8.3.09

Lecciones de narratología con Maite, capítulo 2 - o cómo aprender de una buena mala película


La película es Fly Away Home, un chorizo irredento de la fábrica de chorizos Disney: preadolescente criada por su madre, muere la madre, se va a vivir con su padre borrado inventor hipposo en las praderas canadienses, todo mal, aparecen pichones de gansitos, cariño, vamos todos a recorrer América del Norte en ultraliviano para enseñarle a migrar a los gansitos, precipitamos en el ineludible final feliz. Temas: paternidad, duelo por la muerte, duelo por la niñez perdida, independencia, amor vincit omnia, etc. Anna Paquin hace de niña cuando era una niña post-Piano, el resto no creo que lo pongan en el currículum.

Pues bien, el guionista es un bruto genio. Bruto porque no le pone una ínfula de pretención, genio porque usa hasta el último truco del libro de recetas "cómo hacer una película hollywoodense" y, como más allá de ese oficio el guión no tiene nada, queda todo el esqueleto al aire. El ritmo, la estructura de tres actos, el arco narrativo mayor, los minipicos, las tensiones macro y micro, todo está ajustado como de relojería. ¿Resultado? Pochoclo: después de comerlo no queda nada, pero mientras lo comemos la mano va sola al tacho.

¿Demostración? Maite preguntaba, en todos los momentos correctos, "¿Ya lo lograron?". Y sí, cada 7 minutos y medio los tipos lograban algo, y tenían el gancho al próximo problema, y estaban un paso más cerca o lejos de resolver el problema mayor. Cada 4 minutos con 55 segundos había una escena de padre-hija. Cada 7 minutos 20, un plano de la "nena que se convierte en no-nena". Diagramado en una línea de tiempo, el minuto a minuto cierra por todas partes.A esa misma estructura se le ponen otros elementos y salen 55 películas que ya se hicieron: con atletas es Carrozas de fuego, con músicos es That Thing You Do (menos la vuelta de tuerca de que al final fracasan), y así ad nauseam. De hecho, marcha atrás y es la estructura de otros 500 millones de historias clásicas, de La Odisea en adelante: la narración es hija de la épica y de los mitos.

Y ahí el tema: de esa estructura salen obras maestras cuando se agrega o se tuerce con un elemento genial, obras torpes cuando no se realiza bien y no hay nada que agregarle, y obras de oficio cuando no se le agrega nada pero se ejecuta bien. Si las reglas se rompen, hay que ver qué se pone en vez de ellas y si eso funciona mejor o peor - o sea, apartarse puede funcionar o puede fallar. Lo interesante es, en todo caso, ver cuándo las historias de relojería de por sí funcionan, cuándo la relojería con plus rinde, y cuándo irse por la libre garpa mejor. El resto, como dicen, es literatura.

26.2.09

Los jóvenes chavales

Resulta que La joven guardia se publicó en España, y (otros) tres de los autores de la antología se fueron para la Madre Patria a chupar frío y hablar bondades de los 19 giles que nos quedamos a tomar mate en el Cono Sur derretidos de calor. Bueno, que en este artículo de El País hablan del tema, y que esperamos que además de algún ejemplar de la edición española traigan souvenirs de El Corte Inglés, y que, como decía Jaime Roos, "No te olvides de nosotros y que seas muy feliz".

Pero digo yo, para todos los que miraban de cotelete y no nos daban pelota y nos trataban como bichos raros incultos que no leen miran tele sólo saben de Internet y se nos reían en la cara: in your face, pelafustanes.

Kazuo

Los amigos de Eterna Cadencia me pidieron para su blog una recomendación de libro, y en un acto de fe escribí unas líneas acerca del libro que estaba leyendo en ese momento, Never Let Me Go de Kazuo Ishiguro. Bueno, un par de días después terminé de leerlo y ratifico todo lo que puse allí: el libro es extraordinario, Ishiguro es extraordinario, y que (para repetir una frase que en el 2000 dije delante de una periodista acerca de Juan José Saer y que varios se encargaron de recordarme después) le comería los sesos con una cucharita a ver si se me pega algo. Never Let Me Go está ahí arriba entre sus libros, junto con The Remains of the Day y An Artist of the Floating World, que eran hasta ahora los que más me habían llegado. Eso, léanlen si le tienen la chance.

