27.4.09
12.4.09
En fin...
Pron aprovecha para preguntarme cosas para la crónica. Hablamos bastante y yo
digo: “Esto no lo pongas” y “esto ponelo”.
y
Estamos con Pron, un escritor rosarino muy bueno que antes trabajaba de
argentino en Alemania, y ahora directamente trabaja de madrileño full time. (Un
bastardo educado, agradable, inteligente y tan irónico como una damajuana llena
de napalm.)
(en esta última al menos tenía razón).
Sí, fueron a presentar un libro del que soy parte, y los conozco personalmente, y los aprecio, y con una mano en el corazón quién no hubiera hecho lo mismo en su lugar. Pero hay cierto schadenfreüde que no deja de combinarse con una cuota de hubris al ver cómo algunos quisieron hacerse los bananas y terminaron hechos puré de banana para bebés: la argentinidad al palo. Casi como el final de Lord of the Flies, cuando llegan los adultos a la isla y los que antes eran los capangas de la tribu se convierten en niños con la cara pintada. O en Almost Famous, con todo el mambo de "the Enemy" y "we thought you were one of us and all this time you were a journalist."
También, un dato que nadie se molestó en ocultar pero que tiene una derivada interesante: ese viaje lo pagó el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. O sea, una beca PRO. Hay uno de los que estaban ahí que, de ahora en más, debería abstenerse de emitir ciertas sentencias a las que es adicto, porque este tipo de cosas hablan mucho más claro de la relación entre literatura y política que cualquier declamación neo-intelecto-postpuan-postpunk-doctrinaria sobre el peronismo. Digo, opino, supongo.
2.4.09
Gorro, bandera y vincha
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Baires, Noviembre 22. Al furor por las pintadas políticas que se registraron en las paredes antes del 30 de octubre le sigue la venta de todo objeto imaginable con el rostro del presidente electo Raúl Alfonsín por las calles de esta ciudad.
1.4.09
Yo estuve ahí
Pero Alfonso fue un tipo importante. Y ahora, que aparentemente la moda es perdonarlo y endiosarlo o hacerse el canchero y ningunearlo de costadito, lo único que me sale decir es gracias por todo, las cagadas las discutimos otro día, los boludos que estuvieron alrededor (algunos, incluso, hoy hacen el show de rasgarse las vestiduras: vuelvan a sus cuevas, tengan un poco de vergüenza, no salgan a robar cámara una vez que la tele no le hace la verónica a los radichas) y los hijos de puta que hicieron la contra (algunos, incluso, hoy hacen el show de rasgarse las vestiduras: alzamientos militares, paros generales, campañas sucias, golpes económicos, váyanse todos a la concha de su madre) que se curtan, como toda figura de padre (los treintañeros de esa época hablaban de Papá Alfonsín, el tipo en su momento fue un rock star y si después no estuvo a la altura también fue porque ciertas alturas no son dables) dio también el desengaño y flaqueó, quebró el cuello donde no debía, tomó decisiones y estuvo en lugares que hoy son difíciles de entender. Pero con el diario del lunes somos todos directores técnicos: la política es estar ahí y jugar las cartas que tenés, no las que querés; como escribió ayer el editorialista del Herald, si hubo un debate de la 125 el año pasado fue porque Alfonsín rompió las pelotas en Olivos para que todas las provincias tengan un senador de la oposición, y estamos todos acá y no bajo el presidente Rico (hoy FPV), Punto Final o no, y los juicios mal y tarde pero continúan.
El tipo peleaba desde el barro pero había algo que no se le ensuciaba; tuvo sus momentos de flaqueza pero cuando el peronismo lo único que sabía hacer era candidatear su derecha impresentable o boicotear con su sindicalismo transero y sus dirigentes más sucios, se cargó la Argentina al hombro. Hizo lo que pudo, y más, y no fue poco. Gracias.