12.8.08

Los de al lado, argentinos

Fue preso un tipo que hizo bajar a los golpes a un pibe de 15 años de un colectivo por ser judío. Que te pudras ahí adentro, hijo de una gran puta, pero pregunto: el colectivo iba lleno de otra gente que no hizo nada mientras este energúmeno golpeaba al pibe hasta romperle los anteojos. ¿Esos no tendrían que ir a la celda de al lado por cómplices?

26.6.08

Mi nueva obsesión del mes

Vale, que en estos años juntos aprendió entre otras cosas a sacarme la ficha en cinco minutos, le puso el cascabel al gato apenas empecé con el tema: "cada tanto vos te obsesionás con un asunto, te dura unos meses y después chau".

Y es cierto, tengo un patrón de engancharme con un tema-buscar info-pertrecharme-salir del asunto, o en todo caso de ver cómo viven los que están obsesionados de verdad-hacer como si lo estuviera-pasar a otra cosa. La cuestión es que ahora, por fin, me agarró con algo medianamente práctico: me pasé a las lapiceras. Empecé a escribir a mano en cuaderno, y abandoné las biromes y sus sucedáneos en favor de las viejas "plumas fuente". Hay miles de argumentos snob, pero la verdad del asunto es que escribir con birome es más trabajoso (hay que hacer más fuerza con la mano, o sea que lamano se cansa rápido), el trazo es más feo e irregular y no da ningún placer, mientras que una pluma en el papel hace un ruidito simpático y se desliza con mucha más gracia.

Tengo una letra ilegible, por lo que escribir a mano es prácticamente un método de encriptación. Pero más allá de esa ventaja criptográfica, escribir a mano me obliga a tipear los textos, o sea que me obliga a reescribirlos y leerlos con distancia. Y además, entre un cuaderno escolar y una lapicera o una notebook nueva y más chiquita que pueda llevar en el bolsillo de la campera no hay que hacer demasiado análisis de costos o de practicidad.

Cuestión que, al momento, tengo dos lapiceras muy baratas (para lo que cuestan las lapiceras - comparadas con una Bic son astronómicamente caras, pero son cosas hechas para durar muchos años y las recargas de tinta son baratas) con las que estoy más que contento:

- la primera compra, por impulso y asesorado por un librero, fue una Inoxcrom Pure. Es de metal, lo que la hace más bien pesada (escribir con el capuchón montado en el cuerpo es casi imposible), y tiene un trazo más bien grueso, o sea que los que tienen letra chica perdieron - igual, eso depende del calibre de la pluma y no de la lapicera. La tengo con tinta negra de cartucho, aunque estoy buscando adaptadores. Es la que estoy usando para escribir "literariamente", y mayormente se queda en el escritorio.
La lapicera se ve así, solo que de acero en vez de ese dorado berretón del modelo de la foto:


-Mi segunda compra es una Lamy Safari, igualita a la de la foto que está debajo. Le puse un convertidor de cartucho a émbolo, por lo que carga tinta verde de un tintero Lamy que también es de lo más monono (foto debajo del modelo azul, el papelito que se ve es un toque Bauhaus: se usa para limpiar la pluma después de sumergirla en la tinta, y evita usar servilletas o papel secante). Tanto la lapicera como el tintero son obra de un diseñador alemán de la Bauhaus, y es de los modelos más modernos, prácticos y funcionales de lapiceras que existen (o sea, una lapicera Bauhaus).
Está hecha para uso y abuso, el cuerpo es de un plástico antibalas y pesa poquísimo, la pluma es bastante dura también, no es para escribir 500 páginas de un tirón ni para hacerse el canchero delante de coleccionistas de plumas Mont Blanc pero es hiper práctica y funciona siempre. Altamente recomendable, y sobre todo con la opción adaptador/tintero: una botellita de tinta sale lo mismo que 15 cartuchos y tiene la misma cantidad de tinta que 50 o más, o sea que ni punto de comparación.
Es la lapicera que viaja en la mochila o en el bolsillo, la de tomar notas y subrayar libros. Además, la elección de la tinta verde es "estratégica": en el cuaderno de notas, es la lapicera que uso para escribir en inglés borradores de notas para el diario (era eso o llenarme de cuadernos diferentes).



