De un limonero no se pueden esperar más que limones, y de un ganso no se pueden esperar más que gansadas, pero esto es como una manzana de 50 kilos y una gansada tamaño mamut al mismo tiempo. Borges acuñó la frase "fatigar el error": esta intervención no solo lo fatiga, sino que lo deja nocaut por las próximas cuatro temporadas.
Todo está mal: la idea, el concepto, la actitud, la motivación, el modo, el estilo, el lugar en el que se dijo... Si existe un decálogo del error, esta sarta de idioteces requiere por lo menos que se agreguen 4 puntos.
Para empezar, para descalificar una novela como Zama hay que tomar mucha sopa, y el coso este no llegó ni a roer los grisines. Hay que tener una cierta autoridad (por nom,bre, por trayectoria o a fuerza bruta de argumentación) para hablar así y ser tomado en serio, no alcanza con hablar como si se la tuviera.
Por otra parte, es el perfecto ejemplo de algo que yo comentaba en un post anterior (donde, no demasiado casualmente, el humanoide que vomita estas gansadas sobre Di Benedetto también figuraba, aunque esa vez vomitando gansadas sobre Saer), y que Jane Austen califica en alguna de sus novelas como "alguien que vio todo el ancho mundo y no encontró nada más digno de comentarse que su propia figura en el espejo". Más que pagado de sí mismo, hay gente que es como un Banco Mundial de sí mismo, solo que a) hay que ser DEMASIADO inseguro para actuar de esa manera, b) para dar semejantes créditos hay que tener con qué respaldarlos. Para decir ciertas cosas hay que tener ciertos títulos aquilatados, y este tipo ¿a quién le ganó? ¿Quién se robó su queso, que lo tiene que andar reclamando a los gritos por los barrios?
Cada uno es libre de armar su personaje público como le da la gana, pero si a uno lo invitan a un encuentro de homenaje a un autor que no le interesa demasiado hay varias opciones:
- la opción digna es decir "no, gracias, no es lo mío". Se pierde una oportunidad de presencia pública, pero es una opción coherente
- puede decir que sí e ir a encontrar aunque sea una cosa medianamente interesante que decir sobre el autor, marcando que no es el preferido pero que algo bueno tiene
- o puede ir a hablar bosta del autor y maravillas de sí mismo, montándose a los hombros de la otra figura para haerse autopromoción.
Hacer esto último es como ser el nene del jardín de infantes que quiere llamar la atención en el cumpleaños de un compañerito de sala porque no se banca que otro sea el centro de atención, y entonces se pone a gritar puteadas y hacer pataletas durante toda la fiesta.
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