero qué les importa eso a quienes no son católicos? ¿Es excusa suficiente para pasar por alto la Constitución, que en 1994 tachó el requisito de que el presidente fuera católico y removió así uno de los últimos lazos legales entre el Estado y la religión en nuestro país? ¿No fue el gobierno de esta ciudad el que protestó airadamente contra la (errada) suspensión de clases durante los partidos de la selección nacional en el mundial de fútbol? ¿Cómo creer que esto no se trata de religión y de catolicismo? ¿Cómo creer que esto no excluye a todos los demás? ¿Cómo decir que esto no proclama que Buenos Aires es una ciudad católica y al cuerno con todos los demás? (por si no hubiera quedado claro el mensaje con la enorme bandera del Vaticano flameando al lado del Obelisco...)

Y lo más preocupante es que mañana es sólo el comienzo. El Papa Francisco visitará Buenos Aires en el futuro cercano: ¿y entonces qué? ¿Escuelas cerradas, feriado bancario, asistencia obligatoria al acto? Y en los muchos años de su reinado sobre el mundo católico, ¿cuántas más de éstas nos esperan? Sería una exageración decir que esto le abre la puerta al creacionismo en las aulas, pero existe una línea punteada hacia ese futuro que no existía antes de que se anunciara esta decisión.

Esta decisión es errada. Esta decisión no es democrática. Esta decisión no es coherente con lo que son la Argentina y Buenos Aires, la puerta de entrada de los millones de inmigrantes que construyeron la nación. En cualquier país que se llame a sí mismo república esto sería un escándalo y le costaría el cargo a alguien (si el cardenal estadounidense Sean O'Malley hubiera sido electo papa, ¿sería posible imaginar escuelas públicas cerradas en Boston, su diócesis, y Lakewood, Ohio, su pueblo natal?). Los católicos son mayoría en Buenos Aires, aunque las cifras no son del todo claras (una inmensa mayoría de porteños se definen como católicos o han sido bautizados, sólo un tercio de ellos concurren regularmente a la iglesia o dicen seguir los preceptos): así y todo, con que hubiera una sola persona que le rindiera culto a un dios distinto de una forma diferente, o un solo ciudadano que no creyera en ninguna deidad, esta medida sería el primer paso en el camino que lleva de ser una minoría a ser una minoría oprimida. Imponer una celebración de algunos a todos e implicar que quienes no se suman no son “argentinos de buena voluntad” es inadmisible. Y nos pone en una pendiente resbaladiza de la que no conocemos el fondo.

Nay to Francis holiday


Comentario publicado en el Buenos Aires Herald el 18/3/13 sobre la decisión del gobierno porteño de suspender las clases en todas las escuelas de la ciudad el día de la entronización del papa