Por el momento, van un par de meses de lapicerismo y sigo contento. Tiren las biromes, gente, que la papa está en la pluma.

23.6.08

Tanta historia para esta historia

El link a Wordle lo vi en 15 lugares diferentes, pero la idea es bonita, divertida y en algunos casos hasta útil. Básicamente, hace nubes de tags de cualquier texto que uno le tire, y da algunas herramientas para "embellecerlas" (disposición de las palabras, tipografía, colores, etc.).

Esto vendría a ser Se esconde tras los ojos:


Clickeen para verla más grande. Y sí, como entender la historia no se entiende una pepa, pero para hacer una tapa de libro (de hecho, para hacer toda la serie de tapas de una colección de libros de género en las que las palabras frecuentes marquen elementos de la historia, nombres de personajes y demás, afinando la presentación para sacar las palabras innecesarias y superfrecuentes como "del" en mi ejemplo de arriba) es maravilloso. Es más: hasta está bueno para hacer el sumario de una revista, una página entera con una lista de títulos de notas y números de página como epígrafes a estos dibujillos redibujados con un poco más de arte por un diseñador o (mejor todavía) un calígrafo.

Y si ven esta idea aplicada, no digan que no les avisé...

18.6.08

Soy tu fan

Todos los trabajos tienen sus beneficios: ayer me dí el gusto de entrevistar a Dolores Solá, la cantante de La Chicana, y de decirle de viva voz "soy tu fan".

Conocí a La Chicana con el primer disco, Ayer, hoy era mañana, cuando (dixit Dolores) no le habían encontrado la vuelta de tuerca "chicanesca" al asunto. Eso se entiende escuchando los discos que sacaron después (Un giro extraño, Tango agazapado, Lejos), pero la verdad que si ese es un disco en el que no le pescaron el yeite ya quisieran muchos que andan dando vueltas no pescarle el yeite a las cosas. Básicamente, es tango con aguante - en un disco grabado hace 10 años, cuando todavía de esas cosas no había. Los discos que vinieron después, cierto, ya son otra cosa: vuelven, básicamente, a la idea del tango como música de puerto, donde hay músicas de todas partes y una cabeza bien abierta, con percusiones africanas y instrumentos chinos y chamamé con Chango Spasiuk y guitarras eléctricas y versiones de Tom Waits y de Kurtz Weil y Liliana Herrero haciendo destrozos (¡hasta un recitado de Fontova que queda de perillas!) y cuerdas de tambores y cumbia y milongas y milongones y de todo eso pero mucho más. Para rescatar al tango antes del "tango for export" y el "tango conservador", vuelven a las raíces y se saltan décadas de pedorrada para hacer eso, tango con garra, con aguante, con "actitud".

Acho Estol, "director musical", guitarrista y compositor, la manya de acá a la Luna ida y vuelta, y le pescó la vuelta a esto de escribir tangos que suenen a tangos, que suenen a que están escritos hoy y que suenen a otra cosa, todo a la vez. El tipo tiene una idea potentísima, en sus letras, en su música, en la grabación, en la instrumentación... y en un género lleno de acartonados como es el tango, con tantos que cada noche le echan un vasito más de formol al frasco, la gente así no abunda. Las letras tienen momentos inspiradísimos, y como guitarrista pela basta con decir que se le atreve al tango, le mete un toque personal y sale más que bien parado, cosa que no muchos pueden decir.

De Dolores Solá se pueden decir muchas cosas, pero baste con esto: en La patota, uno de los temas de Acho Estol del primer disco, hay un verso que dice "el gordo se hizo cana, la puta que lo parió". En Viaje astral, el DVD que sacaron este año, hay una grabación de ellos en el Tasso tocando ese tema: nunca nadie mandó a alguien a la puta que lo parió con tanta autoridad, eficacia y savoir faire como Dolores Solá desde arriba de ese escenario. Y que cuando canta milongazos con tambores dan ganas de saltar arriba de los sillones, y que cuando hace tangos chiquitos y melancólicos dan ganas de balearse en un balcón. Y que en ese DVD espero que al escenario del ND/Ateneo le hayan puesto aceite y vinagre, porque se lo morfó crudo: todo bien los músicos, muy linda la ambientación, simpática la sala, muy rico todo, pero a nadie le importa un soto porque cuando ella está cantando no hay otra cosa que importe.

