2.11.07

Genesis (sin Phil Collins, sin Peter Gabriel, sin Rutherford, sin nadie de nadie)

Chili pregunta en un comentario al post anterior de dónde salió la idea para el diálogo. Nobleza obliga, acá va la respuesta.

La idea salió de una invitación a leer en "Yo, pecador" con la consigna de textos sobre sexo, un género que la verdad nunca me interesó demasiado en sí. Y me di cuenta de que lo que generalmente me pasa con los textos literarios que tocan el tema del sexo es que lo hacen algo estético/espiritual/otra cosa, incluso cuando no pasan de la descripción mecánica del acto. O sea, o es Los cuadernos de don Rigoberto de Vargas Llosa (lo más estetizado) o puede ser Henry Miller, pero de cualquiera de las dos maneras siempre se trata de sexo como de puerta a otra cosa, o como de algo-distinto-de-sí-mismo. No hay sexo sin metáforas, eso es pornográfico y no literario, parece ser el estado de situación.

¿Qué sería lo opuesto? Bueno, lo opuesto sería hablar del sexo de la manera en que un maquinista habla de la locomotora, desacralizarlo completamente, anti-elevarlo. Empecé a escribir con la idea de hacer un diálogo que tratara al sexo de una forma casi industrial, totalmente desidealizada/desideologizada (en el sentido marxista de la palabra), y nada mejor que el ambiente del cine porno como variante, si se puede, incluso más capitalista de la prostitución.

En la línea 5 necesitaba un nombre para el productor/director, y el tercer apellido que escribí fue Ocampo. Ocampo trajo a Adolfo, Adolfo a Jorge Luis, Jorge Luis a Pepe, y para esa altura ya estaba el tema de los escritores instalado: Manucho, Ricardo, César, Rodolfo, Alan y Rodrigo fueron intencionales, pero todos aterrizaron ahí por accidente. Que este diálogo ternminara siendo también una metáfora del campo cultural fue un bonus.

El tema sindical/tratado político sobre la explotación fue por la idea del principio: el sexo es el trabajo, entonces qué más lógico que un texto sindical sobre el sexo. De hecho, existe AMA (Asociación de Meretrices Argentinas), un gremio de "trabajador@s del sexo" que (vaya sorpresa) la CGT se niega a reconocer y que está en la CTA. Odio profundamente la romantización de la prostitución (esa idea de la "puta oráculo", la "puta que te resuelve la vida", la "puta sabia que cura la sociedad"), me parece una justificación pelotuda de un comercio denigrante o en todo caso una manera de ignorar el hecho básico de una mujer que alquila su cuerpo a quien pueda pagarlo (por dominación, por opción, por violencia, por necesidad, por imposición, por millones de motivos que rara vez incluyen "porque me satisface de la manera en que un abogado se hace llamar DOCTORRR González") haciendo como que en realidad pasa otra cosa. Por eso que estas actrices porno hablan, literalmente, de trabajo. Quizás salven al mundo en otros momentos, tienen vidas y pagan impuestos y van al supermercado y se cortan las uñas de los dedos de los pies y son miserables y son maravillosas, pero cuando hablan de su trabajo hablan de trabajo como un colectivero habla del Mercedes 1114, de los inspectores que le rompen las pelotas, de la máquina boletera que no anda y de la manifestación de mierda que le cagó el día.

Para cuando llegué a la parte de las teorías de explotación ya tenía un objetivo claro, y las dos posturas de ellas son casi inevitables: dos teorías dominadas del trabajo, dos imágenes falsas del orgullo y el lugar del dominado, y la resignación inevitable porque, dentro del sistema, no hay salida del sistema. Marx 101, supongo.

O sea: no sé cómo fue exactamente que se me ocurrió, pero así lo recuerdo, o vero o ben trovato pero en todo caso lo que queda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Su explicación excedió mis expectativas. Muchas gracias, Pablo.

Anónimo dijo...

¿Qué pasa acá? Yo ya había dejado mi comentario... En fin, buenísimo análisis del texto.