Late Friday, Buenos Aires City Government decreed that all BA schools be closed tomorrow morning for the official ceremony that will instate Jorge Bergoglio as Pope Francis. The reasons quoted are that “the City considers the election of Pope Francis as one of the most important events in Argentine history, one which vastly exceeds its religious nature.” It adds that “all Argentines of good will have shared in this joy, in a span that integrates with equal force catholics and non-catholics, believers of any creed or religion, and those who hold no religious belief.”
No authorities are mentioned as responsible for the decision, but Mayor Macri used the very wording “most important event in Argentine history” to refer to Bergoglio's election, and nobody in their right minds would exclude the name of Education Minister Esteban Bullrich, who has active ties to catholic groups, from that list – not just for his religious affiliation, but mostly because it is through his signature that state and private schools received the order to be closed Tuesday morning.
The decision is a definite and undeniable reversal of one of the three tenets on which Argentine education was founded. In 1884, the foundational School Act (usually dubbed “Ley 1420”) stated in no uncertain terms that the State was to guarantee free, universal, non-religious education. That settled a raging debate about the role of religion in schools, with Domingo Faustino Sarmiento's side winning the argument.
In a very brief recap, a Pedagogic Congress in 1882 had stated that “universal education is essentially catholic.” Sarmiento countered by reminding them that, even though the Constitution signed a year later said the Argentine state supported and upheld the Catholic cult,“schools are not the cult; therefore Schools are not catholic, even if they are Christian, just as the current Constitution has not been signed only for catholics. (…) The declaration put forward by those demagogue extremists is in flagrant violation of the Constitution and the laws, a return to the days previous to the Constitution, a theft on their own behalf of the tax money contributed by all for the benefit and enjoyment of all, and an act of tiranny under the pretense of religious form.”
In the Herald, a newspaper born of the open call for migration and integration that Sarmiento put forward during his presidency, there is no need to state just how important this principle is. An English-speaking readership needs no reminder that not every person is a christian, and that not every christian is a catholic. People familiar with such principles as the absolute separation of Church and State do not need to be told how important they are to an open, inclusive, free society.
Mayor Macri and his entire administration, on the other hand, have just set this cornerstone of our democracy on fire, and in the process have undone 141 years of progress in that direction. Tomorrow, when State schools that should be 100 percent religion-free and religious schools from non-catholic denominations (protestant, jewish, muslim, take your pick) cannot open their doors on Ministry's orders, Buenos Aires will be a less free, less inclusive, less democratic city.
And the argument that this is a “historical event” and that “all good-willing Argentines of all religions and even non-believers share in the joy” adds insult to injury. Yes, a porteño has been appointed to one of the highest offices in the world and shall wield (at least in theory) absolute, unquestionable power over billions of catholics around the globe – but what does that mean to those who are not catholics? Is this an excuse to bypass Argentina's Constitution, which in 1994 dropped the catholic faith as a requisite for being a president, removing one of the last legal binds between the State and religion in our country? Didn't this City administration vocally protest the national Education minister's (wrong) decision to suspend classes during Argentina matches at the World Cup? How is this not about religion and catholicism? How does this not exclude everyone else? How does this not send the message that BA is a catholic town, all else be damned? (in case the large Vatican flag that replaced the BA flag in the Obelisk wasn't clear enough...)
And the most worrying thing is that tomorrow is just the beginning. Pope Francis will visit Buenos Aires in the near future: what about then? Schools off, bank holiday, mandatory attendance to the rally? And in the many years of his rule over the catholic world, how many of these things are we to expect? It would be an overstatement to say that this opens the door for creationism in schools, but there is a dotted line from here to there that didn't exist before this decision was announced.
This is a wrong decision. This is not democratic. This is not what Argentina and Buenos Aires, the gateway to the millions of immigrants that built the country, are about. In any country that calls itself a republic, this would be scandalous and would end with someone's head on a platter (can you imagine state schools without classes in his constituency in Boston or his hometown in Lakewood, Ohio if US Cardinal Sean O'Malley had been elected pope?). Catholics are a majority in BA, even the specific numbers are foggy (a staggering majority of people call themselves catholics or have baptized in the faith, only a third of those are churchgoers or state that they follow the Church's precepts) – still, even if there was only one person who worshipped to a different god in a different way, or a single citizen who did not believe in any deity whatsoever, a measure like this would be the first step between being a minority and being an oppressed minority. Imposing the celebration of some onto everybody and implying that those who do not want to join in are not “good willing Argentines”is beyond the pale. And it is a very slippery slope all the way down.


1.3.13

Zen y el arte de la bici urbana: el artículo de Lucas Llach

Resulta que Lucas Llach publicó esta nota en su blog de La Nación hablando de las características de la bici urbana, y hay cosas en las que tiene razón, cosas opinables (algunas concuerdo, otras no) y cosas en las que se equivoca. A pedido de Zunini, hago un desglose de esas cosas. Más adelante mando un post con distintas variantes para armar bicis de calle, y otro con cómo armé la bici que uso yo y cuál sería mi bici ideal.

Llach tiene razón cuando dice que:

  • "no confundir la bicicleta como medio de transporte urbano con el deporte llamado “ciclismo”. No tiene nada que ver": No, no tiene nada que ver. Una bici urbana tiene que ser funcional; una bici deportiva tiene que ir muy rápido, o ir muy rápido mucha distancia, o trepar montañas, o bajarlas, o caer 5 metros sin partirse, o cosas parecidas. Hay tantas necesidades como ciclistas hay en la calle, igual: en ese orden, a mí me importa una bici práctica (confortable en las calles, que lleve mis cosas, que pueda usar con cualquier ropa, que sea segura) y rápida. No me importa que se vea bonita, cosa que para otra gente es fundamental. No me importa que sea la más liviana, o la más pequeña, o la mejor equipada. Quiero subirme y poder cruzar la ciudad de punta a punta en un tiempo razonable (Barracas-Núñez en 50 minutos, hace un par de meses) sin que los autos me lleven puesto y sin cargar una mochila en la espalda.
  • "Una bici urbana sin canasto es como un colectivo sin asientos, una oveja esquilada, un ramo de rosas sin las flores: una ausencia notoria, inaceptable.": mochila en la espalda NONES. Transpira, molesta, duele. No recomiendo canasto en el manubrio porque complica las maniobras (el manubrio se pone pesado, el peso lo tira a los costados al girar), para mí la mejor solución es tener un portaequipajes y sobre ese portaequipajes elegir entre una alforja, un bolso o mochila que se pueda enganchar de alguna manera, una caja robada de La Serenísima o similar, etc. Yo uso un baulito marca Keter especial para bicis que se monta al portaequipajes y es parecido a los que usan las motos. Ahí adentro tengo espacio para cadena, un par de herramientas, toalla, desodorante, inflador de mano y el bolsito en el que llevo mis cosas.
  • "La bici playera suele venir con gomas bastante gruesas y rugosas. Malo para la ciudad. La goma delgada y lisa minimiza el esfuerzo.": Totalmente de acuerdo. Las playeras o las mountain vienen con ruedas de 1.9 pulgadas, a veces con dibujo, a veces con tacos (las mountain). La rueda de calle es de 1.5 pulgadas (más finita), con dibujo lo más liso posible (algo de dibujo sí para que escurra mejor el agua por los costados). Y se infla lo más duro que se pueda. Al costado de las cubiertas dice cuál es la presión máxima en PSI: hay que fijarse SIEMPRE ahí y no inflarlas "como Pirulo", cada cubierta es un mundo diferente. Las 1.95 CST de calle que tenía en mi bici anterior con 30PSI estaban duras como piedra y bancan hasta 40, las Kenda 1.5 que tengo ahora con 30 están desinfladísimas y recién en 45/50 se ponen duras. Si uno se pasa de rosca con la presión, la cubierta estalla – así que no son detalles para tomarse a la ligera.
  • "No usar auriculares": Ni en pedo. Ni que te pierdas la definición por penal de la copa del mundo entre Maradona y Pelé. Andar por la calle sin escuchar los autos es casi tan malo como ir con los ojos vendados (los ojos no te dicen qué hace el energúmeno que tenés atrás).
  • "se desaconseja el abuso de alcohol": con más de dos vasos de cerveza en el sistema, andar en bici se hace mucho más riesgoso. Recordemos que andar en bici requiere reflejos, control del cuerpo, esfuerzo, pero sobre todo EQUILIBRIO. No hace falta aclarar que equilibrio y alcohol no se llevan muy bien, así que aunque no te lleves puesto un colectivo andar mareado termina cuando te caés de costado a la calle. Le pasó a un amigo. Dice que le dolió bastante.