Así que nada: ayer pude charlar con ella, y verlo de refilón a Acho, y además de todo tiene buena onda y me regaló el DVD y por poco me tiro al piso cual Wayne y Garth en Wayne's World al grito de "I'm not worthy, I'm not worthy". ¿Cholulo yo?

10.6.08

El saber ocupa lugar, y pesa, y junta polvo

Después de un par de años de no darle demasiada pelota, mi sistema almacenador de libros (tm) colapsó. O sea, ya tenía libros cayéndose de todos los estantes y no podía encontrar nada entre capas y capas geológicas de "después lo ordeno" y "algún día me pongo las pilas y organizo un poco".
Soy una person bastante desorganizada, pero libros y CDs me gustan en orden. Antes separaba por estantes temáticos, por idiomas, etc. Ahora tengo un sistema parecido pero que se complica entre cuatro bibliotecas repartidas en tres ambientes: en el comedor hay un par de estantes con comics, libros de arte y cosas relacionadas con edición (manuales, historias de la edición, etc.), en una biblioteca arranca la sección "narrativa" alfabetizada por autor y (en la medida en que el orden lo permite) cronológicamente dentro de cada autor, sigue en otra biblioteca de RapiEstant y termina en un estante de otra biblioteca que funciona a medias como almacenamiento de papeles viejos y estante de porquerías del Dremel y herramientas para trabajar madera (una obsesión casi abandonada que cada tanto vuelve).

En la biblioteca de RapiEstant tengo un estante con la colección Peuser (lecturas de infancia heredadas de mis viejos, una especie de colección Robin Hood pero en libros celestes ASÍ de grandes con tapa dura, hermosas ilustraciones y textos más íntegros que los Robin), otra con libros de Capítulo (las colecciones argentina y universal casi completas, más algunas ediciones de EUdeBA y Centro Editor de esas épocas que heredé de mis viejos y que desde la adolescencia leí a pasto), dos estantes de poesía/teatro/novela clásica inglesa que se mezclan con los de crítica literaria (sobre todo de literatura inglesa, los libros que usaba y consultaba más para las clases).

La parte más molesta es que los estantes están reventando, por lo que poner un libro significa mover todo hacia adelante en muuuuuuuchos estantes - de ahí que deje la tarea para momentos en los que, a decir del cretino de Macri, "el tránsito está por colapsar" y las dobles filas de libros hacen que ya no se encuentre nada.

Hay un estante suelto en el mueble de la computadora con libros de referencia (diccionarios, gramáticas, etc.) y un par de lugares más con libros de Valeria, la pila eterna de la mesa de luz, etc.

Puestos en doble fila sobre distintos estantes tengo los libros que hacen cola para la lectura, que voy leyendo por partes, que leí y dejé por la mitad, que no pienso leer, que en un mundo perfecto hubiera leído pero así es la vida, etc. Los pongo en su lugar correspondiente en las bibliotecas cuando ya los "doy de baja" de las prioridades - cuando los abandono al azar de verlos más adelante y decir "oia, nunca lo leí, ahora lo agarro". Ese mecanismo me hizo redescubrir libros que me habían llegado en el momento equivocado y que esperaron pacientemente que llegara su hora. En cada estante hay uno o dos de esos, mezclados con el purgatorio de libros abandonados que no pienso agarrar ni muerto pero que, como los rasgos de la conducta anal abarcan tanto la obsesión como la incapacidad de desprenderse, no vendo en puestos de segunda mano ni tiro por la ventana ni desparramo por el mundo.

¿Soy el único obsesivo que anda por ahí, o hay otra gente que tenga sus libros ordenados por criterios tan inoperantes, molestos y sintomáticos como los míos?

26.5.08

Aprovechen que se acaba

Este post va para los que están en Buenos Aires y adyacencias.


Estuve en las últimas semanas con un arranque comprador de libros que empezó en la Feria del Libro, siguió en Walrus y quién sabe cuándo/dónde termina. Algunas adquisiciones:

- The Purple Decade: una antología de artículos periodísticos de Tom Wolfe del 60/70 que es, básicamente, lo que todos los "aspirantes a cronistas" que ahora parece que salen de abajo de las piedras quieren reproducir pero hecho antes y mucho mejor. El tipo te pinta en 3 páginas un personaje, una época, un mundo. Y no vence: Bob & Spike, por ejemplo, sobre un pareja de coleccionistas de arte pop que empezaron como pobretones y ganaron guita con una empresa de taxis, es la biografía no autorizada de Constantini y un tratado sobre la década del 90 al mismo tiempo.

