19.11.07

El "futuro" del libro

Hoy coinciden dos versiones distintas del "futuro del libro" en las noticias. Y las dos dan ganas de ir a dejar flores y una carta de agradecimiento en la tumba de Gutenberg.

La primera y más cercana es la iniciativa de La Nación y Capítulo Dos para montar una semana de acción POD (print on demand, impresión sobre demanda para los amigos). La idea es simple: máquinas que fabrican copias únicas de libros, básicamente una impresora láser con una encuadernadora y una impresora de tapas.

¿Ventajas? Muchas, y anticipadas por Gabriel Zaid en el archifamoso Los demasiados libros y por Jason Epstein en el menos floripondioso pero más fundamentado "desde el negocio" The Book Business: Past, Present and Future. Básicamente, cambia el modelo de acceso a los libros. No existe la distribución de papeles impresos, sólo se envían datos (Negroponte agradecido). En lugar de que los editores paguen la impresión de un montón de libros que no se venden, y de que también se pague por llevarlos a las librerías, almacenarlos en depósitos y volver a llevar a los depósitos los ejemplares sin vender, la editorial prepara una base de datos a la que accede cada puesto de venta cuando el cliente lo pide. El libro se "fabrica" mientras el cliente espera, o se puede encargar y pasar a buscar más adelante. Se acabó el "fuera de catálogo", se acabó el "me llega la semana que viene".

Se hace más factible un modelo en el que una editorial, por ejemplo, universitaria o académica produzca muchos títulos de los que no se venden casi ejemplares, porque se elimina el costo financiero de la edición (más allá del costo fijo de la edición en sí: editing, corrección, diagramación, eso es igual). O, con costo cero, se puede armar lo que están "probando" esta semana: poner en circulación libros agotados, el catálogo entero de cualquier editorial siempre disponible en cualquier parte. O llegar a lsueño de cualquier editor, que todos sus libros estén disponibles todo el tiempo en todas partes, en todos los países, en todas las librerías y en cualquier parte en la que se instalen las máquinas (Epstein piensa en un sistema de compra online con entrega en kiosquitos tipo casas de revelado de fotografía). Cultura para todos.

¿Problemas? Varios, también. Para empezar, la impresión de cada ejemplar es cara (aunque es más barato, como demuestra Zaid, que el costo de imprimir, almacenar y mover ejemplares que no se venden), y es directamente proporcional a la cantidad de hojas del libro. No se imprime en colores. Las máquinas por el momento no están desarrolladas en un formato manejable a gran escala por gente poco capacitada (idealmente serían como fotocopiadoras grandes, con el mismo nivel de mantenimiento y especialización de operarios).

En el caso de La Nación, hay en el catálogo algunas cosas interesantes (como Permiso para quererte, gran novela de Julia Coria, amiga de la casa). El catálogo online, en el sitio de Capítulo Dos, es un desastre: mal organizado, no se puede buscar, faltan títulos (un título de Sigfried Unseld, por ejemplo, que me interesa y que según La Nación está en el programa directamente ni figura en el sitio), no están las tapas, navegarlo es tan placentero como operarse de las muelas de juicio sin anestesia. Los precios de los libros, por otra parte, comprueban que con este modelo no revolucionan nada: entre 40 y 80 pesos cada libro, algunos más caros. Una buena idea mal ejecutada, por lo menos para alguien que lea las promos y visite el sitio. No dan ganas de ir a la librería a averiguar de qué se trata.

La otra noticia fue hoy, en Estados Unidos: Amazon dio "un paso adelante" y lanzó el Amazon Kindle, su lector de ebooks. Por unos "modestos" 400 dólares se compra el simpático aparatito más o menos del tamaño de un libro, con una pantalla de tinta electrónica y un diseño que parece... un reloj digital japonés con calculadora de 1984 que se tomó un tubo de esteroides.

El aparato se conecta a las redes de datos de telefonía celular y descarga (o sea, compra) los libros directamente de Amazon. También puede descargar diarios, revistas y blogs. Como es tinta electrónica y no pantalla TFT/LCD, la batería dura bastante.

Pero, volviendo al principio del párrafo anterior, encontramos el error conceptual (aparte de lo horrible del diseño del bicho). Esto sería una gran idea si no fuera una máquina de comprarle cosas a Amazon en vez de un lector de ebooks. Por 400 dólares, la máquina no lee los archivos que uno ya tiene en la PC salvo que uno se los autoenvíe a una dirección de email para que Amazon COBRE por convertirlos y enviarlos al Kindle. Si me descargo La Ilíada del Proyecto Gutenberg, le tengo que pagar a Amazon para leerlo en mi aparato. Si quiero subir un documento que escribí en Word, le tengo que pagar a Amazon. Cobran hasta por cargar el contenido de los blogs, que en la PC son gratis.

O sea, por 400 dólares me compro una cabina de peaje para llenarle los bolsillos a Amazon. Y eso es la gran "revolución" que va a "liberar" a los libros. Podría haber sido una gran idea (capaz que, con los hackers adecuados, se convierte en una gran idea: ese aparatito con un programa que me permita cargarle documentos gratis desde mi PC es otro tema), pero así como está que se la guarden, al codex no hay con qué darle, y mucho menos con estas "geniales ideas".

Si éstas son las ideas visionarias que van a repensar el libro, si éstas son las geniales cabezas que están elucubrando el futuro, estamos fritos.

2 comentarios:

Juan Emilio Drault dijo...

Hola!

Creo que esto de los lectores no se va a revolucionar sino hasta que los celulares vengan con algun tipo de pantalla retractil o enrollable, como ya hay algunos prototipos. Porque sabemos que los celulares son los aparatos de mayor difusión y lo que todos llevamos las 24 hs. No queremos más cosas encima para tener que llevar salvo que específicamente claro está quieras leer en una pantalla grande, y ahí si como quien lleva los libros a la Universidad, llevaremos los lectores de e-books.

Un abrazo, y te invito a visitar mi sitio www.elfuturodeloslibros.com.ar

Pablo Toledo dijo...

La convergencia es a esta altura un hecho y a futuro corto un paso inevitable, aunque esos celulares no se van a parecer a celulares (el iPhone, por ejemplo, que lee pdf y páginas web y que es de por sí un reader).

Pero me parece que las pantallas tamaño libro y la tinta electrónica son el camino para los ebooks, lo otro queda para la interacción o para nuevas formas de lectura no-lineal pero ni por tamaño ni por formato ni por conveniencia tienen con qué competirle al libro para leer un texto tradicional.