12.2.09

¿Quién levantó estas cuatro paredes de mierda?

La frase del título, para los que no recuerden, es de Guevarita en Campeones, y hablaba del gimnasio en el que trabajaba. Pues bien, el Herald se muda de edificio tras un nuevo pasamanos empresarial, lo que significa dejar el lugar en el que estuvimos los últimos 30 años (8 en mi caso, pero varios de los que están en la redacción pasaron casi todo ese tiempo laburando).

Es extraño: la mudanza moviliza por más que no se trate de la casa de ninguno de nosotros (en definitiva, los dueños siempre fueron los patrones...). Aparecen cosas enterradas en cajones hace años, fotos de archivo, discos viejos, anotadores de hace siglos, casettes usados para entrevistas, papeles, libros, revistas, los cachivaches que nadie tira pero tampoco usa.

El edificio, aclaremos, es feote, un monumento a la arquitectura horrible y deprimente de los 70 mal mantenido y sin actualizar. Pero igual, con el tiempo, hasta con eso uno se encariña, y hasta de eso uno se siente parte - mal o bien, quién puede decirlo, pero parte al fin. Adios Azopardo 455, entonces, y a los tiempos inciertos que se vienen les pondremos el pecho desde otro lado. Y antes de irme ya se me ocurrirá algún lugar del edificio en el que estampar una firma o algún souvenir por el estilo, para seguir rondando los pasillos como de costumbre.

7.2.09

¿Y el chiste?

En algún momento, a alguin se le va a prender la lamparita y se va a dar cuenta de que las historias sobre escritores no le interesan a nadie más que a los escritores, y que por má que la mona se vista de seda no hay más de cuatro tipos que justifiquen un E! True Hollywood Story, y que 605 páginas de Los detectives salvajes son un abuso a la paciencia y la buena fe. A menos que esto sea un torneo para ver de cuántas formas diferentes se puede explorar el propio ombligo.

14.1.09

Ya ganaste

Me siento un cliché de autoayuda por lo que estoy a punto de tipear, pero qué corno interesa: acabo de aprender una lección más de mi hija.

Sala de espera del pediatra, equipada con simpáticos juegos de madera para los enanos (im)pacientes. Una nena encara hacia el juego que quería Maite, y le gana de mano. Maite espera 1 segundo y medio, y propone: "Juguemos, es tu turno. Ya ganaste. Ahora me toca a mí."

O sea: tomá lo que querés, rajá y dejame jugar. Vos te quedarás con la gloria pero yo con el juguete, a ver quién se divierte más.

Medítalo, pequeño saltamontes.

29.11.08

Catarsis (sust. c., fem., del griego catharsis)

Aplaudo de pie y con el bombo en la mano esta columna de Pedro Mairal acerca de Mc Donald's, el capitalismo, las ansiedades del padre con hijos a la ristra y, cuándo no, el rol de la escritura. Humille, maestro.

24.11.08

El vértigo, parte IX

Una nueva entrega de El vértigo, el folletín que la familia argentina ni espera ni conoce pero al que desde acá (cada tanto, tampoco escosa de que se convierta en hábito) hacemos algo así como difundir...

IX
César no vino al día siguiente, ni al otro. Algunos pibes se asomaban a la noche para saludar, pero yo apenas si les contestaba con un cabeceo. El nervioso ni se atrevía a mostrar la cara, pero lo descubrí varias veces hablando con el nuevo en la esquina. Desde la bodega escuché la voz de César, pero no lo vi entrar o salir: la paranoia o el trabajo lo habían encerrado en la piecita, y de cualquier manera no vendría a tomar hasta que pasara algo. Mauro había faltado al bar por dos meses antes de que lo expulsaran del partido, y si venía era para encontrarse con alguno de sus compañeros; Alfredo apenas si salía de la sede de la FORA antes de irse del movimiento. Como decía el Inglés, caer es un trabajo de tiempo completo.

(sigue acá)

29.10.08

Sueños y pesadillas

Ayer se entregó el Premio Clarí, que ganó alguien que puede o no merecerlo pero que perdió una amiga que estaba entre los finalistas, y que merece ese y todos los premios que la vida le pueda poner en el camino, así que ufa y repufa. En fin.

