3.7.06

Quién quiere "memoria activa" si existe la "memoria creativa"...

La historia argentina es un embole: hasta las partes divertidas son lentas. Toda una semana preparándose para llegar al 25 de mayo de 1810, y despues 6 años de aburrimiento hasta el 9 de julio de 1816 (por suerte en el medio hay campañas militares, intrigas políticas, algún golpecito de estado y el asesinato de Moreno, que si no nos quedábamos todos dormidos).

¿Y las invasiones inglesas? Hasta eso está mal pensado: tener dos invasiones es redundante, que la segunda haya sido tan mal organizada es anticlimático, lo menos que hay que hacer es juntar las dos y ver si entre todo es o sacamos aunque sea una escena interesante... lo que hacen falta no son historiadores, son guionistas. En Ensenada pensaron lo mismo, y se tomaron algunas "licencias poéticas" para la representación que hacen todos los años de las Invasiones.

Por un lado, son unos sátrapas que venden a la madre por un puñado de pochoclo y que se cavan sus propias tumbas, porque no se puede ser a la vez una reconstrucción histórica y un espectáculo que haga cualquier cosa por ser entretenido. Disneylandia puede ser muchas cosas, pero nunca va a ser una biblioteca escolar.

Pero por otra parte en Ensenada son posmodernos: la historia es un relato, un relato más, y los académicos hacen lo mismo que los novelistas pero peor escrito. Palabras son palabras son palabras, y no hay nada en las palabras que indique si son verdaderas o no, si ocurrieron o no. El cuentito que nos contó Mitre es en esencia el mismo que el cuentito que nos contó Pigna: no importa el contenido del cuentito, sino el hecho de que son (valga la redundancia) dos cuentitos. En Ensenada la tienen clara.

El presidente de la Comisión de Reconstrucción Histórica se despachó con una frase que, si la decía Derrida o Foucault, le armaban un congreso: La perfección en los datos y citas es una manía de los académicos. Con menos que esto se han hecho tesis universitarias.

Julian Barnes lo dijo mejor en England, England, pero los muchachos de Ensenada tienen su encanto.

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