Ahora las cuestiones opinables:
  • La bici playera como mejor opción: las bicis playeras tienen sus pros, sobre todo porque son baratas. Son también prácticas, no hay tantas cosas que mantener (cables de freno, sistema de cambios, etc.). Pero esa baratura se paga en componentes de calidad bajísima: malas ruedas, malas mazas, malos pedales, malo todo. Hay modelos de Raleigh que tienen le formato de chopper/playera con buenas partes. Pero no son baratas. Y para hacer distancias (ponele, más de 10 kilómetros), la estructura del cuadro ya empieza a mostrar que no está hecha para eso - los ángulos de la pierna, para empezar. En ese plan, toda la vida me quedo con una buena bici tipo holandesa/inglesa.
  • Plegables no: Hay quienes las usan y las aman. Son chiquitas, son livianas, son maniobrables, las plegás y las ponés al costado de tu silla en el bar o en un rincón de casa/trabajo. He visto modelos que van a velocidades supersónicas. Pero las buenas, que son las únicas que valen la pena (Dahon, Tern, Brompton), son carísimas.
  • Cambios no: Algunos prefieren las bicis sin cambios, otros hasta  las de piñón fijo. Yo tengo 38 años, me muevo en la calle, tengo bicis pesadas (porque les pongo mil cosas encima). Sin cambios no te ando. ¿Qué hacen los cambios? Permiten elegir entre distintos tamaños de platos y piñones. A medida que el plato se agranda y/o el piñón se achica, la bici se hace más pesada y más rápida. Cuando el plato se achica o el piñón se agranda, la bici es más liviana pero más lenta. Con los cambios bien usados, cada uno eluge qué tan rápido quiere girar los pedales (cadencia) y con cuánta fuerza quiere machacarlos y deja que los cambios se encarguen del resto. En una pendiente, bajás los cambios y subís sin matarte. En bajada o en una avenida, subís los cambios y en cuatro pedaleos te ponés a la velocidad del tráfico. En una bici sin cambios, eso se logra subiendo la cadencia (te quedás sin aliento) y pedaleando con más fuerza (te quedás sin piernas). Disculpen, no soy Superman: uso cambios.
  • Asiento ancho vs. asiento finito: La pregunta clave es cuánto tiempo vas a estar arriba de la bici. Los asientos de las ruters son largos y finitos no porque los ciclistas quieran tener una relación íntima y sexuada con sus máquinas, sino porque si vas a estar seis horas arriba de la bici necesitás algo que te sostenga sobre los isquiones y los glúteos, y que no te moleste en el pedaleo "apretado" de competición, cuando vas con todo el cuerpo volcado hacia adelante. Si te duele, es porque no tenés los músculos de las gambas lo suficientemente desarrollados. Para los que no somos Lance Armstrong, hay medidas intermedias, más anchas y con calado (si sos varón, te evita problemas en el pitulín y deja pasar algo de vientito hacia las partes), con algo de material mullido sin ser almohadones de sofá cama. Esos asientos anchos de las playeras que parecen palanganas con 5 centímetros de acolchado son geniales para hacer 10 cuadras, pero después de los 20 minutos te das cuenta de que la presión del cuerpo no la estás soportando con los músculos del traste y los huesos de la cadera sino con TODA la carne del área. A los 40 minutos eso te empieza a molestar. A la hora y media te duele. A las dos horas se te queda todo dormido. Y a la noche te das cuenta de que la punta gorda del asiento te paspó los muslos. La pasás bomba, o sea.
  • Bicis que te permitan andar erguido: En países como la gente, vas a ala bicicletería, te miden la distancia de la entrepierna al piso (sin zapatos) y te dicen qué medida de cuadro tenés que usar. Entonces, sin hacer cosas raras podés llegar a mi nirvana ciclista que es tener el manubrio a la misma altura que el asiento o unos centímetros más alto. Pero estamos en la Argentina, la importación de partes está cerrada y las fábricas nacionales de cuadros no se preocupan demasiado, así que es un talle medio para todo el mundo y jodete. Entonces, subís 20 centímetros el asiento (hasta que se dobla el caño), el manubrio te queda bajísimo, y el largo del asiento al manubrio te queda corto. Y andás incómodo. Lo ideal para ir por la calle, sí, es tener el manubrio bien alto e ir erguido con la espalda recta, con la desventaja de que no podés levantar velocidad (por la resistencia aerodinámica y la posición de las piernas, que te bloquea algunos grupos de músculos) y que todos los golpes del camino los amortiguás con la columna, y no entre las piernas y los brazos como si fueras más tirado para adelante. Como dije, yo estoy por la intermedia: el manubrio parejo o un toque más arriba del asiento, espalda a 45 grados, si tenés ganas le ponés un stem de altura variable y regulás qué tan alto lo querés tener. Con un cuadro demasiado chico para tu altura, puede ser un tema (a mi bici le tuve que hacer un par de ajustes para llegar a esa posición).
  • Frenos a contrapedal: Si tenés una maza a contrapedal Shimano bien mantenida, dale tranquilo. Si tenés una playera, eso frena mal y lento. Además, los frenos a contrapedal no modulan, sino que traban la rueda, no podés darle "un toque" para bajar la velocidad sino que clavás siempre. Freno a contrapedal sin freno delantero no lo recomiendo para nada, el freno delantero es el que más detiene la bici (y el que te puede plantar de jeta contra el piso si lo clavás de más). Andar en bici de piñón fijo sin freno es para suicidas. Un buen V-brake es lo mejor para la calle, el freno de disco te agrega la ventaja de que frenan mejor en el asfalto mojado pero son más complicados de mantener y, a menos que sean de los buenos buenos (y carísimos) frenan igual o peor que los V-brake. Ah, los V-brake son estos:

  • Candado vs cable vs U-lock: Acá hay que darle bola a los cerrajeros, no a los bicicleteros. Las "U" son menos versátiles en el mundo real, y son carísimas, pero supuestamente son lo más seguro. Dicen los cerrajeros que grueso candado y cadena cementada son mejores. Pero todo es abrible, lo importante es que sea complicado y trabajoso cosa de que el caco se afane la bici de la otra cuadra. Algo que ate cuadro y una rueda a un poste y otro cablecito atando la otra rueda al cuadro son mejores disuasivos. Igual, recordemos que los estacionamientos de Buenos Aires supuestamente están obligados a recibir bicis y no pueden cobrar más del 10% de lo que sale estacionar un auto, o sea que por pocos mangos tenés el problema resuelto.