Pero pasó algo muy interesante en la ceremonia. Antes de anunciar el ganador, le dieron un reconocimiento al inmenso Menchi Sabat, en parte para compensar el mal trago que le hizo pasar la Excelentísima Señora desde la tribuna de Plaza de Mayo cuando lo trató de mafioso y en inmensísima mayoría de partes porque Sabat está entre las personas que más merecen un premio en este país, cosa que demostró con un maravilloso discurso (amén de su trabajo de las últimas décadas).

Subió a tocar Walter Malosetti, que hizo las maravillas que suele hacer, con Ezequiel Dutil en el contrabajo (la comunicación musical entre estos dos seres es milagrosa)... y después hubo una cosa muy rara. Al finalizar el primer tema lo invita a Sabat a subir al escenario. Ahí le dan a Menchi un clarinete desafinado y mal armado que tardan en poner a punto, y lo invita a tocar con el dúo.

Para un clarinetista aficionado amante del jazz tocar con Malosetti es tocar el cielo con las manos, no cabe duda. Pero el sueño se convierte en pesadilla si hay luces, un par de cientos de personas, cámaras de televisión, todo el mundo mirando con cara de "vamos a cumplirle el sueño al viejito". Cuando Julián Weich inventó el curro de cumplir los sueños televisados yo empecé a aburrir a todos los que tenía alrededor con mi teoría de que esa espectacularización del deseo era una forma despreciable de la prostitución, convertir algo puro en una cosa comercial y encima usarlo para blanquear la cara de un negocio apestoso.

Bueno, parece que Sabat opina lo mimo, porque si hay algo que no hizo fue disfrutar su tema. Estaba nervioso, soplaba mal, pero sobre todo era incapaz de concentrarse en lo que le estaba pasando. Es más, la pasó como el culo. Y lo que es peor, no caben dudas de que si Malosetti va a la casa de Sabat con su guitarra el tipo pasa la mejor tarde de su vida desafinando tranquilo, y que incluso tocaría bien, y que esa sí que no se la olvida.

Pero ahí tienen, la línea entre sueños y pesadillas. Así de finita, y así de clara.

17.10.08

Volvió el folletín

Lo prometido es deuda: en Villegas, Laura me pidió que volviera El Vértigo. Yo le intenté explicar que la versión folletinizada de El vértigo dejó de salir en este blog cuando yo comencé a releer lo que estaba publicando (y que escribí hará ya 10 años) y me di cuenta de que está mal, mal, mal y mal. Pero la "operación clamor" dio sus frutos, y aquí vamos otra vez con las entregas de los seis capítulos restantes. Como siempre, en la barra del costado está el link al texto de los demás capítulos, aquí pongo las primeras líneas y los interesados péguenle nomás al link.

Que conste en actas, entonces, que a) cumplo mis promesas, y b) yo avisé que los diálogos son malos y la historia es insostenible.

VIII

El nuevo golpe que preparaban los pibes, según lo que entendí de la explicación de César la noche siguiente, era más ambicioso que el anterior. Habían logrado, después de un día entero de trabajo, que en el pronóstico meteorológico el locutor dijera la frase “lloverán perros azules”. Desde la bodega habían entrado en las computadoras del canal de televisión y habían cambiado el texto de la pantalla que leen los conductores mientras salen al aire.

- Imagínese las posibilidades: de ahora en adelante todo lo que se diga o no se diga en los noticieros lo vamos a controlar nosotros. Si queremos, podemos hasta meternos en las computadoras de los políticos y cambiar el texto de los discursos. Esto es tan grande que todavía estamos pensando en cómo usarlo.
(continúa acá)

16.10.08

Dos breves

Me sacudo la modorra para dos comentarios breves:
  • Gracias totales, antes que nada, a toda la gente de Villegas, empezando por el equipo de la biblioteca (maravillosas todas y cada una) y llegando a todos los que tan atentamente me prestaron sus oídos un rato el viernes de la semana pasada. La hospitalidad fue legendaria, y la lección que aprendí acerca de literatura y contexto (material para un post que prometo pronto) fue irremplazable.
  • Esto va, sobre todo, para envidia de Carlos, que desde Eslovenia va a pegar la cabeza con el techo: ayer tuve otra de esas oportunidades maravillosas del periodismo, y conversé media hora por teléfono con Carlos Núñez. Sin palabras. Es, simplemente, un maestro - no en el sentido "chabón" de la palabra, sino que responde cada pregunta con un concepto, una idea, una calma que muestra años de reflexión y una seguridad absoluta en lo que hace. El 18 de noviembre voy a estar clavado en la platea escuchándolo, pero hablar con él fue un privilegio.