- A Multitude of Sins: un libro de cuentos de Richard Ford, influido por la entrevista que le hizo Juana Libedinsky para ADN.

- del stand del Fondo de Cultura Económica en la Feria: El corral de la infancia, un libro de Graciela Montes sobre literatura infantil; Editores y políticas editoriales en la Argentina, como su nombre lo indica una historia de la edición argentina que pinta más metódica que el (de todas formas notable) clásico y agotadísimo libro de Sagastizábal para EUdeBA; un r de libros de historia argentina; Limbo de Martín Kovensky, un libro de fotografías tomadas durante 2002 mezclados con textos propios y ajenos (las fotos muy buenas, los textos generalmente más o menos; igualmente un buen retrato de época)

- del stand de De La Flor: no tenían El traductor, que era la novela que fui a buscar, pero me llevé de la mesa de 3 x $10 El agua de Wernicke, Historias de monstruos de Bajarlía y Cartas al presidente (una recopilación de ídems de los archivos de Casa Rosada).

- de una librería de saldos: El hombre demolido de Bester, La república de los sabios de Arno Schmidt (los dos en ediciones viejísimas de esas colecciones míticas de Minotauro, las de las tapas de colores planos con el dibujo chiquito en el centro como las primeras ediciones del Señor de los anillos), La bestia debe morir de Nicholas Blake (de la reedición de La Nación de la colección Séptimo Círculo)

La última parada de la fiebre de compras, sin embargo, es la que recomiendo: los supermercados. La última parada clase F del saldo editorial es la góndola del supermercado. Básicamente, los supermercados compran libros por kilo a las editoriales, los exhiben sin arte ni gracia ni ganas y después se dedican a saldarlos por 4 pesos. En todos los híper hay mesas perdidas en las que se mezcla la bazofia menos digerible (horóscopos y predicciones para 2005, el libro de memorias de Chiche Gelblung, lo que sobró de alguna novela de Massimo Manfredi) con sorpresas de lo más simpáticas. En un Coto compré por 5 pesos La ciudad de Mario Levrero (en esa edición que él después despreció, en una colección española de novelas de ciencia ficción), por ejemplo.

Bueno, resulta que el sábado, comprando cosas para la fiesta de cumpleaños de Maite, sobrevolé en 5 segundos la mesa de saldos de Wal Mart y levanté dos libros: una antología de Historias verdaderas de Tomás Eloy Martínez (una idea interesante y notable: toma un episodio histórico y pega una crónica histórica de la época con algún texto literario que haya contado esa misma historia o tema, por ejemplo las crónicas de Hollinshed y Hamlet, o una descripción de época de las burguesas francesas decimonónicas con un fragmento de Mme Bovary) a 12 pesos, y El templo etrusco de J. Rodolfo Wilcock a 6 pesos con 50.

De Wilcock no conocía más que el nombre y cierto eco de reputación. Leí el primer capítulo y la contratapa del libro de Wilcock: aprovechen que se acaba, muchachos. Corran, vuelen, naden, gateen, vayan en bicicleta o haciendo piruetas en skate, pero arrímense al Wal Mart más cercano y cómprense un ejemplar antes de que se acaben y no lo reediten hasta la próxima vez que a Chitarroni le den pelota en Sudamericana. El primer capítulo solo vale mil veces los míseros 6 pesos con 50, y promete un libro de aquellos, de esos que no se leen todos los días - de hecho, de esos que no leí en la puta vida y que querría leer todos los días de la ídem. Sátira, absurdo, buena narración, 50 ideas por página, un concepto que ya desde el principio se va dibujando clarísimo... indescriptible, sobre todo después de unas 20 páginas, pero con eso me entusiasmó como hace tiempo que no me entusiasmaba con un inicio de novela.