Ahora, las cosas donde Llach se equivoca de medio a medio:
  • "El ciclista urbano tiene que estar preparado para moverse “estilo monopatín” en muchos momentos, entre peatones o el barullo de los autos. Recomiendo el asiento algo más bajo, aunque eso se aparte de la ortodoxia.": Cuando el pedal está en su punto más bajo, la pierna tiene que estar casi extendida. Esto es así acá y en la China, a menos que te quieras comprar un dolor de rodillas y lo quieras pagar restándole eficiencia al pedaleo. Lo que Llach no entiende es que lo importante es la distancia entre el asiento y el pedal, que NO ES LO MISMO que la distancia del asiento al piso. El ángulo del poste del asiento regula eso, y es una de las variables más importantes en el diseño de un cuadro. En este modelo de RANS se ve bien claro que con un ángulo del poste del asiento extremo podés tener a la vez mucha distancia del asiento al pedal y el asiento muy cerca del piso.

Si te gusta hacer el monopatín tenés la opción de una bici que no tenga el caño travesaño (los cuadros "de dama") o que lo tenga más bajo.
  • "Casco: negativo.": Casco, POSITIVO SIEMPRE. ¿En Holanda no los usan? Dame la infraestructura y la cultura vial de Amsterdam y dejo el casco en casa. O conseguime un cráneo de repuesto. Yendo por la bicisenda, arrancando de un semáforo en verde, se me atravesó un auto que quería doblar. Me pisó la rueda delantera y me tumbó de costado, nada heroico pero me fui al piso. Rueda a la basura, caída sobre mi brazo uzquierdo, un buen machucón, una costilla fisurada. La cabeza pegó contra el asfalto de costado. Tenía casco, ni un raspón. En 20 años de moverme en bici por la ciudad, me pasaron tres o cuatro de esas experiencias. Yo no tengo ganas de hacer el experimento de qué me hubiera pasado si no usaba el casco. Si Llach tiene ganas de visitar la guardia de neurología que lo haga él. Ponerse el casco me lleva un segundo, y el casco queda siempre donde está mi bici, ya sea colgado del manubrio o atado con la cadena o metido en el baulito Keter. Me pongo el casco hasta para hacer dos cuadras. Y uso casco de los de carrera, con visera y lleno de agujeritos, bien aparatoso. Si te gustan esos castos tipo de skate, todos sólidos y pintados cool, dale nomás, pero no te me quejes en verano cuando te hirrrrva la cabeza.
  • "la bici plegable es de un rodado menor. Eso quiere decir, exactamente, más pedaleos para la misma velocidad": Este pibe no entiende nada. Bill Clinton ya lo dijo en los 90: It's the Gear Ratio, Stupid! Sí, un giro de una rueda chica te hace avanzar menos distancia que un giro de una rueda grande, pero para ir más rápido ¿qué hay que hacer? No hace falta un gongreso de físicos para responderlo: ¡¡¡HAY QUE HACER QUE LA RUEDA DÉ  VUELTAS MÁS RÁPIDO, PAPÁ!!! ¿Y cómo se logra eso? Muy simple: cambiamos la relación plato-piñón. ¿Lo qué?  El plato (lo que va pegado a los pedales) convierte el empuje de la pierna en un giro, y la cadena transmite esa fuerza al piñón (en la rueda trasera). Si el plato es más grande tiene más dientes, entonces por cada vuelta va a hacer que la cadena se mueva más distancia. Ese movimiento de la cadena es lo que hace girar a la rueda trasera: la cadena tira de los dientes del piñón, y éstos hacen que gire todo el asunto. Si el piñón es más chico, hacen falta menos dientes de la cadena para hacerlo girar una vuelta completa. El truco está en la relación entre el tamaño del plato y el tamaño de los piñones, éso determina qué tan rápida o lenta (y qué tan "pesada" o "liviana") es una bicicleta (y, como dije arriba, es lo que se altera cuando se pasan los cambios). La próxima vez que veas una bici plegable fijate en el tamaño del plato y comparalo con el de una bici rodado 26 o 28: el de la plegable es MUCHO más grande (unos 10/15 dientes más, parecen ensaladeras).