15.9.08

La porteñización del mundo

Estuve unos días en Colón, Entre Ríos, lugar que ya conocía y que es más que recomendable para unas pequeñas vacaciones de perfil bajo. Mi recuerdo de Colón era el de mi última visita en verano de 2005, un pueblo grande amable, modesto, sin pretenciones en el que el corso del pueblo y la Fiesta Nacional de la Artesanía eran acontecimientos cúlmines y donde se podía ver en una explanada del puerto un recital del crédito musical local, el cómico y cancionista "Gaucho Bataraz", mientras en el fondo montaban unas parrillas inmensas que despachaban choripanes.

Rsulta que en 3 años Colón se revolucionó - ahora está lleno de hoteles, otelitos, hoteluchos, cabañas, cabañitas y bungalitos, de edificios en construcción de 3 plantas o más, de carteles de "se alquila para turistas", de desarrollos turísticos en barrios que antes eran descampados. En los últimos años la población saltó a 30,000 habitantes, y ciertas cuestiones de infraestructura están por reventar (rutas, agua, cloacas, etc.).

Hablando con Susana, la mujer que nos había alojado ennuestras visitas anteriores, quedó claro que más que nada los cambios culturales llegaron con la epidemia de PBP (Porteños Boludos Ponecabañas).

Los PBP son una variante degradada del PBPB (Porteño Boludo Ponepousadas en Buzios), sólo que con el cambio como está el sueño de "me retiro en la isla y a la mierda con todo" se hace imposible.

Los PBP van en manadas, y tienen un patrón de conducta estacionario: en verano visitan un lugar, y se pasan toda la estadía pensando en que a) el pueblio este es una veta de oro, b) las cabañitas estas yo las podría tener mucho mejor, c) el negocio es seguro y con esto me planto para toda la cosecha. En el otoño revientan ahorros o consiguen plata de parientes, en invierno compran un terreno y reparten guita por el pueblo, el verano siguiente ya inauguran la primer versión del emprendimiento.

Porque los PBP tienen un plan, y es básicamente conquistar el mundo. No tienen idea del negocio, aprenden sobre la marcha, ven cómo la corriente se lleva los cadáveres de los que lo intentaron antes que ellos pero no, vamos para adelante, ellos no tenían la viveza que yo tengo, ésto es un golazo. Y ahí van, a poner negocios "sin saber el oficio y sin vocación", a decir de Serrat, olvidados de que ser entrepreneur está muy paquete pero que tener un hospedaje significa lidiar con clientes hinchapelotas y proveedores poco confiables y las 17 maneras de ahorrar en el desayuno o de pedalear a los cobradores de la lavandería.

Susana, que desde hace añares tiene un par de casitas en alquiler y que con mucho esfuerzo a lo largo de años construyó un pequeño hotelito, nos contaba que el hotel sin estrenar lo puso en alquiler, que ya como estaba el asunto no era negocio. "Hay demasiados lugares nuevos, y como no les cierran los números empiezan a bajar los precios a lo loco," nos contaba. "Vienen con la plata en la mano y construyen en un par de meses, después se dan cuenta de que en las vacaciones, en Semana Santa, en los fines de semana largos, esto se llena pero que el resto del año es difícil y los costos hay que pagarlos todos los meses."

Hay una variante del PBP, que es el PBP radicado: se puso las cabañas para irse a vivir, para criar a sus hijos en "un lugar más sano" (en el que ellos estén más cerca de la punta de la pirámide que lo que estaban en su Belgrano/Barrio Norte natal), para "salir de la locura". Y ahí los ves, negreando a un par de laburantes del pueblo, controlando que no falten mermeladas regionales en el desayuno. Los que no se radican siempre tienen un pariente pobretón de confianza para mandar a vivir a las cabañas para manejar el negocio en el invierno.