Básicamente, y hasta ahora: en un pueblo hay una plazoleta en el centro de una rotonda. Para ordenar el tránsito y agregar atracciones turísticas (los otros puntos de interés al visitante son un "pozo antiguo" que se hizo hace diez años cuando reventó una fábrica de petardos y una "prisión medieval" subterránea construida hace 30 años que nunca funcionó como prisión), el secretario de turismo propone que construyan un templo etrusco. Nadie sabe (mucho menos el secretario de turismo) qué son los etruscos. En una sesión delirante del consejo municipal se termina aprobando la idea, pero con el agregado de ue "lo construyan los etruscos, es problema de ellos". El problema, en realidad, es que hace unas decenas de siglos que no queda un fucking etrusco en el planeta. Eso en las primeras 20 páginas, así que apostar a que las 200 que faltan vana a estar mucho más que muy bien no es demasiado arriesgado...

Y, por si no quedó claro... ¡¡¡SEIS PESOS CON CINCUENTA!!! ¡¡¡CINCO VECES MENOS QUE ABZURDAH!!!

Ya están avisados.

19.5.08

Narratología I

Ayer llevamos a Maite a una obra infantil de títeres por primera vez (más allá del retablo que montan los fines de semana en el Parque Lezama).

La obra tenía una estructura interesante: la titiritera salía al principio de la obra al frente del retablo a contar que se le había perdido su amigo Pikiyí, y les mostraba a los chicos fotos con cosas que ella había hecho con él. A cada foto le seguía, ya con ella detrás del retablo, la escena que correspondía a la foto. Al tal Pikiyí (lo lamento, pero les tengo que contar el final) lo había atrapado en una cueva la malvada Rata Cruel, pero sus amigos (el dragón Verdelino y Mimí la gata que amasa pan, por si se lo estaban preguntando) lo rescatan al levantar la piedra con la que estaba sellada la entrada de la cueva.

Y hete aquí la lección de narratología: con 3 años por cumplir, Maite dijo, cuando levantaron la piedra y Pikiyí salió de su trágico encierro, "Terminó". O sea, hay una estructura de arco narrativo que ya tiene incorporada - hay un conflicto, se levanta tensión, el conflicto se resuelve, final del asunto. Simple, efectivo, implacable.

La obra tenía una coda (una escena de reencuentro feliz, una moraleja obviable), pero evidentemente era prescindente. El asunto ya estaba finiquitado - sin embargo, tiene que haber algo después del clímax de la historia para cerrar. La película policial no se acaba cuando matan al malo, se acaba cuando la noche siguiente los dos detectives buenos están chupándose un whisky y reflexionando sobre la vida.

La estructura es simple, y es la de un acto sexual: hay tensión, se demora la resolución, se libera la tensión, se relaja el asunto. Shakespeare, en las tragedias, lo dividía en cinco actos matemáticamente: el primero presenta el conflicto, el segundo lo desarrolla, el tercero lo tensiona al extremo, en el cuarto hace la plancha, en el quinto lo hace explotar y en la última escena aparece un personaje que junta los pedazos.

Pero lo importante de todo esto es (aparte del hecho de que mi hija es brillante, cosa que dábamos por descontada) que esa estructura se absorbe desde las primeras historias, los primeros cuentos leídos a la noche, las primeras historias en la tele, las primeras películas.

No voy a ir tan lejos como para decir que esté "cableada" en el cerebro, pero definitivamente se tatúa ahí adentro. Y es por eso que cuesta tanto hacer y leer cosas que vayan en contra de esa estructura.

Aguante Pikiyí.

16.5.08

Seis más y seis menos de Buenos Aires

Ya que la amiga Chili me pasa un meme, aprovecho para salir de mi modorra de posts.

Básicamente, seis cosas que me gustan de Buenos Aires y seis cosas que no me gustan.

Me gusta:

- que todo el tiempo, en todas partes, estén pasando cosas. Todo el tiempo. En todas partes. En las calles, en teatros, en casas, en rincones, en centros culturales clandestinos armados abajo de una baldosa.

- las librerías. Las de saldos, las de viejo, las de la calle Corrientes, las de libros en inglés (aguante Walrus), las del Parque Rivadavia, las nuevas que están poniendo en San Telmo, las que todavía no conozco, las que abren a las tres de la mañana.

- que todavía haya barrios, que queden lugares de casas bajas y árboles así de altos.

