Ayer por la noche hablé en el MALBA en la presentación de Nuevas Narrativas - Historias Breves II, la última antología de cuentos de alumknos del taller de Diego Paszkowski del que formo parte hace bastante tiempo. Estuve una semana pensando qué decir, dije esas cosas que se me ocurrieron en esa semana que tenía que decir, y sin embargo aquí hay cosas que debería haber dicho:
- Un síntoma, o quizás un problema, de la "condición de la literatura joven", es que ser escritor no es ninguno de los 25 destinos cool de las voluntades literarias jóvenes. Ser joven y creativo es ser diseñador de lo que sea, músico, DJ, inaugurador de instalaciones, modelo, estudiante de una universidad de cine, realizador de cortometrajes alternativos, poeta pop, artista web, artista electrónico, performer, drag queen o todas estas opciones a la vez, pero difícilmente pase por escribir cuentos y novelas. Escribir historias es lo que hacen todos esos tipos cuando están aburridos, pero elegir "sólo eso" como expresión está visto como algo limitado. Entonces, el joven escritor es por definición un loser.
- La misma etiqueta es un problema, o en todo caso el síntoma de un problema: nadie sabe qué pitos hacer con todos estos pibes que no escriben de ninguna de las formas en las que se supone que hay que escribir. Y eso no es culpa de ellos, primero porque no se escribe para caer en una de las 15 etiquetas que están de moda ese año. Segundo, porque la literatura que circula editorialmente atrasa tanto a la hora de representar el mundo en el que vive la gente que tiene menos de 50 años que hay un hueco enorme entre cualquier posibilidad de producción honesta y los nombres (al menos los nombres reconocibles) que entrarían en un universo de comparaciones. Sí, hay influencias; sí, hay autores "en actividad" que hacen cosas valiosas, pero falta un sustrato de "disconformes y enojados con la vida" que intenten destronar a esos "viejos chotos", y falta la tensión que representan esos disconformes como forma de generar una representación de lo nuevo.
- La circulación de la literatura es fundamentla, seguro, pero decir que un momento en el que se escribe mucho pero se publica poco es un momento culturalmente pobre... ¿es un problema de los que escriben o de los que publican? ¿quiénes tendrían que hacer algo al respecto? Si "la base está" y la escritura de calidad existe, que los que hacen su negocio de hacer circular esa producción se pongan las botas y dejen de llorar, y sobre todo que dejen de llorarnos la carta a los que escribimos.
- Y, en todo caso, es cierto que no todos escriben, que muy pocos escriben bien y que casi nadie escribe realmente bien, para no mencionar a esos elegidos que lo hacen de forma realmente excepcional. Pero no reproduzcamos el clásico error del deporte: si 50 millones de personas miran a 22 tipos corriendo una pelota, los que jugaron al fútbol fueron los 22 y no los 50 millones. Como política cultural, me parece más noble intentar que los 50 millones puedan codificar su propia vida como productores de cultura: eso no se puede hacer sin haber visto, leído, escuchado, pensado con otra gente... pero creer que el fin último de la cosa es publicar/editar (libros de 50 pesos en un país con provincias en las que hay una sola librería) es como pensar que el problema de la comida en el mundo se resuelve poniendo más supermercados que tengan más góndolas.
2 comentarios:
Pregunta un poco amplia... ¿en términos generales o sobre alguna cosa en particular?
comic=sí
publicidad=no, por más que lo intente
nazarena vélez=¿lo qué?
estrella de rock=evaluemos caso por caso; no es lo mismo Bob Dylan que Bob Geldof que Bob Pettinato
estrella distante=Nebula IV dicen que hace unos haikus tremendos
hardcore criminal=cuando le den la fianza hablamos
álermo=ni en joda
Palermo, Martín= cf. Vélez, Nazarena
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