Tienen una ventaja natural por sobre los locales: los PBP entienden a los PTH (Porteños Turistas Histéricos), una especie que paga 2 pesos pero exige 200, que enloquece ante las huevadas más sutiles, que espera ser tratado como los ingleses en las colonias africanas. Los locales son demasiado relajados para esa caterva de rompebolas, gente dispuesta a hacer escándalos por cada sabana, por los 5 minutos de más que tuvieron que esperar por una parrilla, por la marca de papel higiénico, por el té que les sirven con el desayuno. Saben qé piripipíes en una página web impresionan más a los turistas porteños, y son los únicos que comprenden por qué alguien que está de vacaciones podría necesitar y querer conexión wi-fi en el medio de la nada.

Colón muestra, ahora, los síntomas más claros de la infección de PBPs. Lo bueno es que se cura con el tiempo: a medida que van quebrando, juntan la plata para poner parripollos, una cancha de paddle, un plazo fijo. Quedan los restos, las cabañas vacías o convertidas en alojamientos baratos, alquiladas a los locales, okupadas, derruidas. El viento soplando sobre las ruinas.

10.9.08

V, sus libros y la lectura

Cada vez que me cruzo con V, le comento cuánto me gustó su novela SA. Él, invariablemente, me responde "Pero tenés que leer GAS, que es mucho mejor".

Leí GAS.

SA es un policial negro ambientado en la dictadura, que leí de un tirón en una tarde. El personaje es genérico pero cierra, la historia tiene todas las vueltas que tener, etc. Digamos, algo así como "El quinteto de Buenos Aires" de Vázquez Montalbán, con la que de hecho comparte algunos puntos de la trama (y comparar a un libro con Vázquez Montalbán no es moco de pavo).

GAS tiene una historia más tenue, quiere dejar todo en el aire, busca una "contemporaneidad" haciendo referencias a Internet que pasaron de moda 6 meses antes de ser escritas (y que ponen en evidencia que V no es de la generación Internet, y que tratar al chat y el Word como Asimov describiría a un tetraclorificador de oxorobotimetilclorhidreno venusino es tan ridículo como insostenible). Tiene, por llamarlo de alguna manera, más "aspiraciones", un tono más "singular", un intento por hacer algo "diferente". Escuché a varias personas coincidir con el diagnóstico del autor, "GAS es una novela mejor".

Pero qué quieren que les diga, me quedo con SA.

Pero entiendo perfectamente por qué V dice que el otro libro "es mejor", por qué lo defiende. Y quizás yo diga lo mismo de mis textos, defiendo los que dan un perfil más defendible, los que son más digeribles para un cierto lector que no traga las novelas policiales que empiezan y terminan y cierran y funcionan y ya. Defiendo lo que parece defendible, en definitiva, y pongo al costado cosas menos "elaboradas" que, dicen algunos, se leen mejor.

¿Uno se enamora de la técnica? ¿Quiere lo que supone que los otros quieren? ¿Confunde "raro" con "mejor"? ¿Cree que más trabajado da mejor resultado? ¿Estamos todos locos? No sé, pero lo que me queda claro es que el criterio del autor no es el mismo que el criterio de quien lee: del autor al lector hay un camino como de acá a la China.

3.9.08

Obsesión ataca de nuevo

La obsesión persiste, y ahora caí en el lugar común: cansado de leer comentarios en foros y sitios de fanáticos que la señalaban como la "mejor lapicera jamás fabricada", y mientras espero la oportunidad de hacerme de una Lamy 2000 (ya va a venir, pero por ahora me gasté parte el presupuesto estilográfico en la compra que acabo de hacer), me hice de una Parker 51. Más específicamente, de una Parker 51 de fabricación argentina de la década del 60, sin capuchón de oro ni piripipíes de ninguna especie. Una lapicera para usar, para meter en el bolsillo y escribir y ya.

Se ve así:
Las Parker 51 fueron el modelo más vendido de Parker, y la primera reacción de la gente a la que se la mostré hasta ahora es "mi viejo/tío/abuelo tenía una igual". Carga tinta de botella con la famosa bomba "apriete 4 veces" (hasta ahora no terminé la carga con la que me la dio el vendedor: una ventaja de estas lapiceras es que cargan mucha más tinta que un cartucho promedio), que para los interesados se llama "sistema aerométrico".