- la atmósfera. Hay algo en las calles de Buenos Aires que vibra de una manera que me gusta. París me embola, Londres me mata, Mar del Plata me enferma, Córdoba me gusta, Nueva York me acelera, pero hay algo en Buenos Aires que me pega bien.

- que haya, dentro de la ciudad, las ruinas de otra ciudad con pretenciones: palacetes, edificios demasiado armados, avenidas monumentales venidas abajo, proyectos señoriales venidos a menos, monumentos y parques, fotocopias de París o de Londres transplantadas sin ninguna consideración, y arriba de eso barrios obreros de la utopía peronista devenidos en zonas caras, y encima barrios de inmigrantes reciclados, y nuevos barrios de nuevos inmigrantes, y las 25 variaciones de Palermo, y Puerto Madero, y las capas geológicas de siglos de mediopelismo. Y eso me gusta, ese gran museo de la parte más decadente del "porteñismo" me gusta mucho.

- que tenga un tamaño abarcable: ni tan chica como para que no queden lugares por descubrir ni tan grande como para vivir desubicado.

No me gusta:
- que a nadie le importe demasiado de nadie más que sí mismo y que eso se note en la manera en la que viven las calles, en la que miran en las esquinas, en la que manejan sus autos, en la que nadie cuida nada.

- que el transporte público sea una basura, el tránsito un desastre y que a los que andamos en bicicleta nos traten como si fuéramos invisibles, indeseables e indestructibles.

- que la ciudad esté llena de imbéciles que votan a imbéciles como Macri, que discriminan (por sexo, por religión, por nacionalidad, por color de pelo, por marca de zapatillas, por si cargan a la izquierda o la derecha, etc.), que viven para sus ombligos. Está bueno las pelotas.

- que para ver un pedazo de río haya que subirse a un globo aerostático, comprarse un piso 2 en Libertadores o peregrinar 5 kilómetros. Lo mismo para ver un pedazo de pasto con dos árboles arriba.

- que no haya una ley, código, criterio, ordenanza o sugerencia que se respete - no las respetan ni los que las escriben ni los que deberían cumplirlas, ni los que las defienden ni los que las atacan ni los que se quejan ni los que putean a los que no las respetan.

- que esté cada vez más partida en subciudades que van dejando gente afuera: Palermo para los que tienen algo de plata y son modernosos, San Telmo para los turistas y los que tienen algo menos de plata que los de Palermo, el Sur y el Oeste para los que no les alcanza la plata, el Norte para los que les sobra. Tengo una hija de 3 años: todos (TODOS) los lugares que ofrecen cosas copadas para chicos están en Palermo y Barrio Norte. De mi lado de la ciudad no hay nada que hacer salvo tomarse un colectivo. Y así todo. Y cada vez más.

30.4.08

Para los que no pasaron por la Feria el sábado

En Hablando del Asunto están desgrabando el panel del que participé el sábado en la Feria del Libro: en el link, la primer entrega con la respuesta del rol de la política en la "joven literatura", la no generacionalidad de la "generación Joven Guardia", el rol de las preposiciones en las relaciones interpersonales y de cómo se puede responder a una misma pregunta hablando de las Catilinarias, del Cabernet, del peronismo, de Marechal y de los guanacos en el zoológico. O sea, lo de siempre.

29.4.08

Yo sé por quién, yo sé por qué

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ
.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
.
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández

24.4.08

Desocupado lector...

Para los que este sábado no tengan nada mejor que dejarse amasijar en los pasillos de la Rural, voy a participar de una actividad en la Feria del Libro:

Fecha y hora Detalle
26/04/2008 |
21:30
SEA. Panel: “La joven narrativa argentina. La nueva narrativa argentina, a través de sus protagonistas: los escritores nacidos alrededor de 1975”. Participan: Oliverio Coelho, Washington Cucurto (a/c), Samanta Schweblin (a/c), Juan Terranova y Pablo Toledo. Coordina: Silvina Friera. (V.O.)

Es en la Sala Victoria Ocampo. Si quieren entrar con un vaso de Fernet, vayan media hora antes porque la cola es larga.

