24.9.07

El lugar del hecho

Via Lifehacker (increíble pero real), una sección imperdible del sitio de The Guardian Books (sitio impredible, por otra parte, y lleno de minisecciones especiales o consignas que generalmente no están "a la vista" pero que siempre son maravillosas), una sección maravillosa: Writers' rooms.

LA referencia obvia es a A room with a view, el ensayo de Virginia Woolf en el que dice que los únicos "insumos" del escritor son una habitación más o menos cómoda con vista a algún lado, tiempo y silencio (o por lo menos calma). Pero estas fotos de los lugares en los que escriben algunos de los autores vivos británicos e irlandeses más importantes son simplemente maravillosas: la habitación rococó sobrecargada de Hanif Kureishi, el remanso clásico-modernoso de David Lodge, el rincón trash de Will Self, el espacio de juego de Mark Haddon (de quien estoy leyendo en este momento el milagroso The Curious Incident of the Dog in the Night Time), la cueva de Colm Tóibin, el altillo de Seamus Heaney, el rincón palermitoso de Graham Swift...

Lo mejor de todo es que en realidad no se puede imaginar a esos escritores trabajando en un lugar distinto, es un espacio adaptado al estilo y los temas de cada uno, ala forma de trabajo, al estado mental en el que crean. Como dije, imperdible.

En lo que a mí respecta, mi espacio es mi notebook, y la llevo de un lado a otro. Se esconde lo hice mayormente tirado en la cama de mi pieza con la compu sobre las piernas, Después ya no fue en la casa de mis viejos y fue más mixto (en la mesa del comedor, en la cama, en la cocina de noche, en bares y patios de comidas, hasta en micros), y ahora mayormente es en la mesa del comedor y de noche bien tarde cuando todos duermen. Siempre en computadora y siempre con música de fondo: para Se esconde ponía Parklife, de Blur, en loop infinito (cada vez que escucho la intro de Boys & Girls y me pongo automáticamente en clima, por más tiempo que haya pasado), para Tangos tenía una lista definida pero más larga (cambiaba bastante según la parte de la historia que estaba escribiendo), ahora, según el momento, elijo cosas que me lleven a donde necesito ir.

Siempre fantasée con la idea de tener un lugar específico para trabajar, pero fuera de casa: algo enfrente, o en el piso de arriba, o a dos cuadras. Fontanarrosa tenía un estudio a 10 cuadras de su casa y decía que esa era la distancia justa: una caminata corta que servía para ponerse en sintonía antes de empezar a trabajar y para desenrollarse al final del día (Birmajer tiene algo parecido y también habló y escribió sobre sus bondades). Pero claro, eso implica un nivel de éxito y profesionalización al que difícilmente llegue (y al que no creo que quiera llegar, ir a escribir como ir a la oficina) - entonces, el estilo nómade es lo más fiel: el espacio en el que escribo, como los momentos en los que escribo, es mutante, robado, hecho en realidad para otra cosa. En todo caso, es lo que hay.

Pero en el boliche de David Lodge sí que te escribo (aunque a los dos minutos se parecería mucho más al de Kureishi).

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajaja! te estas pareciendo a mi querido Mishima: escribia sus "obras mayores" (sus novelas)en determinada suite de determinado hotel, casi siempre a altas horas. Todo tiene que ver con todo... jojojo! Oski.