Párrafo aparte para el vendedor: la compré por un sitio de remates en Internet a un fanático de las lapiceras, coleccionista de Parker 51 en particular, y pasar a buscar la lapicera fue la excusa para una charla en la que aprendí toneladas de cosas. Los fanas de las lapiceras son gente interesante.

¿Veredicto? Una maravilla. Es como escribir con nada: flota sobre el papel, el peso y el balance en la mano son perfectos (ni demasiado liviana ni demasiado pesada, no tira para la pluma o para el capuchón, no cansa la mano), la tinta no falla. Dan ganas de escribir - cuando llegué a casa me puse a probarla en el cuaderno donde esoy escribiendo una novela, y escribí cinco carillas de un tirón (después taché dos, pero no es culpa de la lapicera).

Y la mejor parte es que es una lapicera "vivida": tiene un par de marcas de uso en el capuchón, tiene 40 y pico de años de carrera (y tira 40 más por lo menos), tiene una historia atrás. Tiene mística - boludeces, dirán los desocupados lectores, pero en algún lugar remoto de la cabeza esas boludeces hacen que escribir con esa lapicera tenga un ritual, una carga, algo distinto.

Y conste que yo era de los que decían que esas cosas eran todas boludeces.

21.8.08

¿Lo qué?

La Feria del Lbro de Frankfurt va a tener en 2010 como invitado de honor a la Argentina. La Feria de Frankfurt, a diferencia de la de Buenos Aires (y como la de Guadalajara), no es una feria para el público sino para la industria: ahí se hacen las compras y ventas de derechos de traducción y edición más importantes del año, se hacen los anuncios importantes y se transan las trenzas más gruesas.

O sea: que a la patética representación que lleva todos los años la Cámara del Libro le agreguen el espacio de mayor prestigio es la plataforma perfecta para que la literatura argentina pegue el batacazo y se haga ver, o por lo menos para que las editoriales aprovechen la oportunidad y ganen espacios.

Pero el gobierno decidió que no. Ni libros ni alpargatas: unas patéticas ojotas que ya vieron varias temporadas, alrededor de los "íconos" Eva, el Che, Maradona y Gardel. "Che, alguien que haya escrito algo no tienen?," dijeron desde la Cámara del Libro. "Un Borges, aunque sea." Cristina, nacional y popular carajo, cantó el retruco: "OK Borges, pero también Cortázar."

Por un lado me alegra que le hayan cagado la fiesta a Piglia y Fogwill que ya estaban planchando las camisas, y también a todos los gansos que andan boqueando por ahí que "ahora la pelea es para ver quiénes quedan dentro de la Generación Literaria del Bicentenario".

Pero, por otra parte... qué sarta de brutos, qué manga de bestias, qué imbéciles, qué ignorantes. En vez de armar el mismo estúpido laberinto que vienen armando cada vez que se menciona la palabra "Borges", entiendan de qué se trata Frankfurt y NO SEAN TARADOS. Es el PABELLÓN CENTRAL de una feria DE LA INDUSTRIA, no es el hall de entrada del Centro Cultural Los Chingolos, ni de la Feria del Libro de Buenos Aires. Es la oportunidad de mostrar que la literatura argentina es más que los mismos nombres de siempre, y que la cultura del país no se agota en esas cuatro figuras de remera for export. Es la oportunidad de que, para variar, algunos títulos, sean de autores vivos o muertos, jóvenes o viejos, nuevos o clásicos, se traduzcan y se lean en otros lados.

Es una vidriera importante, y es para estarle a la altura. No alcanza con una foto de Aldo Sessa y un cocktail con vino mendocino y empanadas, y mucho menos con discurso nac&pop. Está bien, la Cámara del Libro no tiene idea de un carancho y todo lo que quieran, pero igual... Recapaciten, muchachos, miren que si hacen ese papelón la próxima invitación no va a llegar ni en el 2110, y después a llorar sobre la leche derramada.

Y, en todo caso, si les importa tan poco, por lo menos que no se note. Si no saben o no quieren, al menos disimulen.