18.4.08

Nueva filosofía

Otra declaración de principios extraída de Raro, el último (de 2006, pero acá salió hace poco y yo lo escuché entero recién esta semana así que para mí es nuevo) disco del Cuarteto de Nos:

Sea con dinero o no
Siempre se paga un favor
Y si veo que algo es facil
Yo dudo enseguida

Pague antes o despues
La cuenta va a aparecer

Y esta claro de que nada es gratis en la vida

Tiempos cortazarianos

En El examen, la primera, pretenciosa y bastante mala novela de Julio Cortázar que se publicó recién después de su muerte (su primera novela publicada, Los premios, tampoco está como para tirar petardos), el centro de Buenos Aires está cubierto por una niebla amarilla densa que no deja ver nada y se mete en todos los rincones.

Si mañana los diarios se acuerdan de esta referencia, recuerden que acá lo leyeron primero.

14.4.08

Releyendo

Hace unos años había una propaganda en la que una adolescente tribulada dudaba frente al armario al grito de "¿qué me pongo?": a mí me agarró un ataque de "¿Y ahora qué carajo leo?" (como el Cuarteto de Nos en Ya no sé qué hacer conmigo, uno de mis nuevos temas de cabecera)... y me puse a releer libros que en su momento me habían cambiado la cabeza pero que nunca había agarrado para relecturas. O sea, cuando no hay ideas nuevas saco un greatest hits.

Cuestión que llevo dos libros y voy empatado. Agarré El mal menor, de Charlie Feiling, y me gustó menos que la primera vez, cuando lo había devorado en dos días corridos - sigo comprando, y más que antes, el proyecto de hacer novelas de género, de hacer una novela de terror en Buenos Aires, en San Telmo, y que, leída a las 2 de la mañana con las luces de la casa apagadas, dé miedo. No me gusta tanto la ejecución - tiene frases poco felices, párrafos y hasta capítulos desprolijos, tiende al chiste malo, tiene referencias tópicas de esas que pasan de moda en seis meses. La sigo recomendando y me sigue pareciendo un momento muy original de la novela argentina, sobre todo en el contexto del "plan Feiling" de ir agotando géneros junto con El agua electrizada y Un poeta nacional (no leí en el "obras completas" que se publicó el año pasado el fragmento de La tierra púrpura, una novela de fantasía que quedó inconclusa cuando murió Feiling y que seguramente me hubiera fascinado si hubiera estado completa, porque me resisto a comprar tres libros que ya tengo para leer uno que va a quedar para siempre en el borrador de un par de capítulos) un guante que hasta ahora nadie levantó.

Ahora estoy reincidiendo con los 9 Stories de Salinger, y ahí es al revés: hace 10 años hubo algo ahí que me atrajo pero que no terminé de apreciar; ahora lo leo y no puedo creer lo bien que están esos cuentos. Hay algunos mejores que otros, pero la manera en la que arma conclusiones desde lo que la historia no cuenta es el patrón de los cuentos norteamericanos que vinieron después, y es milagroso ver como pone una manzana, un melón, dos sandías y una rueda de auxilio y logra que sumen una heladera con palanca al piso - parece que se saca los finales de la galera, pero son finales perfectos para cuentos perfectos. Es de esos que se bancan la tercera, décima y quincuagésima lecturas y siguen brillando, los que cada vez cantan mejor.

Y, ya que lo mencioné, acá pego el video del Cuarteto de Nos:

3.4.08

Lo mejor de lo mejor

Hay revistas que en Argentina, por más garra, plata y buena voluntad que le pongan, no salen: una de ellas, quizás la más difícil, es MAD.

O sea: acá hubo Humor y hay Barcelona, pero algo como MAD, guarro y sofisticado a la vez, con política y pop y calidad de contenido comparables con los más de 40 años de MAD... no.

Una de las secciones más geniales de la revista son los fold-in: un dibujo con una pregunta que se responde plegando la hoja en dos puntos determinados, con lo que se forma un nuevo cibujo y un texto con las letras del epígrafe. Además de que técnicamente son difíciles y de que como forma de lectura son fascinantes, lo mejor de los fold-ins es que son comentarios lapidarios, en el mejor estilo del humor político yanki en el que en un dibujo y 3 palabras clavan un concepto en el ángulo.

Para los que nunca lo vieron en vivo y en directo, en el New York Times pusieron una recopilación de algunos de los mejores ejemplos con un formato interactivo de lo más simpático. Altamente recomendado.